Esta es tu octava edición del festival. Llevas siete a tus espaldas, ¿cuál es el balance de estas siete ediciones y la que viene en camino?
Bueno, el balance es muy positivo, es un balance donde he aprendido muchísimo, donde también he sufrido, pero sobre todo creo que la balanza gana a favor, de sobra. Probablemente es una de las etapas más importantes. Nunca he estado tanto tiempo en un mismo lugar, por nuestra profesión tan nómada. Creo que hemos realizado, digo hemos, porque han participado muchas personas. Ha sido un equipo que con el tiempo se ha ido transformando, entrando y saliendo gente, pero que hemos conseguido eliminar la deuda histórica creando la Fundación, sanear todas las cuentas, dejar una transparencia en cuanto a la gestión económica. También dejar un patrimonio técnico en el festival, y luego en cuanto a programación, la creación de dos certámenes internacionales. Hemos hecho un festival accesible, no sólo físicamente, sino también económicamente, y socialmente. Creo que también he tenido un compromiso social.
Hablamos de esa deuda que rondó los 1,3 millones de euros, ¿Natalia Menéndez y su equipo han sido más gestores, y en tu caso, más gestora que directora? ¿Se ha visto mermada la programación para hacer frente a la deuda?
Fue algo más de 1,3 millones, rondó los 1,5 millones de euros. A ver, es complicado. Cuando yo entré se me habló de una deuda que con el tiempo se quintuplicó al revisar las cuentas, digamos. También hubo una voluntad política para la creación de esa Fundación para resolver ese problema. Pero es verdad que un porcentaje de tiempo invertido hacia la deuda fue muy grande. En cuanto a la programación, mermó lo que son los grandes nombres, las grandes compañías, la posibilidad de producir. Eso sí que fue mermado, pero al no venir las grandes firmas me di cuenta, con el tiempo, que esas grandes firmas lo que hacían era tapar un montón de compañías con un nivel muy grande pero que no podían ver la luz de una manera más clara porque estaban taponados por esas firmas tan grandes. El ofrecer de pronto otras miradas de otras compañías yo creo que también ha enriquecido. Es decir, el buscar fórmulas diferentes, el imaginar la gestión desde otro lugar, la dirección artística, ha hecho que se ofreciera otro tipo de festival. No tan al uso, no tan corriente, no tan convencional.
Claro, por supuesto. Si, si. Lo que he hecho es buscar la fórmula de coproducción, tanto con otras instituciones como con las compañías. Han funcionado bien. Han sido muy miradas por parte del festival con quien nos podíamos aliar, porque tampoco podíamos hacerlo así de una manera tan alegre. El festival ha procurado un marchamo de calidad y de diferencia. Y de esto me he dado cuenta un poco más tarde, claro, porque yo no estaba en eso. Es cierto la suerte que han tenido las compañías que han estrenado en Almagro y que hemos coproducido. Todas han tenido, o casi todas, en un porcentaje muy alto, una vida muy larga.
¿Qué le ha faltado al festival en este periodo de “crisis” económica?
Poder tener una economía un poco más saneada para poder tener más gente. Hemos trabajado bajo mínimos, los equipos bajo una presión muy grande, y un desgaste muy grande. Pero creo que no hemos sido los únicos en España.
¿Qué ha supuesto el Max? ¿Ha sido un reconocimiento a todos estos años de esfuerzo y de sacrificio?
El Max ha sido una alegría porque es un reconocimiento por parte de la dirección de los Premios Max. Lo que si me di cuenta cuando fui a recibirlo fue el aplauso del público, de la gente, y eso fue muy hermoso. Ahí te das cuenta de que tienes el apoyo de la profesión.
Te han preguntado hasta la saciedad si cuando termine la 40ª edición del festival lo dejarás. Has respondido, también hasta la saciedad, que primero es la 40ª edición y luego ya veremos. ¿No es momento de empezar a disfrutar del Festival y hacer otro tipo de trabajo?
No porque la economía va a ser la misma. La dotación presupuestaria este año ha subido un 1,8%. Puede variar otro 1,8%. Es decir, el nivel de exigencia va a ser el mismo y por lo tanto el camino ya está hecho.
Vamos con la 40ª edición. ¿Qué destacarías? ¿Qué novedades hay? Hay una programación titánica, gratuita, de calle, hay de todo…
(Entre risas) Si, hay de todo. Destacaría el estreno de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, con La Dama Duende, porque Helena Pimenta llevaba dos años sin estrenar en Almagro, y está muy bien que un patrono estrene en Almagro. Pero destacaría otros estrenos nacionales, como Eco y Narciso, con un texto muy desconocido, y es sorprendente, porque, así como La Vida es Sueño trata la relación paterno filial, aquí es materno filial. Es muy desconocido y me “alucina” este texto por esa relación entre madre e hijo. Y va a dar que hablar este texto, y espero que también la puesta en escena. Lo deseo. La Calderona es un juego que también va a divertir mucho.
Otra de las partes del festival es lo internacional. Trece países nos visitan. Alemania, con ese Sueño de una noche de verano que va a ser de esos espectáculos que va a quedar en la retina de la gente que vaya. Yo aconsejaría que no se lo pierdan, porque verdaderamente es algo excepcional. No es facilón, es excepcional. Otra cuestión que no es facilona es lo que va a hacer México. Este festival no es facilón, implica al espectador. Le implica desde su imaginación, desde su libertad, desde su vuelo emocional. No es quedarte sentado sólo en la butaca. Ni siquiera los espectáculos de calle son facilones. No, no lo son. Porque el de inauguración es un homenaje a 40 actores, vivos y muertos, con un derroche de imágenes, de música en directo. Pero te exige participar, y decir, pues este es Fernando Fernán Gómez, esta es Nati Mistral… Ya veremos quiénes aparecen, porque nosotros hemos intervenido mucho. Destacar, también, el espectáculo que cierra, francés, que es como un Julio Verne, entre el cielo y el mar, que es como muy barroco del sueño. Porque esta programación tiene mucho de sueño. Sueño entendido como el sueño delirante, y tremendo de una sociedad que te lleva a un lugar francamente desastroso. Y el sueño entendido como un lugar donde puedes flotar y donde puedes pensar que la vida merece la pena. El barroco es muy contradictorio en sí mismo.
Israel, de pronto, o Rumanía, son dos países que no han venido nunca al festival. Israel que tiene una tradición de café-teatro, un teatro más irónico, más bestia. Ofrece un Molière bastante desconocido en España. Y Rumanía, ese Julio César es como un Visconti del Este. Es de una belleza singular, fuera de lo común. Lo que decía de México, van a hablar en lengua indígena por el tema que a veces la palabra no nos sirve, hace falta el gesto. Qué pasa cuando la palabra no funciona.
Va a haber mucho debate. Va a intervenir la ciudad con artistas plásticos y visuales que van a ofrecer su punto de vista. Destacar también la exposición del Museo Nacional del Teatro, del vestuario, figurines, que yo creo que va a ser muy hermosa.
Para las familias tenemos el Certamen Barroco infantil. Este año compiten España, Argentina y Brasil. En el Teatro Municipal, con una entrada de ocho euros. En este sentido si me gustaría destacar que estamos haciendo una política no violenta en cuanto al importe de las entradas. Para nosotros era muy importante. Tenemos muchos descuentos para desempleados, grupos, familias, jóvenes, mayores, día del espectador… de todo. Volviendo a la programación para familias destacar que hay mucho. Hay como veinte espectáculos.
Hay cine. La Academia de Cine ha entrado con nosotros con películas muy poco vistas. Hay un documental que se va a estrenar sobre el festival. Se proyectará la película El Caballero de Olmedo que ha realizado Juan Codina, actor. Vamos a presentar el libro de los cuarenta años, que ha sido un trabajo ímprobo por parte del equipo del festival (está en máquina). Primer Acto también va a tener su momento. En fin, van a pasar muchas cosas, las jornadas.
Además, el homenaje a Joaquín Notario, Pepa Pedroche y Arturo Querejeta, ¿porqué ellos? ¿qué han aportado al festival?
Han aportado, además del talento para hacernos reír, para hacernos llorar, para emocionarnos, para conmovernos, también, una lección de humildad. Un comportamiento excepcional como personas. No han hecho ruido, pero han hecho mucho. Nos han ayudado mucho para estar bien. Y en Almagro ellos son muy queridos. Muy, muy queridos. Los hombres han participado en 19 ediciones, tanto Joaquín como Arturo, y Pepa en 16. A través de ellos hemos querido homenajear a todos los actores que han pasado por Almagro. Por ejemplo, Pepa también ha sido asesora de verso en múltiples compañías, ayuda en dirección por ejemplo ahora en Fuente Ovejuna. Ha estado más veces y no como actriz. Encima dos de ellos son manchegos. Miel sobre hojuelas.
¿Porqué el premio Corral de Comedias a Pepe Sacristán?
Se premia siempre a una persona o a una institución que haya hecho un trabajo importante con respecto al escenario, a las artes escénicas. Pepe reúne su trabajo en el teatro, en la Zarzuela, en la Comedia Musical, además del cine y televisión. Pero es que lo ha hecho muy bien. El Quijote que hizo en Almagro yo creo que ha dejado una huella imborrable. Y es un hombre que es motor. Motor en cuanto a su pasión. Mi discurso está enfocado en explicar por qué un actor está donde está. Tiene mucho que ver la actitud con que cada uno toma los proyectos, cómo los desarrolla y cómo está con respecto a la profesión. Creo que Pepe cumple todo eso.
Si. Fui como espectadora en el año 1986. Pero luego actué en 1992, en El Desdén con el Desdén. Luego con Narros. Lo más gordo fue La Discreta Enamorada, que gané el premio Ágora. También, en lo último que yo he hecho como actriz, el Don Juan de Molière, dirigido por mi tío Jean-Pierre Miquel, en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Más tarde estuve como directora escénica con el Curioso impertinente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
¿Cómo va la venta de entradas?
Ahora mismo hay una ocupación de un 61,17%. La taquilla física ya está abierta también. Hay algunas obras que ya están cerradas.
¿Cómo esperas cerrar esta 40ª edición del festival?
En calma. Espero cerrarla en calma. Para mí es muy importante que no haya sucedido nada grave a nadie del equipo, de las compañías, de los espectadores. Eso es para mí lo más importante. Lo demás pasa a un segundo plano.
Independientemente del festival, ¿qué proyectos tiene Natalia Menéndez encima de la mesa?
El más cercano es que voy a dirigir una obra de un autor uruguayo, afincado en París, que se llama Sergio Blanco. La obra se titula Tebas Land (La tierra de Tebas) y se ha hecho ya en Alemania, Inglaterra, Francia, Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, etc. Estrenaremos en Avilés en noviembre, vendremos al Pavón Teatro Kamikaze de Madrid, y finalmente haremos gira.
¿Crees que te ha quitado mucho tiempo el festival?
Sí, pero mi compromiso estaba aquí. Yo me he comprometido con el festival y ese era mi compromiso. Si no, me hubiera ido. He dirigido poco para lo que hubiera querido, pero bueno, han sido tres montajes y una zarzuela (La Villana), la adaptación de La cantante calva de Ionesco, alguna exposición. Trabajo mucho. Apenas tengo días libres.
Nos interesa tu opinión al respecto de la situación laboral de los artistas (artes escénicas) en nuestro país. ¿Qué opinión te merece la situación actual?
Ahora están afinando creo el Estatuto. Esto podría ayudar. El legislar y ofrecer algo que tenga una cierta coherencia. Creo que se puede mejorar. Pero es algo que hay que ir afinando, que no es fácil. Somos muy diversos, con problemáticas muy diferentes. Es como una amalgama de gente, y es muy difícil unificar. Habrá cosas que puedan ser parecidas, pero que hay que mejorar es evidente.
Bueno, han estado otros directores que han hecho lo propio. Yo soy la octava.
¿Qué destacarías de cada uno de ellos? ¿Podrías destacar algo de todos?
No sé si de todos. César Oliva fue el primer director y junto con Rafael tenían una sintonía muy grande en cuanto a cómo desarrollar ese festival, hacerlo internacional. Hubo el apoyo de los dos. Tengo muy perdidos a unos cuantos. Amaya de Miguel estuvo muy poco tiempo y además no fue bien tratada. Entró en un momento muy delicado de crisis. Las dos hemos entrado en el peor de los momentos, tanto Amaya como yo, y no fue, como digo, tan bien tratada. La gestión de Luciano fue muy variada, se atrevió con gente joven, con creadores nacionales. Fue interesante en el apoyo a la gente joven y a maneras de mostrar el teatro clásico, a conjugar el teórico y el práctico. Emilio hizo cosas importantes como acercar el teatro a los barrios, llevar una parte como más social de lo que era el teatro. Abrir Áurea, la antigua universidad renacentista me parece que fue muy interesante. Le dio fuerza al premio Corral de Comedias. Intentó que la altura internacional fuera otra. En la época de Emilio se abrieron muchos espacios.