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Año VIIINúmero 396
17 MARZO 2025

Rulo y la Contrabanda y el desafío de no perder los trenes en marcha

Imagen promocional del cantante
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Como muchas de las canciones de Rulo y la Contrabanda, esta entrevista a Raúl Gutiérrez (Rulo), vocalista y compositor, también comenzó en un pedazo de hoja en blanco que buscaba llenarse con la historia de un cantante que alcanzó la cumbre del éxito y desde ella, decidió que la felicidad era otra cosa, como la que hoy le lleva por los escenarios de decenas de teatros de toda España con una nueva gira ‘Cercanías y medias distancias’ que culminará en París, la ciudad del amor, tal vez bajo la mirada atenta de una Gioconda buscando ser protagonista en alguna de sus canciones.

Esta gira de teatros es la esencia de un bohemio que cabalga por la vida con su guitarra a cuestas, y que se la juega con una propuesta diferente, escapando de lo eléctrico y lo multitudinario, para recuperar la magia de cuando cantaba en un bar por cuatro perras y un par de latas de cervezas frías. Quizás sea la mejor forma de reencontrar a aquel crío que con quince años se subía por primera vez a los escenarios con sus colegas de Suizidio, desafiando a la fábrica que desde el otro lado de Reinosa le ofrecía el mismo futuro que a la mayoría. 

Si ahora se cruzase con aquel crío que tenía más ilusión que manejo, “me sentiría identificado en las ganas de disfrutar y de hacer de la música mi profesión”. Confiesa Rulo que ser de pueblo es como tener un cable a tierra. “Nunca he soñado con ser un rock and roll star. Yo he soñado con el rock y con dedicarme a la música. Ser un ‘star’ cuando vienes de un lugar tan humilde y de una familia obrera como yo, no te permite que se te vaya la olla porque llega alguien, te da un golpecito en la espalda y te recuerdan que eres el hijo de Tomás”.

No obstante, los sueños se trabajan y de vez en cuando, si hay suerte y talento, pueden llegar a cumplirse. “Nunca hubiese soñado con todo lo que me ha dado la música y todo lo que he hecho con la música. Para mí, el éxito en la vida es poder dedicarte a tu pasión, levantarte de la cama y depender económicamente y emocionalmente de lo que te gusta”.

Rulo supo subirse a un tren en marcha

En la fría estación de tren de Reinosa sólo había información de los pocos trenes regionales que hacían parada en el municipio. Algunos paisanos entraban y salían como hormiguitas que buscan sustento; sin armar ruido, buscando el mar, sin mirar atrás cuando tocaba despedirse, porque como alguna vez escribió Bergareche, “despedirse es una agonía. No sabemos despedirnos”, de ahí que siempre los reencuentros sirvan como alivio de la última imagen.   

“Lo cuento muchas veces en mis conciertos. Si me dedico a la música es porque un día, con 17 años, Fito Garmendia y yo pillamos un tren, bajamos a Madrid con nuestra maqueta y conseguimos que la escuchasen y confiasen en que ahí había algo distinto”. De aquello, que podía parecer una osadía de dos chavales empujados por el heroísmo de la juventud, han pasado más de veinte años y la música sigue siendo el hilo conductor de su historia, como los trenes de ida y vuelta que los lleva a recorrer el mundo para acabar varando siempre en Reinosa, el refugio y el faro al que volver.

Por eso, no es raro que la escenografía de esta gira evoque esa idea de los trenes en marcha. “Llevamos sobre el escenario un tren de doce metros, que aparece rodando en la tercera canción, veo la cara de la gente y es como ‘hostía, ¿qué cojones hace aquí ese tren?’ y está porque a mí me encantan los trenes, es mi medio de transporte preferido y luego por esos trenes de juventud que nos llevaron a Madrid con todas nuestras ilusiones para que alguien nos fichara. Luego hemos cogido y perdido muchos otros, pero me sigue pareciendo una idea muy romántica y muy teatral”.

Imagen promocional de Raúl Gutiérrez (Rulo)
Imagen promocional de Raúl Gutiérrez (Rulo)

Rulo: “Las canciones en un teatro cuentan historias distintas”

Igual que los buenos actores a los que un día les sobrepasan los guiones encorsetados y repetidos hasta que la escena sale como un director marca a ritmo de chasquidos de claqueta, Rulo ha decidido volver a emprender una gira en acústico, que trasciende la música para dar cabida a esa ficción mágica del teatro.

“Hay canciones que en el teatro cobran otra dimensión. Al final, este tipo de espacio es devolver la música a su lugar original. Lo de los grandes estadios, lo de los festivales…son cosas que han surgido después. Johnny Cash, The Beatles, Elvis, tocaban en teatros”.

De hecho, defiende, “cuando alguien va a un festival, da igual casi quién toque, se pierde la atención. La gente está con el móvil, mucho más dispersa; sin embargo, en el teatro tienes a todo el auditorio metido en un espectáculo”. Puesto a darle significado, el cántabro diferencia entre dos universos de música distintos. “Cuando hacemos rock, para mí es un concierto, cuando hacemos esto otro con la banda yo lo llamo espectáculo”. “Cada vez que hay gira de teatros, el equipo tiembla porque hay muchas horas de curro detrás. Llegamos a los teatros a las diez de la mañana para poder tener el montaje listo”.

Todo ello es un proceso creativo que obliga a rebuscar en el cerebro todo aquello que conecta con la pasión y que encaja con la idea de autor. “Como creador, pararme a pensar desde el título de la gira, la escenografía, llevarla a cabo junto a Silvia que es la que hace que mis ideas sean factibles, elegir el repertorio de instrumentos, las canciones, es un trabajo inmenso, pero a cambio te da también muchísimas alegrías y me encanta meterme en estos líos”.

No obstante, en uno u otro contexto, las canciones siguen siendo las protagonistas. “Las canciones son siempre las que mandan, aunque dependiendo de la forma en que las compartes tienen unos matices diferentes”.

Una gira con una treintena de paradas

La gira ‘Cercanías y medias distancias’ hará parada en numerosas ciudades de toda España como Guadalajara (22 marzo), Barcelona (26 de marzo), Murcia (28 de marzo), Málaga (29 de marzo), Sevilla (30 de marzo), Bilbao (4-5 de abril), Mallorca (18 de abril), o Menorca (19 de abril)… así, hasta el 25 de octubre, donde sonará la megafonía anunciando el final del trayecto, siendo la sala Pan Piper de París la penúltima de las estaciones a las que llegará la música de La Contrabanda, porque luego siempre queda alguna más y por qué no, Madrid, como ya anticipó Sabina como destino de los fugitivos.

En estos primeros meses, confiesa el cantante, “estamos disfrutando y valorando muchísimo que el público nos haya dado el sí. Hay muchas bandas de rock que intentan hacer teatro por una inquietud musical o personal y el público no lo secunda y acaba siendo una buena idea pero sin gente con quien compartirla”.

“Tenemos la suerte de que el público viene a vernos en nuestras dos facetas, que son muy diferentes entre sí. Muy, muy diferentes. Me siento muy afortunado, porque además tengo la sensación de que en España se premia más el inmovilismo, cuando alguien sigue un cantante o un grupo y se le ofrece siempre lo mismo”.

Para el de Reinosa la gira de teatros no es una cosa nueva. “Descubrí los teatros con La Fuga con la que hicimos una gira de ocho o diez teatros, ya hace muchos años, y ahí descubrí lo que era tocar en un teatro que es un género en sí. Es una cosa muy diferente a tocar electrificados y haciendo rock”.

En ese espacio cerrado, con el público sentado en sus butacas, “descubrí los silencios, descubrí lo creativo que era idear una nueva escenografía. Fue una cosa tan creativa que me gustó mucho. Cuando pasó lo que pasó y formé Rulo y la Contrabanda, a mi nueva oficina -Getin- les trasladé que quería hacer teatros. Hicimos una gira eléctrica, después intentamos hacer teatros y nos pasó que muchos de los que programan música en ellos no terminaban de apostar. Salieron diez conciertos y nos encontramos con un público que nos arropó desde el primer día”.

Con el paso de los años y los nuevos discos de la Contrabanda, el número de teatros ha ido creciendo de forma exponencial. “Con el segundo disco hicimos dieciocho teatros, con el tercero fueron más de veinte, con el cuarto no pudimos por la pandemia y en esta nueva gira, vamos a hacer casi una treintena”.

Esta “romanticada”, como él mismo la llama, tiene sentido porque sigue encontrando la respuesta de sus fieles. “Al final, alquilar un teatro para hacer este tipo de espectáculos es una romanticada, también económicamente. Lleva un trabajo tremendo, tenemos un percal de gente trabajando de la leche; entonces, si llegas y te encuentras un teatro medio vacío, obviamente dejas de insistir en pegarte cabezazos contra la pared”.

Después de tantos años, la fórmula le sigue funcionando y lo que toca sigue calando entre los que siempre estuvieron y los que acaban de descubrir su música. “Nos gusta muchísimo que de repente llegue el invierno y poder hacer esto para sentir la música de esta forma tan especial que te permiten los teatros”. “Para mí este tipo de espectáculos tienen sentido en invierno”.

Imagen promocional del artista
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Escribir sin pensar en números

Desde que empezó su carrera, la industria de la música no ha dejado de cambiar y de reinventarse, eludiendo una muerte a la que ni siquiera la ha condenado la piratería. Del cassete se pasó al cd, de ahí la sociedad aprendió lo que significaba mp3…ahora, se escucha música en streaming y se rebuscan los grupos favoritos entre la lista interminables de festivales que proliferan por toda España.

La nueva industria se ha convertido en números. Número de escuchas, número de likes en redes sociales, números de reproducciones del nuevo videoclip de turno. Es difícil escribir himnos generacionales cuando la inmediatez es tan voraz con lo que se crea. Contra esto, quedan los que entienden la música como otra cosa, como lo que fue siempre, emoción compartida.

“En esta guerra intento estar al margen porque es una carrera que vas a perder siempre. Si entras a las modas o a lo que se lleva, te ves haciendo una canción cada mes y si va bien, cada semana. Tendrías que estar haciendo duetos todo el rato. Yo nunca he estado de moda, ni con La Fuga ni con Rulo y la Contrabanda y nunca las he seguido”.

Tiene claro que “cada uno tiene que ir con convicción por su camino. Y si ahora no se llevan los teatros, por ejemplo, o no son súper rentables los teatros, si es tu apuesta, tienes que pelearla.  Una vez leí una entrevista a Raphael, que decía que el único consejo que se atrevía a dar a los jóvenes era hacer turismo y si entras al trapo de lo que te obliga esa industria dejas de ser tu mismo y acabas siendo uno más”.

En este sentido, y con la experiencia que le han dado tantos años de música, con casi doscientas canciones compuestas y una veintena de países conquistados a sus espaldas, considera que “el número uno dura un día, al día siguiente es otro el que está ahí. Como te envenenes de esa necesidad de estar siempre arriba te pones enfermo. Estamos viendo cómo muchos artistas acaban con problemas de salud mental, porque este tipo de éxito te destroza la cabeza. Ahora hay mucha gente joven que empieza pensando más en dar el pelotazo que en hacer una carrera, cuando el triunfo es tener una carrera larga”.

Para tenerla, una de las claves que ha practicado ha sido “saber decir que no a las cosas que no he querido hacer. Desde que empecé siempre he sido muy cabezota y nunca he hecho nada que no me haya apetecido, tampoco me han propuesto demasiadas”.

A la larga ha aprendido que “decir que no a lo que no quieres, contribuye a tener una carrera larga. En mi caso, nunca ha habido un manager o una discográfica que haya marcado los tiempos, siempre he sido yo el encargado de decidir lo que necesitaba, de tomarte ese descanso para componer y eso es un lujo”.

La otra pata que ha sostenido a este bohemio del rock, ha sido estar rodeado de las personas que han abrazado sus locuras. “Tener al lado personas que te acompañan en tus ideas y las hacen mejores, es vital para que los proyectos salgan. Yo tengo muchas ideas y es mi crew quien las apuntala y más cree en ellas”.

Después de veinte años, queda mucho por contar

Encima del escenario, Rulo suma más de veinte años, toda una vida que sirve en sus canciones para resumir la de tantas personas que han encontrado en sus letras la banda sonora para su diario.

Después de tanta música, el cántabro también ha encontrado en la literatura otra forma de contar y de conectar con su público. Primero nació: “Rulo. Tres acordes y la verdad”, escrito por la periodistaÁfrica Egido en el año 2020; puede que esos apuntes biográficos compartidos en forma de diálogo, abriesen la puerta a publicar el poemario “Vértigos y norias” (Editorial Aguilar, 2021) y más recientemente, su primera novela: “Cuestión de suerte” (Editorial Suma, 2024).

Pese a ello, insiste, “queda mucho por contar porque la vida todo el rato es diferente, todo el rato está dando tumbos”.

La mayor inspiración en la vida, sentencia “es vivir. Y vivir vivo, no sólo basta con respirar, sino estar lleno de ganas”. “Con la novela he disfrutado muchísimo y mi intención es seguir escribiendo la continuación de ésta”.

Detrás de ese trabajo incansable que no para de buscar una vuelta de tuerca más en todo ese periplo creativo, están las historias personales que quedan en el camino, la gratitud de ese tipo que se acerca en un rincón del mundo cuando lo reconoce y le agradece todo porque, sin saberlo, su música ha servido para salvar o acompañar cuando no quedaba otro ancla al que aferrarse. “Eso es lo mejor que te puede pasar como compositor, es la gasolina para seguir. Para mí el feedback de las redes me parece más artificial. El otro día, por ejemplo, estoy tomándome un café, vino un tipo de unos cuarenta años y me dijo: ‘Hostia, te acabo de descubrir hace medio año y estoy totalmente enganchado a todas tus canciones’. Y no te queda otra que te emocionarte”.

También están los que siguen apostando por escribir cartas o los que esperan después del concierto. “Ahí te das cuenta de lo importante que son algunas canciones tuyas para algunas personas, como lo son también la de otros artistas para mí”.

Esta conversación con el artista, acaba de la misma forma que la conversación con cualquiera de los fans que puedan sentirse reflejados en lo anterior, porque este que escribe también estrenó la juventud con las canciones de La Fuga y le dio sentido a la madurez con algunos de los apuntes que Rulo empezó a disparar con la Contrabanda. Puede que el hilo rojo que conecta personas también tuviese que ver con los acordes de una simple canción de rock, aunque pueda sonar a una escena de teatro más por interpretar mientras un tren pasa de largo.

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