No todos los actores y actrices de nuestro país tienen la inmensa suerte de debutar en las artes escénicas en uno de los teatros más ansiados por cualquier intérprete, el Teatro Romano de Mérida. Pero en el caso de Assumpta Serna ha sido así. Llegar y besar el santo, que se suele decir. Serna no es una actriz que se haya prodigado por los escenarios de nuestro país. De hecho, si buscamos algo relacionado con las tablas en su currículum no encontraremos producción alguna en la que haya trabajado. Una actriz con mucha suerte. A pesar de ello, Assumpta Serna conoce muy bien el mundo cinematográfico y televisivo, y eso se ha dejado ver en la producción que estrenó el pasado miércoles en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida en su 68 edición. Minerva, una coproducción del Festival y de la compañía Samarkanda Teatro, corresponde al primer estreno en la arena emeritense de la cuota de artistas extremeños en la cita estival.
El espectáculo, cuya autoría ha correspondido a Assumpta Serna y a Scott Cleverdon, este segundo también encargado de la dirección, cuenta la vida de una mujer llamada Minerva, y que nada tiene que ver con la diosa romana de la sabiduría, la guerra, las ciencias… Más bien tiene que ver con la historia de una mujer corriente, pilar de un hogar romano en el que conviven varios hijos y su esposo. Un marido dedicado a la arquitectura, una hija dramaturga, un hijo abogado y político, y un nieto escultor. En las más de dos horas de duración del espectáculo se muestran historias cotidianas que no van más allá, como si de una serie televisiva en prime time se tratara.
En cuanto al cuadro actoral podríamos decir que es correcto. Nadie sobresale, ni es la nota discordante. Dos elementos sobresalen, para bien, por encima de todo, y es el espacio sonoro con sobresaliente solvencia, y la video proyección, que nos permite visualizar otros espacios, banderolas hondeando por el viento, jardines, con el simple y complicado aprovechamiento de las hendiduras del frontal del teatro. En cuanto a la escenografía podríamos ensalzar la buena integración de todos los elementos (un despacho de arquitectura, y una biblioteca de la época), además de un magnífico mosaico que preside el centro de la escena y por el que transitan todos los personajes. No ocurre lo mismo con el vestuario, falto, quizá, de algún elemento más de diseño.
A modo de reflexión. Después de un estreno, mejor dicho, a la mañana siguiente después de un estreno, las redes sociales se vuelven impacientes y suelen publicar algunas píldoras de lo que podremos leer al medio día en los medios de comunicación, casi siempre digitales, por su inmediatez, sobre la función de Minerva. Algunos no pueden esperar a la mañana siguiente y lo lanzan antes incluso de que acabe el espectáculo. Pero una de esas píldoras me ha llamado poderosamente la atención: “Más de 4 minutos de aplausos”. Y esto hace saltar mis alarmas. Y, como todo, siempre tiene varias lecturas y preguntas. Los más de cuatro minutos imagino que vienen dados por el amplio reparto de la función y el equipo de figuración, equipo creativo… Cada uno que le dé la lectura que quiera.