Masescena - Opinión

AÑO VI  Número 292

25 MARZO 2023

Sábado, 9 de julio de 2022. Día 7.

El sábado no lo pasé en Almagro, sino en Gredos, aguja de marear todas las Españas que han sido y que serán. Celebrábamos la amistad. Entre el grupo de amigos, dos jovencitos, velando armas para comenzar la universidad, una vez superada la EVAU madrileña. Los que compartimos horas y aulas con los chicos y chicas de su edad, sabemos que no todo está perdido, que hay esperanza, por mucho que nos quejemos.

“Mucha mierda”, en el argot teatral, se suele decir a las compañías o cuadros artísticos antes de salir a escena. Según nos han contado, esto viene de largo. Y es que la expresión tiene su origen en los siglos XVI y XVII cuando el público asistía en coche de caballos al teatro (corrales de comedias). Al llegar a la puerta del recinto, mientras bajaban del coche, el animal hacía sus necesidades allí mismo, por lo que cuando estaba a punto de empezar la representación un miembro de la compañía se asomaba y miraba la cantidad de excremento depositada. Cuanta más había, más gente de dinero se encontraba entre el público; algo muy importante, porque como no se cobraba entrada, su sustento dependía del dinero que, concluida la función, los espectadores lanzasen al escenario.

La compañía castellanomanchega Producciones Telón estrenó en el Corral de Comedias de Almagro su propuesta Lope, la comedia por llegar, escrita por A. Arnel y dirigida por Juanma Cifuentes. La producción, enmarcada dentro de la 45ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, sedujo a un público necesitado de comedia y de humor.

Viernes, 8 de julio de 2022. Día 9

Ayer fui un día largo, que amaneció en Madrid y terminó en La Solana, pasando por Almagro. Tanto viaje incluyó dos acontecimientos inusuales: el inmoderado consumo de cerveza sin alcohol (hasta tres) y la experiencia de ver Cielo Calderón o La vida es sueño según Lorca. El primero es siempre el incumplimiento de una promesa, un quiero y no puedo; el segundo fue un quiero y puedo o un puedo porque quiero y sé, las tres características de la divinidad calderoniana.

Miércoles, 7 de julio de 2022. Día 8

El Festival ha puesto dos días de descanso, como si fuera el Tour o el fútbol moderno, que no sé si es muy flojito o es que nos marca el camino con el cambio climático. Ahora, en todos los partidos, desde mayo a octubre, hacen cooling breaks, pausas para refrescarse. Estoy por pensar que la evolución se ha acelerado considerablemente. Los niños de antes éramos como camellos, podíamos pasar un desierto sin beber hasta encontrar la siguiente fuente herrumbrosa. Los de ahora, no. Se han adaptado y tienen que beber cada cinco minutos si están fuera de casa. En casa pueden pasar sin hacerlo días. O tal vez sean los padres los que hemos evolucionado o involucionado. Anyway, que estamos bárbaros, como soy muy bien mandao, en el cooling break, tenía la intención de refrescarme de Festival, pero como tengo poca memoria, no lo hice.

Miércoles, 6 de julio de 2022. Día 7.

Por la mañana estuve en el mercadillo. Hacía más de un año que no iba, pero nada había cambiado. Fui a los puestos de siempre e hice las bromas de siempre. Funcionaron como siempre, porque a los vendedores les interesa hacer como si uno fuera gracioso. En realidad lo que quieren es tu pasta y si tienen que pagar con unas pocas sonrisas, pues se paga. A cambio, hacen lo que les viene en gana. Que quieres tres o cuatro pimientos, pues sales con seis. Pides un kilo de melocotones, los mejores por supuesto, y te llevas 1,8. Lo pone en la báscula y cuando lo pesan te lo dicen, como regodeándose: pasa un poco del kilo, ¿qué? Así que les haces una broma para vengarte, ellos se ríen y se llevan tu parné. Para llevarte un kilo tienes que pedir cuarto y mitad, que es una terminología que me abruma y me fascina. ¿Qué manera de contar es esa? Lo entenderías si todos estuviéramos embarazados, porque es sabido que el preñamiento produce un trastorno en la parte del cerebro que lleva los cálculos y pasas a hacerlos en semanas e incluso días, pero sin estarlo…

Martes, 5 de julio de 2022. Día 6.

Vi al dire Ignacio García bajar de un coche muy pequeñito, un Smart, que quedó aparcado en la puerta de Valdeparaíso como si fuera un anuncio. Enfrente, junto a la fachada de Torremejía, dos furgonetas, una de ellas de una empresa de Villarrubia de traslados medicalizados o algo así. Viene, parece, el alcalde rudo, Mauricio Fernández. Valdeparaíso, Torremejía, la inflación de los apellidos, tan empobrecedora para la mayoría como la otra. O el fetichismo. Son dos edificios preciosos que contribuyen a dibujar el rincón más bello de Almagro, ese que durante años Natalia Menéndez se empeñó en tapar durante el Festival. A Natalia le debemos algunas de las mejores ideas para revitalizarlo, pero lo de poner allí un escenario donde se representaban las obras más populares no fue una de ellas.

Lunes, 4 de julio de 2022. Día 5.

Me he puesto Extremoduro para escribir esta crónica. Canta el Robe So payaso. Lo he tenido que quitar porque no hay quien escriba con música. “A ver qué dice después…”, desafía el cantante extremeño. Y eso pienso yo, que a ver qué digo de los payasos. No soy muy original, pero a mí, como a Stephen King y a tantos chavales de los sesenta y setenta, los payasos nos dan miedo. También da miedo Stephen King cuando pone cara de Stephen King. Y más si piensas que pasa sobrado de los setenta años. Los de ayer no daban miedo, pero porque los espectadores éramos un montón, pero los de Mayorga te los encuentras tú solo por la noche y solo piensas en alcantarillas, globos y maldad a raudales corriendo por las tranquilas calles de algún lugar de Maine. Sin embargo, los payasos de Mayorga sobre un escenario, el del Hospital de San Juan, nos hicieron reír con El diablo cojuelo. Eran payasos catalanes, de Velvet Events, que en colaboración con la Compañía Nacional se han lanzado a llevar a escena la obra de Vélez de Guevara, “una comedia genial, pero mala”, como la definen sobre las tablas Martínez (el payaso cojuelo) y sus compañeros.

Domingo, 3 de julio de 2022. Día 4.

Este domingo fui a Madrid a llevar a mi hija a un curso de escalada. Hay cursos de todo. Antes había cursos de mecanografía y poco más, pero ahora si uno, por lo que sea, tiene interés en la confección de papel de seda, se puede apuntar a un curso, ya sea al lado de su casa o por internet. Hace poco desciframos el arcano de las cortinas de baño, de cómo estirar la barra. Porque esa es otra: ¿cómo es posible que las instrucciones sirvan para despistar en vez de orientar? Los de las barras dicen que girando se hacen más grandes o más pequeñas, dependiendo del sentido. Es mentira. Probablemente, los redactores de instrucciones no se hablan con los que hacen las cosas y escriben ficción. Podemos así ampliar el catálogo de los géneros literarios y colocar, junto a la epopeya, el cuento y la novela, las instrucciones. Viví un tiempo en Dublín, poco a Dios gracias, con un tipo que se dedicaba a escribir instrucciones. Patrick se llamaba y las escribía en Amsterdam. Luego se hartó y se vino a Dublín. Si de algo estoy seguro es de que las escribía como le salían. Era plenamente consciente de que no se puede explicar a nadie por escrito cómo programar una lavadora. Era, además, un pésimo jugador de dardos y tuvo un conflicto irresoluble con otro compañero de piso, Peter, un alemán de Nuremberg. Pero esa es otra historia.

Sábado, 2 de julio de 2022. Día 3.

El sábado fue día de cumpleaños. El plural no es por los años, que también, sino porque fueron dos. Los celebraron en el campo, con una paella de ochenta aunque no pasábamos de los cuarenta. Los ochenta se refieren al descomunal recipiente. Los cuarenta, a los comensales. El caso es que no me hagan mucho caso con lo que viene después, porque está mediatizado por la celebración, de la que guardaré un prudente silencio, y sus consecuencias.

Sería en 2013 cuando paseara por última vez Julio César por la arena del Teatro Romano de Mérida. En esa ocasión, Mario Gas y Sergio Peris-Mencheta dieron vida a los personajes de William Shakespeare. Seguro que una versión que presentó, en su momento, una propuesta contemporánea sobre un texto clásico, pero que aunque fuese muy contemporánea estaría a años luz de la propuesta que nos ha presentado este año el argentino José María Muscari en la 68ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. 

Viernes, 1 de julio de 2022. Día 2.

Al baloncesto se juega con el culo y con la cabeza. Las manos son solo una ayuda. Esa es una de esas cosas que me hubiera gustado descubrir a mí, porque justifican toda una vida, pero tengo que confesar que se la oí un día a Charles el Gordo Barkley, que es el tipo que mejor ha usado el culo en la NBA. La máxima se puede utilizar también para el teatro, especialmente para el Festival de Almagro, donde la comodidad de tus nalgas desempeña un papel principal para la indulgencia de tu juicio. Se sienta uno en el mullido Teatro Municipal, con su aire acondicionado y su aire burgués, y ya te pueden ir echando cosas, que ni tan mal, que dirían los chavalotes.