Además, antes de los espectáculos, se ofreció un avance de un documental que se está realizando sobre los 25 años de creación de LARUMBEdanza.
Larumbe Danza fue creada hace más de 50 años por Karmen Larumbe, y hace 25 años está dirigida por su hijo Juan de Torres, y por Daniela Merlo. ¿Cómo ha vivido todos estos años pegado a Larumbe? ¿Cómo fueron los inicios de Karmen Larumbe?
La verdad es que la etapa de mi madre yo la he vivido desde la inocencia de mi infancia. Siempre digo en un cierto tono de humor que no sé si lo mío fue vocacional, o si no he tenido más remedio que dedicarme a esto. No he tenido acceso a la danza, la danza forma parte de mí, porque mi madre, embarazada de siete meses, fue cuando se bajó de los escenarios. A los dos meses de nacer nos fuimos de gira por Chile. Por aquel entonces mi madre dirigía el Ballet de la provincia de Misiones, en Argentina, donde yo nací.
Posteriormente unas ojeadoras del ministerio de Bélgica le propusieron una posibilidad para acercarse al Ballet del Siglo XX, dirigido por Maurice Béjart en Bruselas. Trabajar, digamos, desde la ayuda a la coreografía, como una colaboradora. Ese fue el motivo por el que la familia se trasladó a Bruselas. A partir de los cinco años yo viví allí.
De pequeño no asistí a guarderías. Pasé mi tierna infancia con “jugueticos” en una esquina, y viendo cómo grandes bailarines del momento ensayaban las obras de Maurice Béjart. Cuando pasaron unos cuantos años, mi madre fue precursora, más intuitiva que reflexiva, de sentir que quería desarrollar diferentes caminos de los marcados hasta la época, y es ahí, en tándem con mi padre, la persona en la sombra de producción, donde fue elaborando el producto junto a ella, hasta desarrollar lo que fue el Ballet Contemporáneo de Bruselas, y una escuela de formación bastante atípica para lo que era la época. Las prioridades se salían un poquito de lo que eran los cánones de la época. El aspecto físico no era lo primordial. La enseñanza más allá de la rigurosidad de las técnicas que se impartían diariamente. Por supuesto se enseñaba ballet, diferentes estilos de contemporáneo, ritmo, improvisación, coreografía… otro tipo de trabajo.
Grandes profesionales pasaron por aquella escuela y se formaron allí. Con el paso de los años se vio que este trabajo que se hacía era beneficioso para la incorporación al mundo laboral de los bailarines no sólo como intérpretes, sino también como coreógrafos.
Yo he mamado todo esto. Desde muy pequeñito todos los domingos les hacía a mis padres un show de danza. Pero un día mi madre dijo “se acabó. Soñar ha llegado hasta aquí. Si quieres hacer algo en danza tienes que aprender”.
Por aquel entonces teníamos una relación muy estrecha con Carmen Roche y con Víctor Ullate, grandes estrellas del Ballet del Siglo XX. Comencé con ellos mi relación con la danza y luego resultó que pasé a ser cuidado en mi crecimiento dancístico por mi madre. Soy un puro producto Larumbe en cuanto a filosofía y entendimiento. Esto me llevó la primera vez a ganar un concurso de prestigio en su primera edición en danza contemporánea, porque ya existía desde hacía muchísimos años el premio francés de la danza en ballet, pero yo me presenté en la primera edición de contemporáneo. Tuve la inmensa suerte de ganar la medalla de oro del Prix Français de la Danse, y gracias a esto comencé a disfrutar de una enseñanza más pronunciada en Nueva York con Héctor Zaraspe, entre otros.
En aquella época era muy joven. Tuve la inmensa fortuna de entrar en la Juilliard, pero me encontraba mucho más a gusto en Europa. Así y entonces es como me integré en la compañía LARUMBEdanza, por aquel entonces Ballet Contemporáneo de Bruselas.
Igual ocurrió con Daniela Merlo. Daniela tiene una rigurosa formación en ballet. Estuvo en la Scala de Milán. A través de una gran estrella de ballet se enteró que nosotros íbamos a impartir un curso de verano, y fue allí donde nos conocimos. Daniela pudo entrar en compañías de formato de gran ballet, pero decidió completar su formación en la Escuela del Ballet Contemporáneo de Bruselas, donde inmediatamente comenzó a formar parte de la compañía. Trabajábamos mucho por España. Cuatro o cinco veces al año. Mi madre añoraba muchísimo España. A nosotros también nos gustaba mucho. Hasta que se presentó un proyecto interesante y decidimos dar el salto en 1990 y venirnos para España.
Acostumbrados a la mentalidad europea, donde un contrato tiene otro tipo de validez, cuando llevábamos aquí seis meses hubo un cambio en los equipos de gobierno motivado por unas elecciones, y de forma unilateral se rompió ese contrato que estaba firmado para varios años. Eso para mi madre fue el principio del fin. Meses después se le descubrió una enfermedad. Dentro de mi total ignorancia creo que tenía una cierta relación, porque pasó por una depresión importante. Y se fue. Se fue en el año 1995.
Después de un período de reflexión, Daniela y yo, sobre todo, pensábamos cómo reencaminar nuestra vida profesional. Incluso si volver a Bruselas. Tomamos conciencia de la herencia, de lo que teníamos entre manos, la peculiaridad del significado del apellido Larumbe, y en el año 1996 decidimos retomar el LARUMBEdanza, ya sin el Karmen delante. Tuvimos la suerte de estrenar esta compañía en el Teatro Madrid, en la Vaguada. José Manuel Garrido, director por aquel entonces, nos programó durante dos semanas.
Fue un inicio importante. No éramos conscientes realmente de lo que empezábamos. Y después de varios años estuvimos semi-instalados en un Centro Cultural en Madrid, que se llamaba El Torito, en Moratalaz, donde trabajamos bastante bien.
Siempre hemos trabajado desde nuestra propia formación en Bruselas. Fue algo muy implícito en la forma de entender el desarrollo y la forma de compartir la danza desde el aspecto también social.
Más tarde se presentó la ocasión de poder ser compañía residente, dentro del programa de la Comunidad de Madrid, empezado por María Pagés en Torrelodones. Con mucho acierto fue observado desde la Comunidad de Madrid y se propuso a las compañías que estábamos por aquél entonces si alguien quería y encontraba la posibilidad de poder llegar a acuerdos con municipios en el cual la Comunidad de Madrid aportaba fondos para poder desarrollar un programa de danza profesional y coreografía en el extrarradio.
Nuestra segunda producción fue ya un espectáculo para público familiar e infantil, que por aquel año 1997 no había demasiados. No sólo por una cuestión de inspiración, sino porque nuestra obsesión desde el primer momento, y sigue siendo lo mismo, es intentar llegar a un público nobel. A un público nobel no sólo me refiero a aquél que no conozca la danza, sino romper con esa endogamia que hace que muchas veces el público es el mismo que se sube al escenario, y el que está en el escenario va de público… Esa especie de impermeabilidad de la cual sufrimos todos, tanto profesionales como el propio público, es algo que obsesivamente intento romper.
Todo esto ha sido posible gracias al Ayuntamiento de Coslada, y a su técnico de cultura, Pepe Navío, que ya se jubiló, y que ha sido una pieza importante para desarrollar una labor aquí. Insisto mucho en la función de una compañía residente, estable me refiero, porque no se trata de ensayar y de mostrar espectáculos únicamente, se trata de desarrollar actividades, programas, proyectos lo más transversales posibles, los 365 días del año, para poder, de una forma simbiótica, con otras áreas, con otras estructuras locales, desarrollar una labor en la cual el ciudadano de a pie pueda ir tomando conciencia del beneficio que puede suponer la danza desde muchos prismas. Desde la propia participación en ciertas actividades, el uso de la danza desde un punto de vista aficionado, amateur, o no, es una labor comunitaria, sociocultural. Es lo que me sigue incentivando a estas alturas de mi vida, y lo que le da sentido a este gran esfuerzo diario, por la inestabilidad económica, y en todos los sentidos, porque realmente el desconocimiento de todos los actores que participan de algo así es aún descomunal.
Me hablaba al principio de la entrevista de la filosofía de la danza de Karmen Larumbe. ¿La compañía, actualmente, conserva esa filosofía? ¿Qué filosofía es?
La conserva de una forma genético artística. Como te comentaba antes yo soy un puro producto Larumbe. Y si bien ya han pasado dos décadas y media desde que inicié mi propia trayectoria creativa, lo mismo que Daniela, evidentemente, la educación profesional dancística y artística, partimos de un disco duro en el cual se van creando carpetas con los diferentes parámetros, valores… Esa es la cuestión. Larumbe nunca estuvo totalmente de moda, pero siempre ha estado ahí, porque nuestra forma de crear, de arriesgarnos, nunca se ha sostenido en tendencias, en modas, sino en creencias muy profundas en cuanto a la investigación. Una investigación profunda buscando la calidad, buscando diferentes parámetros técnicos, interpretativos. Llevamos dos décadas investigando con otras tecnologías. Sobre todo va en las escalas de valores y de prioridades.
La compañía se centra, actualmente, en la pedagogía y la formación. ¿Cómo se puede compaginar lo pedagógico y formativo con la distribución de la compañía?
Es un poco lo que te comentaba justo antes. La pedagogía también se enfoca desde varios puntos de vista. Una cosa es la formación propia del intérprete, del individuo que aspira a formarse en danza, simplemente para que la danza acompañe su vida de una forma u otra, o que tenga la ambición de llegar a ser un profesional en este arte. Pero también hay una pedagogía y una formación que va más allá. Es decir, nosotros trabajamos con el área de igualdad, con el área de juventud, con el área de mayores… Muchas personas de una cierta edad nos paran a menudo en la calle y nos dicen que han ido a ver al teatro algo que se programó que no tiene que ver con nosotros, pero que gracias, sin duda alguna, a la formación que han tenido de la danza y de las artes escénicas, hace que esa persona no sólo comprara su entrada, fuera al teatro y entrara, sino que, además, de una forma u otra, disfrutó de lo que vio. Y esas personas comentan que gracias a las herramientas que les hemos dado han disfrutado de la propuesta, que seguramente antes de esto pues no lo hubiesen entendido.
Es muy importante la pedagogía en cuanto a información, no solamente a formación. Y ahí, por ejemplo, tenemos cada uno nuestra área de responsabilidad. Daniela está muchísimo más volcada, en la actualidad, en toda la parte formativa (clases), pero el proyecto que tengo con LarumbeDanza 2, para los jóvenes, el proyecto de una compañía amateur que se pondrá en marcha en enero, actividades, pruebas piloto de todo tipo, que hacen de todo esto un auténtico laboratorio muy interesante.
¿Quién integra LARUMBEdanza 2?
Nació hace un año y medio. En Coslada, además de todo lo que te estoy comentando, tenemos, también, talleres al uso. Dentro de estos talleres al uso, de los cuales el primer contacto es en la ludoteca municipal, con cinco años, y creciendo al igual que puede crecer su interés, disponemos de dos grupos. El primero de ellos, con edades comprendidas entre 13 y 14 años, tiene una clase diaria de contemporáneo, de improvisación, de contact, de puntas, de ballet, de los cuales no sé si todos ambicionan ser profesionales, pero alguno sí. Y el segundo grupo, de 16 a 18 años.
LarumbeDanza2 tiene dos perfiles. Uno de ellos es el perfil de la gente que sale de nuestros propios talleres, y que sigue su formación a través, ya no sólo en el aspecto académico, sino también en contacto con creadores, incluso a veces participan con algunos miembros de la compañía profesional, para ir teniendo un contacto real en el día a día de lo que puede suponer llegar a ser un bailarín o bailarina profesional, para que tengan, digamos, un horizonte cercano sin tener que irse lejos, que es otro problema enorme que tenemos en nuestro país. Y el otro perfil que integra LD2 es un perfil de joven profesional, que ha terminado supuestamente su formación, pero que se encuentra en la tesitura de no tener experiencia. Y el problema es que no tener experiencia hace que difícilmente una compañía pueda confiar en él o ella, aunque suene muy duro decirlo así.
Con los medios que tenemos actualmente para producir las compañías profesionales, con la necesidad, además, de que la producción ya no sea sólo una propuesta artística, con todo el riesgo que puede suponer, si aporta algo, algún cuestionamiento a la sociedad, sino que tiene que tener un rendimiento económico y empresarial detrás. Porque si estrenas, y no hay funciones detrás, pues es un problema. Lo que representa para mí un cuestionamiento de la propia aportación del arte a la sociedad. La cuestión es que teniendo tantas limitaciones es muy complicado que las compañías de hoy en día tomen el riesgo de ponerse a producir con intérpretes no solamente que no conocen, sino que no tienen experiencia técnica. Realmente ahí, para nuestros jóvenes, es donde reside el problema.
Lo que he propuesto es integrar a algunos jóvenes bailarinas/bailarines, con las herramientas suficientes para poder ser profesionales, que vayan tomando contacto con el escenario, no solamente con nosotros, sino también, con otros coreógrafos, que es otra peculiaridad de Larumbe, que aunque somos compañía de autor siempre colaboramos con otros artistas, grandes nombres como el de Cesc Gelabert, cuyas coreografías hemos presentado en el estreno, gente joven, directores de compañías de México, de los cuales nos parece interesante el diálogo, para que estos jóvenes puedan ir teniendo experiencia con otros creadores o con los creadores, porque hasta ese momento prácticamente ha sido un contacto con el equipo docente de profesores de un conservatorio de grado superior, o escuelas privadas, pero el contacto con creadores, con la creación y la coreografía como finalidad para presentar en un espacio público, pues esto es lo que cuesta y lo que es difícil. De esta manera, también, los propios integrantes de la LD2 se van haciendo su experiencia, van teniendo un curriculum que van rellenando, y respecto a nuestra compañía, al menos, ganamos tiempo, nos vamos conociendo mutuamente, de tal manera que, y es el caso ahora, dos componentes, uno masculino y otro femenino, para un programa tan complejo como es Iceberg II, con el que celebramos nuestros 25 años, he confiado plenamente en ellos, y he hecho bien, porque me están respondiendo perfectamente. Eso es gracias a que hemos cohabitado artísticamente durante varios meses.
Iceberg II es la propuesta que acercáis al público para celebrar vuestros 25 años al frente de LARUMBEdanza. ¿Qué nos cuenta esta pieza?
Iceberg II es, a pesar de que tenga el mismo título, una producción totalmente nueva respecto a la que presenté el año pasado. Lo que pasa es que la temática da mucho de sí. Realmente la metáfora de esos bloques inmensos de hielo, tan majestuosos, tan bellos… El agua, sin la cual no hay vida… Los bloques se están derritiendo, se están resquebrajando. Es una metáfora a la que podemos hacer mención frente a cualquier problema que hay en nuestro planeta en la actualidad. Desde luego tiene un componente medioambiental claro, muy claro, pero por otro lado también es una metáfora respecto a muchísimas cosas que me preocupan enormemente y que evidencian que como especie hemos evolucionado en ciertos aspectos, pero en otros aspectos somos casi parasitarios para nuestro propio planeta.
Frente a esto, y teniendo en cuenta que es un evento importante este festejo, he querido ir muy a fondo, sobre todo en el aspecto estético. El programa refleja claramente lo que es Larumbe. La primera parte con Dkada’s, una obra con la que celebramos la efeméride de la compañía con una pieza de Cesc Gelabert, otra de Daniela Merlo, y otra mía. Luego se proyectará un resumen del video documental que estamos realizando por estos 25 años, y como colofón Iceberg II, en el cual ya el planteamiento escénico es bastante impactante. He querido en un espacio cerrado reproducir esa magnitud, ese horizonte de hielo. Uno de los aspectos con los que empieza esta obra, por ejemplo, es la observación de las hormigas. Tú ves estas hormigas tan organizadas, tan fuertes individual y colectivamente… y sin embargo, cuatro gotas de agua, cualquier cosa que se desajusta y puede acabar con la colonia. Yo tengo esa sensación. Cuando veo nuestra tecnología, nuestras autopistas, todo, y nos creemos que somos, en fin, inmortales e invencibles, y de repente llueve un poco más de la cuenta, y ya no digo cosas extremas como el volcán, pero cualquier cosa que se sale un poquito de la norma, de lo normal, y se va todo al garete. Me siento un poquito como una sociedad de hormigas. Para plasmar eso, en esa primera parte de Iceberg, con esos cuerpos casi desnudos, pintados de pies a cabeza, como en la era primitiva, y hemos plantado una proyección desde 14 metros de altura, que proyecta suelo, y justo al lado una videocámara, un poco como si alguien nos estuviera viendo como yo veo a las hormigas. Y eso se proyecta sobre el ciclorama del fondo.
Para el espectador eso tiene una tridimensionalidad el poder ver la coreografía en horizontal, en directo, proyectado en el fondo, y para mí a nivel de creación como trabajo coreográfico me ha planteado una serie de investigaciones que creo interesantes. He contado con la colaboración de los bailarines. No soy de imponer. Tengo las ideas muy claras, sé cuáles son los matices, cuáles son los parámetros, pero considero que trabajar con bailarines profesionales es un intercambio de dos profesionales, y por lo tanto la colaboración con los siete intérpretes ha sido muy estrecha.
Hay otras escenas que son aún más impactantes. El final es muy bello. Tan sorprendente como bello. En la última parte, de hecho, tratamos el valor del ser humano. Como el protagonismo al final recae en el ser humano en esta parte quería trabajar con la voz que es el instrumento más natural de él. Y encontré hace muchos meses una pieza de Tchaikovsky que al menos yo no conocía. El Himno de los Querubines. Algo bello para este final, y que he tenido la suerte de contar con la Coral de Coslada que con sus 55 voces arroparon a los bailarines. Fue una noche mágica y bella, y tengo la esperanza de que se pueda reproducir en más espacios.
Juan, ¿cuál es el sello de LARUMBEdanza?
¡Qué bonito! ¿Cuál es el sello de LARUMBEdanza? Es investigación. Es respeto. Es profesionalidad. Es autenticidad al extremo, y es originalidad, pero originalidad pero no en escaparate, sino originalidad desde la médula. Se puede ver, o se puede no ver, pero desde luego es un hecho.
¿ LARUMBEdanza podría ser posible sin Daniela Merlo, o sin Juan de Torres?
No lo sé. La que existe, lo que es, seguramente no, pero otra, ¿por qué no? Yo creo que nadie es indispensable, todo el mundo es necesario. Depende de lo que cada uno decida en cada momento. LARUMBEdanza actual, desde luego, es el tándem. Son tantos años, y hemos pasado por tanto, que se ve perfectamente cómo este equipo de dos se ha ido moldeando unos a otros dependiendo de los años, del momento, de las inquietudes de cada uno. Y eso, también, representa la gran fuerza y la gran dinámica de Larumbedanza. Desde luego Larumbe no es algo inmóvil, sino todo lo contrario.
Para finalizar, ¿cuál es el futuro de LARUMBEdanza y de sus directores?
El futuro… yo tengo un pie y la cabeza en el futuro. Me gustaría poder retomar estas giras tan increíbles por media Asia, o el resto de estas culturas, intercambiando cultura, danza y todo lo que se pueda intercambiar. Me interesa mucho poder seguir desarrollando un trabajo en la comunidad. Los festivales que tengo la suerte de organizar, bien en solitario como máximo responsable artístico, o en equipo con el actual equipo de cultura de Coslada, son bases que yo creo que son básicas en mi forma de entender, y, sobre todo, de mantener una cierta alegría, incentivar el día a día. Si yo pudiese pensar en el futuro haciendo lo que hago ahora mismo, pero con un poco menos de esfuerzo, porque lo que sí es cierto es que la energía, el ánimo, el esfuerzo que requiere el día a día lo que hacemos, es un precio muy alto a pagar. Poder seguir desarrollando lo que estamos haciendo, que creo que es muy bonito e importante, pero con un poquito menos esfuerzo.