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Silvia Espigado: «Con veintidós años, bailando, conociendo gente… pensaba que esta profesión era la más maravillosa del mundo»

Silvia Espigado nació en Berna, Suiza, un 26 de agosto de 1964. Hija de emigrantes españoles en Suiza, se instaló con nueve años en Estepona (Málaga), ciudad en la que se encuentran sus raíces.

Está diplomada en Arte Dramático y cuenta con una amplia carrera a sus espaldas. En teatro ha trabajado en obras como El último tranvía (1990), junto a Lina Morgan, Un marido de ida y vuelta, dirigida por Gustavo Pérez Puig, Pop Corn dirigida por Juanma Bajo Ulloa, Las trampas del azar (1994), de Buero Vallejo, Yonquis y yanquis (1996), dirigida por Francisco Vidal, en el Centro Dramático Nacional, Por delante y por detrás (1997), de Michael Frayn, La muerte de un viajante, de Arthur Miller o De cerca nadie es normal (2009), junto a Paco Maestre y Adam Jezierski.

 

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En televisión, ha participado en multitud de programas: desde el mítico Un, dos, tres… responda otra vez, pasando por series como Compuesta y sin novio (1994), de Pedro Masó, Hermanos de leche (1994-1995), Querido maestro (1997), de Julio Sánchez Valdés, Manos a la obra (1999-2000), de Vicente Escrivá y Cuéntame como pasó (desde 2001, como Clara), de Tito Fernández. Episódicamente intervino en la popular La que se avecina (en 2010, como Teresa, la amante de Estela Reynolds en el capítulo 4×10 Una project leader, una hermana insoportable y un delantero pichichi), de José Luis Moreno.

Su carrera en cine incluye títulos como Tu nombre envenena mis sueños, de Pilar Miró, Deseo, de Gerardo Vera o La vida mancha, de Enrique Urbizu.  Su primer papel como protagonista en el cine fue en la película «Sin novedad» de Miguel Berzal de Miguel. Por su interpretación ha recibido numerosos premios, ha sido alabada por la crítica, candidata a los Goya y selección a los Forqué, entre otros.

Uno de los primeros recuerdos de su niñez que se le viene a la cabeza es paseando con su perro por el paseo marítimo, oliendo a mar. “Los que somos de mar lo llevamos en la vena”. Por su profesión cree que no le ha dedicado a su gente el tiempo suficiente. Y que no se lo vaya a dedicar, porque esta profesión requiere estar, y si no estás, se olvidan de ti. Intenta conciliar la vida familiar con la profesión. Sobre todo ahora, cuando los padres ya son mayores, cuando te requieren, cuando te exigen que estés más con ellos, y te preguntas, y ahora ¿cómo lo hago? Sobre todo si están lejos. Con 22 años en el Teatro La Latina no se acordaba de esto, pero tuvo que pelearlo. Que en aquella época lo de decir en el pueblo que se iba a Madrid a ser actriz, a subirse a un escenario… No es que estuviera mal visto, pero era como una locura. “La niña dónde va… ¿a ser actriz? Si eso es muy difícil”. «Mi padre, el primer día que se sentó en el patio de butacas a verme bailar estaba agarrado tensamente a la butaca. Se pensaba que iba a salir haciendo topless, y no, porque con Lina Morgan no se hacía topless. Se salía muy bien, muy guapas, con muchas plumas, pero sin topless. Y mi padre decía ¿Y ahora qué? ¿De la farándula? ¿Folclórica?… Me costó pelearlo mucho».

Con treinta y tantos años, ya había hecho cine, teatro y televisión, y mi padre me seguía diciendo que porqué no me buscaba un trabajito aunque fuera escribiendo a máquina en alguna oficina (risas).

 

 

Le encanta ir al teatro con sus amigos y compañeros de profesión. Al cine con su madre, que hace mucho tiempo que no la saca. Y a cenar le gusta ir con su familia y sus amigos íntimos. Los de la adolescencia, los de la superpandi. Aunque puede ser peligroso recordar cosas (risas).

Sus autores preferidos son Lope de Vega, Quevedo, y Sor Juana Inés de la Cruz, que la está descubriendo ahora. Blanca Portillo es la actriz que más le gusta, y en masculino, se queda con Roberto Enríquez. Es un actor con el que no he trabajado, pero que le conocí hace mucho tiempo porque estudió en el laboratorio de William Layton como yo. Es un actor que tiene una fuerza y una verdad tremenda. Me gusta mucho. Y, por supuesto, Imanol Arias. Soy muy fan de él.

Le gustaría trabajar con cualquiera que le ofreciera algo bueno. He trabajado con muy buenos directores. He aprendido mucho con Ernesto Caballero. Pero me gustaría trabajar con Andrés Lima, con Sandoval… con estos directores contemporáneos de ahora.


 

 

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