Masescena - Opinión

AÑO VII  Número 329

11 DICIEMBRE 2023

Ser el mejor vendedor, el deportista modélico, el líder del equipo, el marido ideal, el amigo empático… metas a las que muchos aspiran y pocos consiguen en su totalidad. Objetivos propuestos que nos pueden llevar a la gloria pero también al mayor de nuestros fracasos. Si desean poner cara y voz a estos planteamientos y revivir un clásico de la literatura universal, pueden visitar el Teatro Infanta Isabel.  

¿Qué es el amor? Con mucha probabilidad sea una de las preguntas más repetidas a lo largo de la historia de la humanidad y aún no tengamos una respuesta exacta por su carácter personal y subjetivo. Muchos teóricos le han intentado dar respuesta desde disciplinas dispares como la filosofía, teología, sociología o religión. Si quieren aproximarse a la doctrina teatral y sumergirse en el sentimiento humano más pasional y puro pueden visitar Los Teatros del Canal.

“Señoras y señores lectores, les habla el crítico teatral a bordo. En los próximos minutos leerán un texto sobre el último espectáculo cómico de David Amor, donde descubrirán su pasión oculta por los aeropuertos y su particular visión de numerosos temas presentes en nuestro día a día. Nada más, señores y señoras lectoras, ajústense las lentes y les agradecemos que hayan elegido este medio. Disfruten del texto y del monólogo ubicado en el Teatro Fígaro”.

Independizarse de casa de los padres, superar a un ex, dejar un trabajo fijo o tener una primera cita son decisiones a la orden del día pero cuando le tocan a uno se convierten en un drama. Si alguna vez han experimentado algunas de ellas o simplemente desean vivirlas desde la butaca pueden asistir los sábados y domingos a la sala Lola Membrives del Teatro Lara.

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo; fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:27-28). Y así es, queridos lectores, el origen de nuestra creación. Si no os convence este relato o queréis explorar otros caminos no tan escrutables, os recomiendo asistir a este espectáculo ubicado en el Pequeño Teatro Gran Vía.

La cartelera teatral madrileña está plagada de multitud de propuestas de distintos géneros: musicales, clásicos, comedias… y un sinfín de espectáculos adaptados prácticamente al gusto de cada espectador. Ahora bien, ¿Y si a la hora de escoger no hubiera que decantarse por haber uno que aglutinara todos? Cuatro voces a capela, con el humor como vehículo, y un repaso de canciones de hoy, de ayer y del mañana es la mejor descripción para esta interesante, novedosa y divertida propuesta ubicada en el Teatro Nuevo Alcalá.

La reflexión pertinente ante la Antígona de David Gaitán es si estamos ante la Antígona de Sófocles o si lo que vemos sobre el escenario es otra cosa, traspasando el acuerdo implícito que existe al denominar con el mismo título una obra, que aún partiendo de los cimientos clásicos, es de nueva creación. 

En cualquier entrevista con artistas plásticos, escritores, músicos o actores, siempre hay unos segundos de silencio en los que “la pregunta” sobrevuela la conversación. Es siempre un momento incómodo, y la mayoría de las veces vuelve a esconderse en el cuestionario. Hablar de dinero y arte no deja de ser considerado una impertinencia, una grosería o hasta un ataque a la libertad creativa, llegando incluso a la ofensa personal en el caso de algunos artistas plásticos. 

Por muy pesadas que sean las cadenas, en sus huecos siempre habita la música. Espacio en blanco para la esperanza. Cadenas que aparecen en la historia y que nunca vemos venir, que atacan llegadas desde detrás del escenario y después resultan difíciles de liberar. Hace apenas un mes no hubiéramos podido imaginar ni las nuevas cadenas que atrapan al mundo, ni cómo cambiaría el significado de una melodía tradicional de las mujeres pastún del sur de Afganistán en las voces de Marta Torrella y Helena Ros, Tarta Relena, en la iglesia de San Martín de Tous en Frómista (Palencia). 

La noche era negra en los páramos, el destino podría ser cualquier pueblo y cualquier tiempo. Calles oscuras de casas grandes de una sola planta. En un callejón se ocultan las luces de este teatro con tantas funciones vividas. No es difícil verse arrastrado por el tiempo y por la memoria colectiva. Tantos miedos, tantos silencios, tantos grilletes. Fuera, la noche oscura. Dentro, doña Concha Piquer canta ‘El Romance de la Otra’. Un niño, vestido de amarillo mueve los labios soñando vestir bata de cola sobre el escenario. “No tengo ley que me abone, ni puerta donde llamar”.

Cruzar la noche negra, una noche negra que ya dura varios años, hasta llegar a un pequeño pueblo de Valladolid con apenas un centenar de vecinos, pero que durante el último milenio tuvo la energía suficiente para ser la cuna de Juan Ponce de León, descubridor de Norteamérica o Francisco de Villagra conquistador de Chile. Santervás de Campos se llama este lugar presidido por la bella iglesia mudéjar de San Gervasio y San Protasio. 

Desde que el director del Ballet Nacional de España, Rubén Olmo, presentara hace unas semanas a medios de comunicación su nueva gran producción, La Bella Otero, algo presagiaba que sería uno de los grandes éxitos del cierre de esta temporada donde nos hemos ido acostumbrando a acudir con cierta nueva normalidad al teatro. Y así fue. Con las manos aún temblorosas de aplaudir, el corazón encogido, y un público por completo puesto en pie, se premiaba a la compañía estatal por la inolvidable tarde vivida en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.