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Año VIINúmero 349
29 ABRIL 2024

La comedia de los errores: confusiones y carcajadas en un festín teatral

Fotografía de una función de la obra

Los errores son intrínsecos a la vida humana, creando un terreno fértil para situaciones divertidas y, a menudo, sorprendentes. Estos deslices nos muestran que la perfección y la estandarización a menudo se quedan cortas frente a la riqueza de los equívocos y las sorpresas que nos brinda la realidad. De hecho, es en la intersección entre lo correcto y lo erróneo donde se forjan las situaciones más divertidas y se teje el tapiz complejo de nuestras vidas cotidianas. En este contexto, esta obra representada en Teatros del Canal se erige como un espejo cómico de nuestras propias experiencias, explorando de manera magistral los enredos hilarantes que surgen de la confusión y demostrando que incluso en medio del caos, podemos encontrar la belleza de la risa y la comprensión mutua.

Basada en la obra Menaechmi de Plauto, William Shakespeare nos traslada a la bulliciosa Éfeso, llena de estafadores y magos. Antífolo y Dromio de Siracusa llegan a esta ciudad en busca de sus hermanos gemelos, pero son confundidos con sus homónimos locales. Las confusiones se multiplican cuando las esposas de los gemelos también los confunden, llevando a malentendidos cómicos sobre deudas impagadas y joyas perdidas. La situación se vuelve aún más caótica con la intervención de personajes extravagantes, incluyendo una Madre Abadesa que añade un giro surrealista a la historia, por no hablar del exorcista. A medida que los errores se acumulan, la confusión se transforma en una fiesta caótica y, finalmente, en una celebración de la comedia humana.

La adaptación de comedias clásicas es en un triunfo cuando se logra extraer su riqueza intelectual y se le infunde una perspectiva moderna, aplicable a nuestra era. En esta reinterpretación, liderada por Albert Boronat, la premisa, a mi juicio, es clara: sumergirse en las raíces de la obra para exprimirla al máximo y, al mismo tiempo, dotarla de relevancia contemporánea. Este enfoque creativo promete una experiencia teatral que no solo entretiene, sino que también invita a reflexionar sobre las complejidades del ser humano en el mundo actual. En este sentido, este destacado dramaturgo y director teatral – graduado en Filosofía y formado en dirección escénica y dramaturgia en Barcelona– demuestra su habilidad para reinterpretar tramas clásicas, ofreciendo una nueva exégesis del texto original centrada en la reflexión sobre el concepto del error.

Con una perspicacia única, tanto él como el director de la representación plantean una pregunta fundamental: “¿qué sería de la verdad y de lo correcto, si no fuese por el error”? En esta exploración, Boronat nos invita a considerar que los errores no son simplemente desviaciones de lo correcto, sino elementos esenciales de la vida humana. Son estos errores, muchos de los cuales no son intencionados, los que dan forma a nuestras experiencias y nos enseñan lecciones invaluables. La obra se convierte, entonces, en un espejo que refleja la complejidad de nuestras vidas, invitándonos a aceptar y abrazar los errores como parte integral de nuestra existencia.

En última instancia, esta adaptación teatral no solo nos entretiene, sino que también nos desafía a reconsiderar nuestra relación con el error, la verdad y la corrección en un nivel más profundo y significativo. Además, Boronat sigue el ejemplo de Shakespeare al no ofrecer respuestas categóricas en su adaptación, sino más bien planteando preguntas profundas y provocativas creando un espacio teatral donde el público se encuentra inmerso en una reflexión continua, llevándolos a considerar no solo los errores de los personajes, sino también los propios, en un viaje emocional e intelectual que se mantiene en la mente del espectador mucho después de que el telón se baje.

En esta representación única, Boronat y el director Andrés Lima van más allá de la tradicional adaptación de una obra del bardo. En lugar de simplemente recrear los personajes y las líneas originales, han creado una narrativa teatral extraordinaria. El libreto se convierte en un juego ingenioso donde los actores se burlan y se ríen de sus propios personajes, desentrañan y exploran las líneas del texto original con comentarios perspicaces y a menudo humorísticos. Además, estos versátiles intérpretes dan vida a una miríada de personajes, agregando capas de complejidad y profundidad a la historia. Este enfoque metateatral no solo rompe las barreras entre los actores y el público, sino que también desafía las expectativas convencionales de cómo se ejecuta una obra clásica. La representación se convierte en un caleidoscopio de humor, reflexión y autoconciencia, donde los límites entre la comedia y la tragedia, la realidad y la ficción, se desdibujan.

La maestría de Andrés Lima como director, acumulando 35 años de experiencia en la creación de espectáculos, se destaca como un faro luminoso en el actual panorama teatral. Su enfoque acertado encuentra expresión en su elección por el vodevil, un género basado en las entradas y salidas de los actores, las confusiones y malentendidos, así como en tramas y subtramas entrelazadas. En esta adaptación, Lima despliega su ingenio, audacia y cierto riesgo al apostar por un ambiente festivo y lúdico con bailes, coreografías y música en directo. Aquí, la cuarta pared, ese invisible límite entre actores y audiencia, no solo se diluye, sino que es dinamitada por completo, y el resultado es una experiencia teatral extraordinaria. El público se encuentra inmerso en un mundo donde la comedia y el caos coexisten de manera armoniosa y, paradójicamente, esta ruptura de las convenciones tradicionales crea una conexión aún más profunda y genuina entre los actores y su audiencia. Es un ejercicio difícil que, ejecutado con maestría por el reparto, resuena de manera brillante, transformando el teatro en un espacio de celebración, risa y reflexión compartida.

El reparto, al interactuar con el texto de la manera descrita anteriormente, crea una experiencia teatral rica y multidimensional, que invita al público a reflexionar sobre los personajes, la trama y, de manera más profunda, sobre la naturaleza misma del teatro y su capacidad para reflejar y cuestionar la realidad. La interpretación coral, como ya pudo verse en el Festival de Mérida, es verdaderamente deslumbrante, con los actores asumiendo no solo múltiples personajes, sino también la complejidad de sus emociones y relaciones con profundidad y autenticidad, lo que muestra su versatilidad y destreza.

Por un lado, Pepón Nieto y Fernando Soto se visten de Antífolo, el primero de Siracusa y el segundo de Éfeso. Nieto dota a su personaje de astucia y determinación, llevando al público a un viaje lleno de intriga y humor con su carisma inigualable. Por otro lado, Soto encapsula la confusión y el desconcierto del de Éfeso con una mezcla hábil de incredulidad y humor, creando un personaje entrañable y cómicamente desorientado. Por el lado de los sirvientes, Antonio Pagudo interpreta a Dromio de Siracusa y Rulo Pardo al de Éfeso. El primero le da vida con ingenio y viveza, llevando a la audiencia a una montaña rusa de risas con su entrega cómica y su habilidad para reaccionar rápidamente a las situaciones más absurdas, mostrando astucia incluso en medio del caos. El segundo asume la esencia del personaje con su expresividad y humor genuino sorprendido por las extrañas circunstancias que enfrenta.

Avelino Piedad brinda una interpretación apasionada del personaje de Adriana, mujer de Antífolo, capturando la profundidad de las emociones y mostrando su pasión, celos y amor con una autenticidad cómica. Por su parte, Rulo Pardo interpreta también a Luciana, hermana de la anterior, de forma encantadora, perspicaz y sumamente cómica, consiguiendo aumentar las risas de los presentes.

Los elementos técnicos y escenográficos desempeñan un papel fundamental en esta producción, transportándonos directamente al centro de la acción. Beatriz San Juan ha concebido una especie de jaima central versátil que se convierte en el epicentro de la trama, facilitando las entradas y desapariciones de los actores de manera ingeniosa. Esta estructura permite una movilidad fluida en el escenario, liberando el proscenio y la parte trasera para las entradas y salidas de los personajes. La meticulosa disposición escenográfica no solo crea un ambiente visualmente impactante, sino que también contribuye activamente a la dinámica de la obra, garantizando que las confusiones y los malentendidos se desarrollen de manera fluida y cómica. Inmersión total del público en el mundo de los errores y las risas. Como indiqué anteriormente, esta propuesta es lúdica, cómica y jovial y para ello Avelino Piedad es el DJ que pone la música a esta fiesta teatral. El diseño de iluminación de Pedro Yagüe se erige como el toque final, destacando los momentos cruciales y acentuando los matices de las actuaciones, que ilumina magistralmente esta comedia de las equivocaciones.

 

Una hilarante Comedia de Errores, donde talentosos actores dan vida a un tinglado digno de un enredo shakesperiano y las risas se entrelazan con la brillantez direccional y escénica, creando una experiencia teatral tan caótica como deliciosamente divertida

 

Versión: Albert Boronat

Dirección: Andrés Lima

Reparto: Pepón Nieto, Antonio Pagudo, Fernando Soto, Rulo Pardo, Avelino Piedad y Esteban Garrido

Ayudante dirección: Laura Ortega

Diseño escenografía: Beatriz San Juan

Diseño vestuario: Paola Torres

Diseño iluminación: Pedro Yagüe

Espacio Sonoro: Sergio Sanchez Bou     

Una coproducción del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Mixtolobo

 

 

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