¿Cómo llegas al Festival?
Llego siendo muy pequeña a las escuelas de teatro. Entro en Lazarillo con seis años. Comienzo a colaborar con ellos cortando entradas, poniendo sillas, repartiendo agua. Haciendo notas de prensa, organizando eventos, y al final llegué a la dirección del festival.
¿Cuándo nace el Festival?
Nace en 1974. Este año hemos celebrado la 43ª edición.
Y en la dirección, ¿cuánto tiempo hace que llegaste?
Llevo cuatro años. He estado cuatro años.
Estamos hablando de un Festival de Teatro Contemporáneo, ¿qué destacarías de los cuatro años que has estado como directora del Festival?
Cambiamos el formato del Festival, la estructura. Intentamos traer un teatro alternativo, pero al mismo tiempo un teatro para todos los públicos. Apostamos porque siempre haya una obra muy independiente, porque siempre haya un espectáculo más centrado en la comedia, porque haya un espectáculo más innovador, porque haya un espectáculo de teatro familiar. Hemos intentado que todo el público tenga su espacio dentro del Festival.
¿Cuánto tiempo dura el festival?
Depende. Llegó a durar dos y tres semanas hace muchos años, cuando nosotros éramos pequeños, en la época de bonanza. Posteriormente se perdieron muchas ayudas y cuando entré en el equipo directivo, no como directora, sólo nos quedaba la ayuda de Diputación y del Ayuntamiento. Se perdió la ayuda de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, se perdió la ayuda del Ministerio de Cultura, se perdió la ayuda de Caja Madrid, y se perdió la ayuda de Paradores. Se perdieron todas de golpe. El Festival pasó de durar tres semanas a durar cinco días. Este año ya hemos conseguido que dure una semana completa.
¿El Ministerio de Cultura pierde el interés por apoyar el Festival?
Cambiaron las formas de pedir la subvención. Nosotros como Asociación sin ánimo de lucro no podíamos entrar en esas condiciones, que fueron las mismas que impuso la Junta. De momento no nos han escuchado ni recibido. Con la Junta sí que se mantienen conversaciones actualmente y probablemente el año que viene haya alguna colaboración porque han mostrado mucho interés, pero en el caso del Ministerio no hemos vuelto a saber nada. No es que desapareciera la ayuda, es que la forma de solicitarla hacía que quedasen marginados muestras y festivales como el nuestro, que lo organiza una asociación sin ánimo de lucro, con presupuesto cerrado que depende de la subvención… El trámite burocrático era el que cerraba la puerta voluntaria o involuntariamente, no lo sabemos.
Económicamente, ¿de qué se nutre el Festival?
De Diputación y Ayuntamiento. La taquilla nos sirve para cubrir gastos ya que las entradas son muy baratas. Nuestra idea es que el teatro sea accesible a todo el mundo, independientemente de sus capacidades económicas. Otra entrada de dinero se produce por los patrocinadores particulares pequeñitos. Hay empresas que nos ayudan de la forma que pueden. La colaboración del Hotel El Cruce es muy importante porque cede habitaciones al festival totalmente gratuitas. Sobrevivimos un poco por el mecenazgo.
¿Está proyectado el Festival fuera de vuestra provincia o región? ¿Se conoce el Festival?
Si, sobre todo en Madrid, y en círculos especializados. Normalmente cuando contactamos con las compañías ya han hablado entre ellas, el Festival se conoce, tiene muchos años. Dentro de lo que es el sector, y sobre todo en Madrid, si que se conoce. Es verdad que es muy poco comercial, con un teatro muy complicado para el gran público, y nosotros hemos llegado a entender que el público que tiene el Festival es el que tiene que tener. Un público que viene a propósito a ver este tipo de espectáculos y un público muy especializado. La proyección es difícil pero creo que hemos encontrado el camino.
Cuando te refieres a que es un teatro complicado, ¿cómo lo definirías?
Es un teatro trasgresor, es un teatro que a veces puede incluso incomodar al público. Es un teatro que hace pensar. Es un teatro en el que no sólo se atreve el que crea sino que el público también se tiene que atrever a asistir. Hace un año incluimos dentro de la programación el Microteatro en el Festival, con bastante miedo, porque el público se tiene que atrever a pagar por ver una obra de 15 minutos en 15 metros cuadrados, y este año se han agotado las entradas nada más salir a la venta. Es un teatro complicado en ese sentido, en el sentido de que no vas a ver lo que estás acostumbrado a ver. El público no siempre se atreve a pasar la línea.
No es un teatro comercial. Intentamos traer lo que sería difícil ver en esta zona. Lo que se ve en Madrid en las salas independientes, lo que se ve en Barcelona, pero que a zonas rurales como esta no llega, a pesar de que tenemos una oferta cultural que ya quisieran otras provincias o regiones. Funciona muy bien, vienen espectáculos de muchísima calidad. Es un tipo de teatro de sala independiente, de sala de investigación, ese el tipo de teatro que viene al festival.
¿De qué adolece el festival? ¿Qué pedirías para el festival?
Financiación. Porque vamos un poco ahogados. Y que siga habiendo equipo, porque somos un equipo de gente joven con muchas ganas… El Festival sale adelante por las ganas que le ponemos, no por otra cosa.
Si hubiera esa financiación de la que hablas, ¿qué sería distinto? ¿Habría más programación?
Dentro del mundo de las artes escénicas hay bastante diferencia de precio y de caché entre unas compañías y otras. Hay espectáculos muy interesantes que hemos visto y que el Festival no ha podido permitirse. A pesar de ello agradezco a muchas compañías que nos rebajan los cachés y hacen un esfuerzo porque nos conocen, saben cómo funcionamos… No tendríamos que rebajar a las compañías los cachés, que al final es su pan, y su sueldo, y viviríamos un poco más desahogados, haciendo también actividades paralelas que creemos que funcionan muy bien con mayores servicios, con mejores instalaciones, con mejor calidad. Es verdad que yo no alargaría como antes que duraba tres semanas. Así está bien. Es un teatro que tiene que ir en pequeñas dosis, pero podríamos apostar por cosas que, ahora mismo, nos ha dado muchísima pena no poder programar.
¿Qué porcentaje de público asiste a las funciones? ¿Hay llenos?
No. Nosotros contamos con que utilizamos el Gran Teatro de Manzanares, que es una instalación que tiene casi ochocientas butacas. Para nosotros es un lujo tenerlo porque a nivel técnico y acústico es un teatro alucinante. También alucinan las compañías que vienen al ver el aforo. El tipo de teatro que programamos está acostumbrado a interpretar en salas de 100 o 200 personas. No son llenos, pero para nosotros es un éxito que haya 200 o 300 personas en la sala porque es un éxito para el teatro que viene.
Sí que hemos notado que el público se dirige mucho más al pequeño formato. Hemos programado teatro encima del escenario, el Microteatro funciona también muy bien, llevamos un espectáculo al Hotel El Cruce dentro de un salón que ellos tienen. A la gente también le apetece un poco salir de la sala grande.
¿Hay teatro de calle?
Si, es una parte fija del Festival. Este año, además, lo ampliamos. Tuvimos cuatro espectáculos. La programadora de calle está metida dentro del mundo de teatro de calle, tiene una compañía de circo. En todos los espectáculos que programamos la calle está llena. Siempre está llena y es un público que a la sala no puede ir.
¿Manzanares participa del Festival activamente?
Si, además está aumentando bastante la participación. Hace varios años bajó pero al reconvertir el formato está volviendo a aumentar. Las actividades paralelas se llenan. Este año, en el coloquio con los actores de una obra de teatro que versaba sobre terrorismo de Eta, fue impresionante. Se habló mucho de teatro y muy poco de política. La gente sabía mucho de teatro, controlan de teatro, porque el coloquio fue por ahí.
Hay un público especializado y mucha gente joven, que puede que haya estado estudiando fuera y ha vuelto, acostumbrada ya a consumir ese tipo de cultura de entre los veinte y los treinta y cinco años.
¿Qué gente visita el Festival?
Sabemos que ha venido gente de Valencia, Madrid y Andalucía. También vienen muchísimos profesionales a ver, gestores culturales y programadores. Además de prensa especializada. Es muy profesional en ese sentido.
Destacaría una de mi primer año como directora. Una compañía cántabra que se llama Escena Miriñaque, que trajeron un espectáculo sobre la inmigración, donde todo el público salió completamente emocionado. El espectáculo se llama Cartas a las golondrinas y además tiene un Max. Ponía un poco en paralelismo esa inmigración que pudieron tener nuestros abuelos y la inmigración que podemos tener ahora los jóvenes. Es un espectáculo muy bonito.
También destacaría el que hemos traído este año sobre terrorismo. La labor que hace la compañía Proyecto 43-2 es encomiable, de que la paz es posible, de que no hay porqué estar divididos, todo se puede hablar…
Los destaco, sobre todo, porque son espectáculos muy pequeñitos, muy íntimos, que cuentan historias pequeñitas pero que a todos nos llegan.
Y un espectáculo que no hayamos podido traer… muchos. Sobre todo aquellos que tienen actores reconocidos por televisión y cine. Recuerdo con Natalia Millán, con Concha Velasco… También recuerdo en mi primer año como directora que Asier Etxeandia rebajó tanto su caché que al final pudimos disfrutar de él, lo cual le agradecimos enormemente. Le comentaron cómo funcionaba el festival y querían venir a ayudar.
Cuando quisimos traer el espectáculo de Concha Velasco su caché se llevaba más de una subvención nuestra.
Gracias a esto estamos empezando a apostar por otro tipo de compañías. Es una apuesta por traer teatro independiente, teatro contemporáneo a esta zona.
Has estado cuatro años como directora del Festival y ha llegado el momento de marcharte, ¿porqué?
Pues por motivos de trabajo, porque no tengo tiempo. Ya he descubierto lo que podía hacer y creo que es momento de que llegue gente nueva con muchas ideas, muy formados, y creo que es bueno que haya un relevo. Hay jóvenes dentro de la asociación que vienen con mucha fuerza y cuatro años está muy bien. No descarto volver, voy a estar dentro del equipo, pero que alguien saque sus ideas, como han hecho este año, y veo que van por buen camino, y hay que dejarles paso porque es un buen momento. En la decisión se han mezclados dos componentes, el personal y la mejora siempre del festival.
¿Cómo es el balance?
Muy positivo. He aprendido a organizar eventos, pedir subvenciones y patrocinio, hacer notas de prensa… He crecido a nivel personal y profesional. Pero requiere una dedicación exclusiva que hasta ahora he podido tener y que hoy por hoy ya no me puedo permitir.
¿Ha aumentado la calidad artística del Festival?
Ha aumentado la calidad emocional. Apostamos mucho por las historias que nos emocionan. Vamos mucho a lo emocional, por comedia o por drama. Pero algo que remueva por dentro.
Paralelo al Festival se concede el “Premio Escena Lazarillo”. Durante tu dirección, ¿qué premios se han concedido?
Se concedió a la compañía Yllana, porque somos fans absolutos de su forma de hacer teatro. Con ellos sí que hemos llenado el Gran Teatro. Al año siguiente se lo dimos a Microteatro por dinero, a la sala de Madrid. Yo las conocía porque mi trabajo fin de carrera fue sobre investigación en Microteatro. Están muy poco reconocidas. Han creado un formato nuevo en el que cabe todo y funciona. En Madrid hay colas para entrar. En el año 2016 se quedó desierto. Se le iba a dar a Sergio Peris Mencheta pero un problema de comunicación entre ambas partes impidió que se llegara a buen puerto y en este punto de no retorno decidimos dejarlo desierto. Este año se le ha entregado a Israel Elejalde, socio de El Pavón Teatro Kamikaze de Madrid.
¿Quién te va a suceder?
No sabemos. A partir de Navidad, que empezamos de nuevo con el Festival, sabremos quién puede ser. Seguro que será alguien que ya está en el equipo.
Comentabas al inicio de la entrevista que empezaste en las Escuelas de Teatro. ¿Qué objetivo tienen?
Nosotros las enfocamos como iniciación al teatro y afición. Porque nosotros somos aficionados, no somos profesionales. Va desde los cuatro años sin límite de edad. Es la base de la asociación. Es lo más importante para nosotros.
Para finalizar, invitar a la gente a que presencie este tipo de teatro, si es en nuestro Festival, mucho mejor, porque es un teatro complicado, con mucha gente que nos apoya, aunque también tenemos nuestras críticas voraces (risas). Al final hay que ser un poco más tolerantes y respetar el trabajo de los demás.