Viernes, 22 de julio de 2022. Día 23
Estoy reciclando titulares. Por lo de la economía circular y eso. Este viernes tuve doblete. Fui a ver otro Lo fingido verdadero, a mala leche, a ver si me gustaba más que el otro, el que les conté el otro día. Y sí, este del Off, de los italianos de Teatro a Canone es mucho mejor. ¿Por qué? Porque han decidido hacer algo con una obra que sigue siendo un rollo. Para empezar ese han cargado todo el segundo acto, sacan el primero a la calle, nos meten para el tercero al Teatro Municipal, pasan de la mitad de los personajes y despliegan un repertorio de recursos dramáticos de primer nivel. Vamos, que le echan imaginación, cosa que la Compañía Nacional de Teatro Clásico no ha hecho. Y duele. Unos quisieron hacer bueno a Lope, lo consiguieran o no; los otros no lo intentaron.
Eso lo vi a las ocho. Vi también a Nacho Sánchez Pascual, que es jurado del Off, amigo y concejal de Cultura de Ciudad Real. Hoy los del Off le han dado el premio a Yo solo vine a ver el jardín, y algunos me dicen que están de acuerdo y otros me dicen que es una vergüenza, pero todos coinciden en que el Off de este año está siendo fenomenal y que equivocarse es posible, pero que, en fin, tampoco es para tanto. Yo no lo sé, pero sí sé que en Lo fingido verdadero decidieron colocar a un personaje, mitad clown, mitad gato, que no podía hablar, pero que cantaba cuando sonaban las campanas, que me enamoró. El problema es que para seguirlo había que pasar del resto de la acción, pero merecía la pena. Lo representaba, me parece, Debora Gigli, y para mí vale un Festival, pero quizás exagero. Los italianos tiraron de Comedia del Arte, de máscaras y un rollo un poco ajaimitado para darle prestancia a la obra.
Después estuve en el palacio de Juan Jedler para ver Arte sem guion. Guión, y le pongo acento, ¿qué pasa?, no había, pero lo de arte… Es una obra de Galeatro, una compañía gallega. ¿Se acuerdan de cuando le cuentan un cuento a los niños y van improvisando y a veces les sale bien y a veces no y a veces les da un poco de vergüenza y piensan “como son niños no se enteran”? Pues eso fue. Hubo algún ratillo bueno, pero los más no lo fueron. Quizás hoy sea diferente. Es lo que tiene la improvisación. El que tenía al lado, que daba clases de Comunicación Audiovisual en Valencia, que se lo estaba contando con una suficiencia desempática, es lo que tiene la suficiencia, a una que se había encontrado, se fue a mitad de la obra. No le culpo, aunque tampoco le disculpo.
Y luego llegó el plato fuerte, la verbena de la Magdalena, hasta arriba de gente, calor, cervezas, pachánpachán, chorizos, y más gente, ¿pedimos?, que se monten los niños, un botellín, ¿no?, muchos amigos y conocidos, unas risas y nos tomamos otra aunque nos tendríamos que ir, que mañana hay que hacer cosas, los niños tienen campus, tenemos una ecografía, venga otra, y son las dos y media o las tres… El mejor Almagro en julio.