El Centro de Cultura Contemporánea Condeduque en Madrid es un espacio que yo denominaría multidisciplinar, como sabemos todos. Es un espacio que acoge una programación, no sé si llamarla contemporánea o denominarla quizás de nuevos lenguajes, nuevas formas de ver las artes escénicas. Natalia, podríamos abrir esta conversación contando qué es el Centro Cultural Condeduque y qué líneas directoras pretende conseguir.
Nosotros nos definimos como Centro de Cultura Contemporánea y en ese abanico de Cultura Contemporánea es donde se insertan todas las disciplinas que tratamos. Son siete, como áreas en realidad de desarrollo. Estaría la parte de artes escénicas contemporáneas, que como has dicho, hay teatro, hay danza, hay performance, la mezcla de todo, o sea, no hay una catalogación concreta porque es imposible poder catalogar lo que se hace, lo que se está haciendo ahora. Después está la parte de música. También intentamos que sean autores o autoras que tengan voz propia y con lo que abarcamos cualquier estilo, pero siempre con una investigación detrás. Estaría la parte de un área que se llama “palabra” que lo que hace es reflexionar sobre el lenguaje y el lenguaje puede ir después en un formato que sea desde la Spoken Word, a una instalación, a sesiones de poesía con música electrónica, o sea, cualquier
formato, pero todo, reflexiones sobre la propia palabra. Tenemos, también, cine con las Premiers y también con líneas temáticas relacionadas con la programación, artes plásticas con la sala de bóveda. Hacemos tres instalaciones, exposiciones al año, colectivas y siempre reflexionando sobre temas de actualidad. La parte de pensamiento, también muy importante dentro del centro de cultura contemporánea, una vez al mes pueden ser invitados internacionales o mesas nacionales, pero que mezclamos a su vez los ponentes de distintas disciplinas. Y la parte de mediación, que son actividades propuestas. Tenemos Revuelta al patio que son talleres para familias que se hacen junto con artistas, una vez al mes. Inauguramos el espacio POM, que es un espacio para adolescentes y jóvenes que pueden venir a bailar al centro de lunes a jueves… Esas serían las distintas áreas.
Natalia, desconozco si Condeduque tiene residencias artísticas, además de la exhibición de las propias producciones de las compañías, si dispone de algún espacio para creación, para algún tipo de laboratorio dentro de las áreas que me ha comentado.
Sí, sí, existen dos salas de residencia. Hacemos una convocatoria pública con un jurado y en esas salas de residencia están esos artistas que solicitan por proyecto las creaciones. Es donde ensayan también las coproducciones del centro, que también apoyamos a los artistas de esa forma. Y bueno, aparte de que es donde ensayan pues las compañías que vienen a actuar al teatro. En la parte de formación tenemos la que se llama la Escuela de Invierno, que lo dirige La Tristura y que es una escuela que está enfocada en la creación contemporánea, en desarrollar, además de una forma transdisciplinar, aunque sea La Tristura. Son 20 personas cada edición, ya llevamos tres, y ahora vamos a ir a por la cuarta. Y era una forma como de dar herramientas a las nuevas generaciones, enriquecer desde distintas disciplinas. Puede venir alguien de música a darles una charla, muchas veces de artistas que están ya en nuestra programación y que son los que les dan masterclass, por ejemplo, a los alumnos. Y tenemos también un grupo europeo que se llama Future Laboratory, que también es un proyecto de residencia con otros 13 teatros europeos.
¿Cuáles son las inquietudes en este momento de Condeduque? ¿Por dónde gira su programación y qué intenta acercar a la sociedad madrileña?
Yo creo que el planteamiento es que Madrid tenga un espacio donde pueda venir a tomar el pulso a la creación contemporánea. A qué es lo que estaba pasando hoy. Pero a tomar un pulso a la creación contemporánea, a tomar un pulso de cuáles son los debates actuales en la parte de pensamiento, a tomar el pulso de cómo podemos plantear talleres para familias a través de la creación actual. Los artistas son los que se paran a pensar, son los que tienen tiempo para ver en qué mundo estamos viviendo.
Y establecer esa relación también colectiva de ágora, como el teatro, de venimos aquí a compartir y a ver qué es lo que ocurre hoy, de qué estamos hablando, cuáles son nuestras reflexiones. Y por ahí pasa desde presentar a artistas consolidados de las grandes carteleras en el resto de Europa, que podamos verlos aquí, que me parece fundamental, que también los artistas y el público vean qué está ocurriendo. Porque claro, también en la parte escénica es más complicado. Uno puede leerse una novela de un autor americano o taiwanés, pero ver propuestas, o sea, la parte escénica hay que verla, son artes en vivo. Y para poder seguir alimentando a nuestros artistas, para seguir alimentando a nuestro público, tienen que verla. Entonces hay una línea de traer cosas internacionales, de qué es lo que está ocurriendo. Es muy importante, y es muy importante también como Centro de Cultura Contemporánea para nosotros, apoyar a todos esos artistas que están trabajando a nivel tanto nacional como local.
¿Cuál es la temperatura en este momento de la creación contemporánea? Y ligado a esta temperatura, ¿cree que hay un público mayoritario que se acerca a Condeduque a ver este tipo de programación?
Sí, lo hay. Sí, sí. Pues mira, justo además con la pregunta que me haces te comento que hace días acabamos un festival, el Festival Supernova sobre danza y performance. Gente joven. No son óperas primas, pero de algunos de ellos casi. Han sido cuatro días de programación donde además hemos invitado a programadores internacionales.
Veían propuestas por la tarde-noche y por la mañana hicimos encuentros con artistas que coproducimos en la casa y que están desarrollando proyectos nuevos. Pues por un lado te diría que los programadores nos felicitaron y nosotros mismos estábamos como, bueno, qué maravilla, porque es verdad que la calidad, el nivel de las propuestas y la calidad de la propuesta de los artistas que tenemos es estupendo. De verdad que en comparación con otros países no tenemos nada que envidiar. Estamos en un muy buen momento en cuanto a la creación y esos espectáculos y este festival ha estado lleno todos los días. Eso significa que ha sido increíble también. Primera edición y todos los días lleno. Eso significa que hay un interés del público, por supuesto,
y que dentro de la creación contemporánea además hay un abanico muy diverso al que quieres acercarte.
Natalia, hay veces que las propuestas de los artistas en cuanto a la creación contemporánea son muy claras, digamos, entre comillas, sabemos lo que nos quieren hacer llegar, pero hay veces que el vehículo de comunicación no es del todo claro. Voy más allá. Cuando alguien se acerca por primera vez a una pieza de danza contemporánea, muchas veces surge el comentario “es que no me he enterado de nada”. ¿Cuál es el consejo de Natalia como directora artística de Condeduque para ver este tipo de espectáculos?
Todo el mundo viene, efectivamente y te dice, pero es que no he entendido cuál es el argumento. Yo de esto no sé. Yo no sé si puedo entenderlo. En realidad, mi consejo siempre es que esto es que no tienes que entenderlo. No hay un argumento. No hay el tradicional aristotélico de nudo y desenlace, porque es otra forma de contar. Y el problema es que esa forma de contar la tenemos en las películas, en las series. O sea, estamos acostumbrados a que esa es la única forma de contar. Sin embargo, si tú te sientas en una butaca y vienes a ver danza, la cuestión es que a través del cuerpo te van a contar cosas. Que no es el argumento con nudo y desenlace, sino que son otras cosas, son otras vivencias y que además hay muchas formas de poder acercarte a eso.
Puede ser desde lo conceptual, si tú tienes muchas más herramientas sobre lo coreográfico, pero también es desde lo que sientes, lo que no sientes. Yo tengo una niña de nueve años que me cuenta, y yo siempre le digo, es lo que tú, lo que tú crees, no es algo que tú tengas que averiguar. Es algo que ellos han hecho para el público y eres tú el que pones qué es lo que te sirve, qué es lo que te ha contado, qué es lo que te remueve. Esa libertad y ese relajarte en la butaca es lo que se hace difícil. Yo creo que si algo te remueve y algo te pellizca ha merecido la pena quizás. Y si te enfada.
También. Para mí el único problema es que no tienes que estar con la cabeza en entender. No, porque ese entender va solo a que no he entendido el argumento y es que no es así. No, si uno se relaja y dice bueno… En arte contemporáneo hay un método que usan en los museos, que es el Visual Thinking, que te preguntan, ¿qué crees que es lo que está pasando ahí dentro en ese cuadro? Para ti. Esa es la pregunta que te tienes que hacer para ti. Cuando cambia y no es como si te estuviesen haciendo un examen que tú no entiendes, es cuando uno se relaja. También puedes disfrutar de la belleza. Es un viaje. Es como si dices confías, pues vamos, ¿no? Vente, sin miedo.
Condeduque ha estrechado lazos con importantes festivales a nivel nacional e internacional. Prueba de ello ha sido la colaboración con el Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. ¿Qué tipo de programación se ha hecho?
Con Festival de Otoño es verdad que ya hemos hecho tres ediciones en las que además el diálogo ha sido estupendo, maravilloso. Esta última temporada hemos presentado a Milo Rau, que ya había estado en Condeduque en la temporada, el espectáculo de Miet Warlop y Veronese. El año pasado tuvimos a Bruno Beltrao. Hemos intentado que el Festival, conscientes de respetar la identidad de cada espacio, la programación de aquí es una programación consensuada entre el Festival de Otoño y nosotros. No hay una imposición por un lado o por el otro, sino que son tomas de decisiones conjuntas.
Colaboramos, también, con el Festival Grec en muchas de las coproducciones. Hemos colaborado este año con el Festival TNT en Terrassa también. Otras veces con Temporada Alta, el Mercat de las Flores de Barcelona, pero también con teatros en Portugal. El Rivoli en Oporto y Culturgest en Lisboa, con los que compartimos muchas giras internacionales. Estamos muy contentos porque las últimas tres ediciones que llevamos ya con el Kunstberg en Bruselas han presentado producciones de Condeduque. Samar, Conde de Torrefiel y Bárbara Bañuelos, así que bueno, siempre motivos de alegría. Estamos dentro de la red nacional de teatros y auditorios de titularidad pública. Estamos en el proyecto Europeo, así que bueno, tenemos muchos amigos, la verdad que sí. Teatralia, que también colaboramos con ellos.
¿Cómo está estructurada la programación de esta temporada de Condeduque?
Entiendo que me preguntas en escénica, porque en plástica, por ejemplo, ahora acabamos de inaugurar una exposición estupenda, que es “La gran fábula del capitán”, comisariada por Valentín Roma, y que ha sido una exposición que se ha hecho exprofeso para Condeduque, para las bóvedas. Que es el director de la Virreina.
Es muy curioso porque la exposición abre muchas líneas que trabajamos desde el centro, desde la cuestión del medio ambiente, los géneros, de lo que estamos reflexionando desde aquí.
Vamos a empezar además con platos fuertes, porque en enero arrancamos con Giselle Vienne, que es una creadora franco-suiza, con su última pieza, Extra Life. Después vamos a tener a Angelica Lidell aquí por primera vez, que viene a Condeduque, con Vudú, que forma parte de su trilogía sobre el entierro. Y tenemos el Festival de Iberface con quien también colaboramos, que traerá muchas creadoras de músicas actuales.
Alberto Cortés, que está con One Night in the Golden Bar, que también es como uno de los nombres por los que queremos apostar y seguir apostando, como creador. Va a hablar sobre el mundo de la noche, sobre la afectación, y a mí me parece alguien a seguir, como alguien muy único en su escritura dramática.
Vamos a tener nombres también enormes como Trajal Harrell, que es un coreógrafo americano de Nueva York, pero instalado en Viena, y viene con una producción de Viena que se llama Koln Concert, y que va a ser la primera vez que viene a Madrid.
Esas introducciones que te comentaba de qué tenemos que conocer, Trajal Harrell, es alguien a quien hay que conocer.
Vamos a tener en palabra a Agustín Fernández Mayo con Berta García, que también es un buen tándem en la parte de palabra. Tenemos a L’Alakran, que es Óscar Gómez Mata, que es un histórico de la generación de La Ribot, que va a presentar una pieza nueva, que está basada en Suiza, pero son españoles que hay que volver a traer y a presentar. Tenemos el estreno de la pieza nueva de Poliana Lima también. Sharon Eyal que vuelve, que ya la trajimos hace dos años y fue un éxito arrollador, así que va a traer otra pieza. Iker Karrera también, que lo hemos invitado a que haga una pieza nueva,
que la verdad es que estoy muy contenta. Y Ernesto Artillo, vamos a hacer una cosa que… Ernesto Artillo tiene una pieza que se llama Tablao y que se creó para el aniversario del K2M, del museo. Es una recreación de un tablao, que lo haremos en el patio, y en el que participa El Niño de Elche, Rocío Molina, Andrés Marín, como las joyas flamencas, muchas joyas flamencas juntas y que van a actuar en el patio.
Viene Raül Refree en música y después un programa sobre, bueno, lo que comentaba del medio ambiente, de Azcona Tolosa. Son como dos grupos de teatro, unos que están ubicados en Barcelona, y otros que son belgas, que hablan sobre el medio ambiente, son dos parejas, tienen muchas cosas similares y hacemos un programa doble entre ellos. Canto Mineral es una y Ocean Blue es la segunda.
A muy grandes rasgos esta sería la programación. Tenemos 120 actividades al año, es muy difícil poderla resumir en unos pocos minutos. Es muchísimo.
Para finalizar, Natalia, hay un movimiento entre las direcciones artísticas de los centros de producción artística, valga la redundancia, del Ayuntamiento de Madrid, ¿a Condeduque afectará este tipo de reestructuraciones que se están desarrollando?
En principio no, porque me han confirmado otra temporada más, así que en lo que respecta a Conde Duque vamos a estar trabajando en la siguiente edición.