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Valeria Alonso: “En Gloria Fuertes he encontrado una amiga cercana, una mujer rebelde y una poeta con grandes dosis de cinismo”

Reestreno de la obra escrita por Valeria Alonso dedicada a la poeta Gloria Fuertes, a la que da vida Ana Rayo, que vivió a contracorriente, abriéndose paso en una escena literaria en la que a las mujeres apenas les quedaba hueco

 

Detrás de la imagen de poeta infantil hay mucha más Gloria…

Como procedo de Argentina no crecí con Gloria Fuertes en televisión por lo que he podido acercarme a su figura sin una idea preconfigurada. Para mí ha sido un gran descubrimiento como poeta y como persona. 

Gracias al apoyo de la Fundación Gloria Fuertes pude zambullirme en toda una época para encontrarme una amiga cercana, una mujer rebelde, una poeta con grandes dosis de cinismo, por ello, quería reivindicar en esta obra su poesía para adultos, donde ese cinismo se mezcla con cierta melancolía, pero también con mucho humor. 

 

¿Cómo fue el proceso de conocer a Gloria Fuertes?

Lo primero que veo es una mujer vestida con traje de hombre y corbata, algo que en la época se consideraba como provocación y no como elección personal. Su feminismo era muy natural y muy revolucionario para la época, tuvo problemas con la censura que le obligaba a cambiar palabras de sus poemas, que hemos recuperado en la obra. 

 

Hablando de educación infantil, ¿qué importante es hacer teatro desde la escuela?

Más que el teatro, el arte en general, y luego que cada uno pueda elegir el que más le convenga según su carácter, su personalidad. El teatro, como todo arte, es un medio expresivo muy sanador que permite también encontrar el propio lugar. Por ejemplo, mi hijo de cinco años, que es bastante vergonzoso, se transformó después de algunas clases de teatro. Está muchísimo más juguetón, por decirlo de alguna manera. El teatro le ha ayudado a expresarse, a decir, a hablar, a bailar, a conectar con los demás. Estoy encantada de que mi hijo vaya a un cole donde los viernes hacen teatro todos los viernes y esté muy metido en la vida escolar. 

 

Tú comenzaste también muy temprano en el teatro…

Empecé a estudiar teatro cuando tenía doce años, a esa edad ya sabía que quería ser actriz y hacer teatro. Empecé a dirigir con 17 años. Tuve la suerte de criarme y crecer con el teatro. Los adultos rápidamente nos olvidamos de jugar, algo que es muy importante para ser una persona creativa. 

 

No parecen los mejores tiempos para el teatro independiente

No sólo el teatro independiente, sino para todas las artes escénicas se han visto muy afectadas por la pandemia. Aunque para el teatro independiente es realmente difícil remar en España, hay una constante necesidad de hacerse visible, como si no tuviera derecho a existir. Es necesario darle el valor y descubrir la fuerza que tiene.

 

Con la exposición “Como una Cabra” cerraste una etapa con la compañía La Cabra, ¿nuevos retos?

Explorando y multiplicando mis disciplinas y mis intereses. Ahora mi idea es trabajar bajo mi nombre desde la creación y dirección, no bajo el de “La Cabra” que tuvo todo un lenguaje, una estructura y un recorrido maravilloso. El año pasado sentí que tenía que cerrar ese ciclo. Ahora estoy produciendo en Francia, donde el año pasado estrenamos en el Folies Bergère. Hicimos una versión tango de Romeo y Julieta, coproduciendo con una compañía francesa. Viví durante un tiempo en Francia y gané algún premio importante, lo que me permitió conocer a mucha gente del medio. Me interesa abrirme camino por allá, siento que puedo compartir diferentes culturas. También estoy escribiendo mi segunda novela. 

 

Siempre has sido una creadora que difuminaba los límites entre las artes…

Hace un tiempo, un miembro del jurado de un premio, que por cierto ganamos, me preguntó si el espectáculo era teatro o danza, le respondí que realmente no importa. Si funciona, la etiqueta que le pongamos es secundaria. Crecí en la combinación de disciplinas y cuando las herramientas se combinan y fluyen pueden surgir cosas diferentes e incluso fuera de época. La primera obra con La Cabra (el huevo, 2000) se veía de forma individual, en cabinas. Ahora con la pandemia, ha cobrado un nuevo sentido y hay gente que me ha escrito para decirme que este era el momento de aquella obra. ¡Veinte años después! Lo cierto es que cuando me pongo a crear nunca me pregunto si voy a hacer teatro, danza, instalación o performance. Me entrego a lo que surge. 

 

¿Quedan muchos techos de cristal en el teatro?

Muchas veces me imaginé firmando como hombre y tengo la fantasía de que habría mejor receptividad. ¿Qué decirte? Estamos en ello. Ahora que soy madre de dos niños, compruebo la importancia que tiene la educación, explicar que ni los colores, ni los juegos, ni los peinados tienen género. Creo que hay que empezar desde el principio de la vida educando en la igualdad de género. Estamos como estamos porque venimos medio tarde con estos asuntos y el patriarcado ganó mucho espacio, pero hay movimientos que están dando su fruto y eso es hermoso, ver como la lucha tiene sentido. 

 

Desde tu doble condición de española y de argentina, ¿cómo sientes el movimiento feminista latinoamericano?

En Argentina todo es extremo y cuando juega a favor genera movimientos muy poderosos, como el que se creo con la ley del aborto. Aquí en España también somos marchosas. Como inmigrante, me toca un poquito de cada lado y el movimiento que ha aparecido allá me parece precioso. Después del confinamiento es el momento de salir y renovarse. Esa es la respuesta a la crisis.

 

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