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XXXIV Festival de Teatro Clásico de Cáceres

HOMENAJES Y CELEBRACIÓN DE LOS CLÁSICOS


Atento a las diversas corrientes que proponen actualmente cómo acercarse a los clásicos, el Festival de Teatro Clásico de Cáceres profundiza en su 34ª edición en las dos que dominan la escena española y encuentran en el casco monumental de Cáceres su espacio natural: las revisiones de los textos clásicos y las creaciones del presente que toman lo clásico como pretexto, juego y homenaje a ese teatro y sus autores. De la parte de los homenajes, el festival lo hace en su sección principal, La escena clásica, con dos de los personajes más universales del teatro, Romeo y Julieta (Ana Belén y José Luis Gómez), en la escritura del dramaturgo austriaco Eberhard Petschinka, que los hace resucitar en la vejez para volverlos a enamorar. Homenaje también, con motivo del quinto centenario de su nacimiento, es el que Ay Teatro (Álvaro Tato y Yayo Cáceres) urden con humor y ritmo frenético en Vive Molière, a partir de un montaje ingenioso de los momentos y fragmentos más divertidos de obras del dramaturgo francés. Y en esta terna cabe incluir una de las dos coproducciones del festival, aunque no exactamente de un autor teatral, sino de un pensador: Maquiavelo. Es una alegría para el festival contar de nuevo con este formato de colaboración con compañías extremeñas, que prestigia a estas y al festival, especialmente cuando, tras su estreno en Cáceres logran una proyección destacada, como la inclusión en la preselección de los premios Max de este año de Menina, soy una puta obra de Velázquez, de Proyecto Cultura, justamente la compañía que regresa al festival para estrenar Maquiavelo, una revisión de temas y conflictos planteados por el escritor italiano. La otra coproducción la aporta uno de los grupos veteranos de la región, Guirigai, con Estebanillo González, soldado y bufón, adaptación de la novela picaresca de autor anónimo La vida y hechos de Estebanillo González hombre de buen humor. Los homenajes prosiguen en La noche golfa, con un Segismundo encarnando al angustiado hombre pandémico de hoy, y en Las piezas clásicas, con una Ofelia shakespeariana arremetiendo contra las fake news. Entre los acercamientos a textos clásicos, el festival ofrece un florilegio que va desde un inédito Lope de Vega, El marqués de las navas, a una de las comedias trepidantes de Rojas Zorrillas (Abre el ojo), del Molière burlesco de Los enredos de Scapin a ese reto para un intérprete que es embozarse en el rostro de La Celestina, como hace Anabel Alonso. El festival ha consolidado su sección de Las notas clásicas, que este año incursiona en la música de la Ilustración española, en la producida en Toledo en los siglos XVI y XVII y en aquellas canciones protagonizadas por mujeres en los siglos XV y XVI. Y es un lujo contar con la presencia de la compañía Nao de Amores en El Laboratorio del Clásico con un taller de iniciación al teatro medieval y renacentista en el que constituyen un referente internacional. Los niños, y los adultos con ellos, no pueden perderse su programación especial, entre payasos, marionetas y cuentacuentos. Las tardes y noches de Cáceres esperan de nuevo en junio este encuentro ineludible y mágico con el teatro.