A pesar de ello, esta puesta en escena capitaneada por Alfonso Zurro, pretende ser un canto a la belleza. Zurro ha hecho un trabajo titánico a la hora de recomponer, por hacer la dramaturgia sin tocar lo esencial.
Así y todo, su protagonista y productor nos habla así de uno de los proyectos más ilusionantes en los que se ha embarcado. Aunque tiene muy claro que no será el último.
Juan, ¿cómo es la propuesta que han traído a Madrid desde Teatro Clásico de Sevilla de esa obra menos conocida o menos popular de Federico García Lorca, como es El público?
Nosotros pensamos que lo que es el texto, la obra de Lorca, no está completado. Creemos que algo le falta. Hay una parte que no tiene, que no llegó, que digamos que los originales, que al parecer había un par de ellos, se perdieron. Esta versión que ha llegado a nuestras manos le falta un acto. Alfonso ha hecho ahí un trabajo estupendo de dramaturgia porque, claro, todo el mundo dice, y es cierto, que es una obra irrepresentable porque no acaba de entenderse, y es natural. Quiero decir, no está hecha para que se entienda, porque no tiene un argumento, no tiene un nudo, un desenlace y no es una obra que acaba. Nosotros hemos hecho, bueno, Alfonso ha hecho un esfuerzo por recomponer, por hacer la dramaturgia sin tocar lo esencial porque la obra se muestra tal cual, pero sí que ha ordenado de alguna manera para que todo tenga una mayor coherencia. Después nosotros, el esfuerzo mayor que hemos hecho es por mostrar un espectáculo bello, bello en todo, en todo su sentido, tanto desde la escenografía que es de Curt Allen Wilmer, como de la música, como de la iluminación, de la interpretación, desde el vestuario. Pensamos que es un texto que tiene que llegar a todos los sentidos, porque ya el texto en sí es precioso, es una poesía con unas metáforas, bellísimo. Entonces nosotros, el esfuerzo que hacíamos al principio era, primero, que se entienda lo más posible dentro de lo inteligible que es un poco el texto y, sobre todo, mostrar un espectáculo bello, que al público le llegue, que no se quede sin algo que tener. No solo pensamos en un público experto o entendido, o un público de teatro, que a ese ya uno sabe que le llega, pero, claro, cuando uno va a un pueblo o va a tal, algo hay que hacer para que la gente no se quede en flash. Entonces lo que sí hemos pretendido es que el público en ningún momento se quede indiferente y que, aunque no entienda el contenido, haya partes que le lleguen, haya partes que se lleve, sobre todo, pues es un espectáculo bello.
Al leer la sinopsis del espectáculo, o esta misma entrevista, cuando veo que sólo es un espectáculo bello, inacabado, y que puede que no me entere de nada, pues no sé si me atrevería a ir a ver El público, por mucho que Juan me diga… Aparte de ser un espectáculo bello, ¿qué cuenta? ¿Qué quiso García Lorca con este texto, con esta obra, entre comillas, inacabada?
Yo creo que esto forma parte un poco de lo que es el teatro surrealista, ¿no? Hay una forma de escribir en la que pertenece a los sueños, pertenece al subconsciente, pertenece a veces a una realidad extraña. Aquí Lorca, y digo que el texto a lo mejor no llega en su totalidad porque no tiene un argumento, no tiene un principio y un final, pero sí hay partes, y esas partes seguramente al público no se va a quedar indiferente, le va a llegar muchas cosas. Lorca según se dice, porque yo tampoco soy un teórico de ese tema ni mucho menos, yo soy un actor y productor y me defiendo en lo que pueda, se habla de, en el texto se habla mucho que es un texto homosexual o que habla de la homosexualidad. Yo diría mucho más, yo creo que habla también de la capacidad de amar, de amar a diferentes, de amar las cosas, de amar a las personas, de la capacidad de enamorarse en definitiva. Por encima de todo. Yo creo también que habla, por ejemplo, de nuestras máscaras, de la forma que nos cubrimos de alguna manera, que no nos mostramos tal como somos, casi nunca, siempre vamos, o con una cosa, y hay un texto precioso que dice: “En medio de la calle la máscara nos abrocha los botones y evita el rubor imprudente que a veces surgen las mejillas en la alcoba. Cuando nos metemos los dedos en las narices o nos exploramos delicadamente el trasero, el yeso de la máscara oprime de tal forma nuestra carne que apenas si podemos tendernos en el lecho. Por ejemplo, ¿qué quiere decir? Pues es verdad que nosotros, cuando estamos en nuestra intimidad, empiezan nuestras cosas, nuestra realidad, nuestra verdad, y a veces no podemos ni dormir. Es decir, porque somos lo que somos. Habla también mucho del fracaso, del fracaso como persona, del fracaso sentimental, del fracaso también como artista, como individuo. También habla del teatro, del teatro verdadero, del teatro sin careta, que no sea impostado, que sea auténtico. Es decir, habla de muchas cosas y yo creo que es maravilloso. Es decir, en la parte que al espectador le llegue, esa parte lo vuelve loco, o al menos lo vuelve diferente como persona.
¿Qué personaje interpreta dentro de la obra? ¿También ejerce de productor?
Interpreto el papel principal, protagonista, el director de la obra. Y vaya, no sé si me esfuerzo porque es un personaje muy curioso, muy versátil, pasa por todos los momentos posibles para un actor, es maravilloso poderlo hacer. Y como productor ahí sufriendo, porque es un espectáculo grande con nueve actores. Llevamos nueve actores, cuatro técnicos, dos camiones. Y como están las cosas hoy en día, la verdad es que estoy sufriendo. Un espectáculo que para una empresa privada como la nuestra, que ha costado como unos 130.000 euros, es mucho. Es mucho para una empresa privada y que necesitamos del mercado para poder vender. Y la situación está un poquito rara, sinceramente. Pero bueno, ahí estamos luchando como productor, luchando todo el tiempo.
¿Cómo es la puesta en escena? ¿Qué es lo que vamos a ver? ¿Cómo es la escenografía? ¿Cómo es el juego actoral dentro de El público?
Como te he dicho antes, somos nueve actores. La obra tiene como 40 personajes que se reparten entre los nueve actores, pues hacen muchos cambios y tal. La escenografía, no solo está la escenografía en sí, que es más o menos corpórea, con un suelo brillante, con unas plataformas. Al final aparecen unos espejos, escombros por todos sitios. Pero hay una cosa muy curiosa que es como una tripolina, que es como una cortina, la que va barriendo continuamente las escenas hacia adelante y hacia atrás. Es como este juego de los niños, la pizarra que tú vas borrando. Y esto lo hace muy interesante. A la vez todo eso va con proyecciones, los cambios se hacen con proyecciones. Es que es un juego visual que yo creo que hay que verlo. Explicarlo es muy complicado. Habría que verlo, sinceramente, porque es muy bonito lo que ha hecho Curt Allen.
Sí, todo lo que él toca lo convierte, como tú muy bien decías antes, en un espectáculo realmente bello. Juan, ¿por qué Teatro Clásico de Sevilla elige El público para ponerlo en escena? ¿Por qué no otra obra de teatro que quizás fuese algo más convencional?
Igual te podría decir que primero por la valentía, porque nos da igual un poco que sea poco comercial o nada comercial, porque es un texto no comercial. Segundo, no llevamos una cabeza de cartel, que tú sabes que eso está muy de moda, que todo el mundo pone una cabeza de cartel para poder vender, porque la gente al verlo en televisión y tal pues se animan a ir al teatro. A nosotros todo eso nos ha dado igual. Nosotros queremos reivindicar un poco los clásicos y no quedarnos los clásicos del siglo de oro, porque los clásicos van mucho más allá. Nosotros habíamos hecho Shakespeare, Lope de Vega… Entre otros hicimos Luces de Bohemia de Valle-Inclán, y en esta ocasión nos tocaba un poco decir que vamos a reivindicar a Lorca como un clásico, que es un clásico realmente, ya pasaba más de 100 años de su muerte, pues ya es un clásico y sus textos van a seguir en el futuro de por vida, entonces para nosotros es un clásico. Y dentro de eso dijimos, pero si hacemos un clásico, si hacemos un Lorca, no vamos a hacer un Lorca convencional, porque no tiene gracia hacer una Bernarda Alba o lo que sea. Vamos a hacer lo que realmente nos llama. Entonces tanto Alfonso como yo, Alfonso Zurro, que es el director, coincidimos en que la obra que más nos emocionaba en ese momento hacer era El público, porque es que, yo no sé cómo decirte, pero yo te hablo ya a nivel personal, es precioso. Antes de tomar esta decisión, hace ya un par de años, yo acababa de leer El público, pero por casualidad, porque yo me lo había leído en la adolescencia. Bueno, vi también el montaje de Lluís Pascual, pero por casualidad me lo había leído y yo lloraba con esas situaciones, con esos versos, con esas cosas que hace Lorca, que es precioso. Entonces dije, bueno, entre los dos, oye, no vamos a hacer uno convencional, pues ¿cuál hacemos? Y era como los dos muy de acuerdo, El público. Venga, vamos a meterle mano al público. Un reto, es que si no, ¿para qué estamos aquí? Para hacer cosas valientes.
¿Cómo ha sido el trabajo con Alfonso Zurro? Creo que tenéis, bueno, digamos, una conexión.
Sí, con Alfonso es maravilloso, tanto como dramaturgo, como director, como persona, una persona encantadora, es un ser increíble. Él deja mucho trabajar a los actores, él deja mucho a los actores, deja mucho al escenógrafo, deja mucho al iluminador, deja mucho al músico. Él, que le propongan, él va corrigiendo, él va haciendo su composición y es admirable. La capacidad que él tiene, porque tiene muchísima capacidad de trabajo también, y la capacidad que tiene después para aunar todas esas cosas, todas esas propuestas y las propuestas de los actores, porque a los actores él nos da unas consignas, nos sitúa más o menos en el escenario, pero deja que los actores propongan, que los actores hagan, que deshagan y tal. Él, después, cuando acaba el ensayo, te dice mira, pues esto me ha gustado y tira por aquí o aquello y tal, y no sé cuándo. Y es comodísimo, es una balsa. Yo conozco a muchos otros directores trabajando, porque ya llevo muchos años en esta profesión, y como Alfonso no me he encontrado nadie.
Juan, ¿llegará a ser amortizada esta producción de El público?
Yo creo que sí, en ello estamos. Yo creo, o sea, para nosotros, por ejemplo, ya el venir a Madrid, el que el Teatro Español haya contado con nosotros, ya esto es un plus. Yo creo que a partir de aquí habrá un poco más de garantía de venta. Hay funciones vendidas ya en distintas localidades. Yo espero que sí. No que vaya a ser rentable, pero sí que se vaya a cubrir gastos y que por lo menos estemos un par de años tirando con este espectáculo tranquilamente. Lo espero.
¿Cómo os apoya tanto la Junta de Andalucía, como la Diputación de Sevilla, y el Ayuntamiento de Sevilla?
Estamos pasando por un mal momento. La Junta de Andalucía, yo creo que erróneamente, porque tendrá que corregir estas cosas, ahora mismo hay un circuito en Andalucía que es como de 90 pueblos. Hay teatros interesantes, como 30 teatros de grandes localidades que tienen grandes dimensiones, que pueden entrar espectáculos interesantes e importantes. Ese circuito ha estado en tiempos bien apoyado, pero ahora cada vez está peor apoyado. Es decir, espectáculos, por ejemplo, como el nuestro, que no tiene un caché enorme, tiene un caché normalito, no pueden acceder porque no tienen presupuesto los pueblos. Por ejemplo, hace unos años, daban, por ejemplo, que te digo yo, si el pueblo ponía 20.000 euros, pues la Junta ponía 20.000 euros para que se hiciera la programación. Ahora la Junta les ha dado 6.000 euros. Dime tú qué hace un pueblo con 6.000 euros para una programación. Y después les exigen, además, una programación en la que haya varios espectáculos, de danza, de teatro, de no sé cuándo, y me obliga a programar 10 espectáculos, ¿qué hago yo? Es decir, me pongo a 1.000 euros por espectáculo, entonces espectáculos como el nuestro no tienen cabida en este circuito. Entonces, por ejemplo, no tengo a la vista ninguna actuación en Andalucía de este circuito, ninguna. Y con la Diputación, pues ha ocurrido un poco lo mismo. Curiosamente, allí hay un circuito que se llama CIPAEN, que lo conforman nueve pueblos, que sus teatros están bien. Y siempre ha sido como el circuito importante de la Diputación. Pues este año ha pasado a no ser importante. Este año, además, te hablo de cantidades, le han dado solo 13.000 euros para la programación de los espectáculos. Y que ellos ponen al 50%, pues ocurre igual, de los nueve pueblos, solamente hemos accedido a cuatro pueblos. La situación está mal y hay que corregirla de alguna manera.
¿Cuál ha sido la reacción del público madrileño, precisamente, a El público?
Pues maravillosa. Estamos contentísimos, de verdad. Hombre, lo esperábamos, porque el espectáculo donde ha estado ha gustado y va muy bien. Pero la verdad es que aquí es especialmente estupendo, porque claro, Madrid es Madrid. Y la reacción del público en estrenos y los días posteriores, ese público en pie, esperándonos a la salida todo el mundo, diciéndonos parabienes, alagándonos… Estamos un poquito “enchidos”. A ver qué ocurre. Pero muy contentos, estamos muy contentos, muy bien y muy cómodos aquí, la verdad.
Juan, para finalizar, me ha dicho que con El público, pues llevarán como unos dos años de gira aproximadamente. Después de El público, ¿algo ronda la cabeza de Juan Motilla?
Mira, sí. Bueno, llevamos dos años, no, llevamos ahora mismo un año. Y yo espero que este espectáculo tenga dos años más de vida, como mínimo. Es lo que te decía. Y sí, ahora mismo nos vamos a enfrentar a un texto que ha hecho Alfonso precioso sobre La violación de Lucrecia, de Shakespeare. Lo ha convertido en un monólogo, ha hablado en primera persona. En estos momentos, como estamos viendo, o sea, en nuestra obra anterior había sido la Odisea de Magallanes el Cano, también con ocho actores, cuatro técnicos, no sé cuándo. Y estamos sufriendo económicamente como productores, estoy sufriendo muchísimo. Entonces hemos dicho, vale, vamos a ir a un formato que sea también importante, pero vamos a reducir un poco los costes de moverse de gira, que se llama. Entonces nos hemos centrado en esto. Y estoy muy, muy ilusionado porque el texto que ha hecho es maravilloso.
Y después hay otro texto que yo, digamos, esto ya es como una cuestión personal. Alfonso ha escrito un texto suyo que se llama Invierno en Sevilla. Y se trata de, en la postguerra, un caso que acusaron a dos homosexuales de un atraco que se hizo en un hotel que ellos no habían sido, no había ninguna prueba y los fusilaron. Todo acabó por un juicio militar y los fusilaron. Además los fusilaron de un día para otro. Él ha hecho un trabajo de investigación muy, muy importante ahí, y todo demuestra que ellos dos no tenían nada que ver, no tenían ni capacidad. Y además los dos homosexuales, normales, que no tenían nada que ver, ni políticamente, ni ellos tenían capacidad. Porque incluso hablaban de una metralleta que habían robado en un cuartel y no sé qué. Ellos eran dos personas normalitas. Pero es muy posible que también su condición homosexual y todo esto, pues pillaron a los dos, se los cargaron, hicieron el juicio militar rápido y los mataron. Esto es algo que me gustaría hacer, sobre todo por Alfonso, es decir, vamos a hacerlo, vamos a ver cómo armamos esta producción. Y claro, también es un espectáculo grande, que tiene muchos actores, pero bueno, ya lo veré. Al principio vamos a hacer este, que te digo, La violación de Lucrecia, que además le ha dado un tratamiento precioso. Es precioso, de verdad, es precioso. O sea, ver a Lucrecia cómo es violada por Tarquinio… En fin, yo qué sé, es un texto precioso, muy muy emocionante. Y yo creo que en este momento que estamos con el tema de género creo que va a ir muy bien.