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Año VIIINúmero 362
27 JULIO 2024

La Orquesta Titular del Teatro Real vuelve a Estados Unidos para ofrecer un concierto en el Lincoln Center, el próximo 16 de octubre

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Tras el éxito de su primera visita a Nueva York en septiembre del año pasado, la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la dirección de Juanjo Mena, ofrecerá un concierto en el David Geffen Hall del Lincoln Center, el próximo 16 de octubre a las 20.00 horas.

Tras el éxito de su primer viaje a Estados Unidos, el Teatro Real viajará por segunda vez a la “Gran Manzana” para presentar un concierto en el David Geffen Hall del Lincoln Center, el próximo 16 de octubre, a las 20.00 horas
La Orquesta Titular del Teatro Real, de nuevo bajo la dirección de Juanjo Mena, interpretará El amor brujo, de Manuel de Falla (con la cantaora Esperanza Fernández); el Concierto para violonchelo en si menor, de Antonín Dvořák (con Pablo Ferrández como solista); la Suite Panambí, de Alberto Ginastera, y las suites de Daphnis et Chloé, de Maurice Ravel (ver programa y notas abajo)
El concierto del Teatro Real en el Lincoln Center, como el del año pasado en el Carnegie Hall, pretende visibilizar y difundir la música y la cultura de España en Estados Unidos y consolidar el hermanamiento entre Madrid y Nueva York

El programa estará compuesto por El amor brujo, de Manuel de Falla, el Concierto para violonchelo, de Antonín Dvořák , y dos obras que reflejan la influencia de Falla en la creación musical del siglo XX: las suites de Daphnis et Chloé, de Maurice Ravel, y la Suite Panambí, del compositor argentino Alberto Ginastera.

Participarán en el concierto dos grandes artistas españoles: la cantaora Esperanza Fernández -nominada a los Grammy Latinos en 2008 por su disco Recuerdos– se enfrentará a una de las más importantes partituras de Falla, que requiere intensidad dramática, desgarro y autenticidad para reflejar el embrujo y la raíz gitana de la obra; y Pablo Ferrández -primer español premiado en el Concurso Internacional Chaikovski- quien será solista en el icónico y bellísimo concierto de Dvořák  que, aunque escrito en Estados Unidos, rezuma la nostalgia de melodías, paisajes y perfumes bohemios.

Completan el programa tres suites creadas por sus compositores a partir de un ballet: la Suite Panambí, de Alberto Ginastera, evoca el mundo de los indios guaraníes a través de cuatro números de atmósferas contrastantes, que articulan el impresionismo musical europeo y la herencia musical indígena; y las dos populares suites del ballet Daphnis et Chloé, de Maurice Ravel, cerrarán el concierto con su rica paleta tímbrica y armónica, lo que permitirá a la Orquesta Titular del Teatro Real lucir la belleza de su sonido y también su ductilidad, bajo la dirección de Juanjo Mena, que goza de gran prestigio en Estados Unidos, país donde dirige habitualmente desde 2004.

Esta gala del Teatro Real en el David Geffen Hall del Lincoln Center, al igual que la del año pasado en el Carnegie Hall, pretende divulgar la música e intérpretes españoles en Estados Unidos, profundizar en la vocación internacional del Teatro Real y afianzar el hermanamiento entre Madrid y Nueva York a través de lazos artísticos y culturales.

En 2022, la actuación de la Orquesta Titular del Teatro Real en el Carnegie Hall estuvo dedicada íntegramente a la música española, siendo aclamada por la crítica nacional e internacional. Además, la gala se enmarcó en el 40 aniversario del Hermanamiento entre Madrid y Nueva York y estuvo presidida por Su Majestad la Reina Doña Sofía. El gran éxito de esa experiencia impulsó este segundo viaje al corazón de Nueva York.

La calidad de la programación artística del Teatro Real y la independencia y autonomía de su modelo de gestión son destacadas con frecuencia en la prensa musical especializada de Estados Unidos. Este segundo viaje del coliseo madrileño a Nueva York permitirá acercar la institución a un público más amplio y diversificado, dentro de la estrategia global de proyección internacional que viene desarrollando con ahínco en los últimos años.

El compromiso del Teatro Real con la divulgación de la música, la ópera y, recientemente, también el flamenco, en todo el mundo, le ha llevado a coproducir óperas con los más importantes coliseos líricos europeos, a tender puentes muy especiales con los países latinoamericanos y a crear lazos de colaboración con países de Asia, desde China a los Emiratos Árabes. Sin duda, este viaje a Estados Unidos le permitirá reforzar sus vínculos con el público, las empresas y las instituciones estadounidenses.

MyOperaPlayer, con una amplia oferta de producciones operísticas, conciertos, danza y flamenco procedentes de cerca de cincuenta teatros y auditorios de Europa, América y Asia, es una vía privilegiada de difusión musical con los más altos estándares de calidad, frecuentes retransmisiones en directo y una actualización permanente de su catálogo. El viaje a Nueva York servirá también para divulgar esta plataforma audiovisual internacional, afianzando su enorme potencial para acercar la programación del Teatro Real a los estadounidenses en estos tiempos convulsos en los que el arte y la música son más necesarios que nunca.

La Gala tiene como patrocinador principal al AYUNTAMIENTO DE MADRID y cuenta con la FUNDACIÓN AHCES, EL CORTE INGLÉS e IBERIA como promotores. Tiene, además, el apoyo de ABANCA, BANCO SANTANDER, CUATRECASAS, PÉREZ-LLORCA, FUNDACIÓN PRIMA FRÍO, DELOITTE, IFEMA, MANAGEMENT SOLUTIONS y la colaboración académica del IESE.

 

CONCIERTO EN EL DAVID GEFFEN HALL DEL LINCOLN CENTER

PROGRAMA

 

PARTE I

ALBERTO GINASTERA (1916-1983)

Panambí: Suite Op. 1a

Claro de luna sobre el Paraná

Invocación a los espíritus poderosos

Lamento de las doncellas

Fiesta indígena · Ronda de las doncellas · Danza de los guerreros

 

ANTONÍN DVOŘÁK  (1841-1904)

Concierto para violonchelo en si menor, Op. 104

Allegro

Adagio ma non troppo

Finale. Allegro moderato

 

Pablo Ferrández, violonchelo

 

 

PARTE II

MANUEL DE FALLA (1876-1946)

El amor brujo (versión de 1915)

Cuadro 1º

Introducción y escena

Canción del amor dolido

Sortilegio (A media noche)

Danza del fin del día (Danza ritual del fuego)

Escena (El amor vulgar)

Romance del pescador

Intermedio (Pantomima)

Cuadro 2º

Introducción (El fuego fatuo)

Escena (El terror)

Danza del fuego fatuo (Danza del terror)

Interludio (Alucinaciones)

Canción del fuego fatuo

Conjuro para reconquistar el amor perdido

Escena (El amor popular)

Danza y canción de la bruja fingida (Danza y canción del juego de amor)

Final (Las campanas del amanecer)

 

Esperanza Fernández, cantaora

MAURICE RAVEL (1875-1937)

Daphnis et Chloé, Suites Nº 1 y Nº 2

Suite Nº 1

Nocturne

Interlude

Danse guerrière

Suite Nº 2

Lever du jour

Pantomime

Danse générale

Orquesta Titular del Teatro Real

Juanjo Mena, director

 

 

Las obras

(Texto extraído del artículo de Rafael Fernández de Larrinoapublicado íntegramente en el programa de mano)

El nacionalismo musical argentino tomó sus fuentes del folclore de la llanura –la pampa–, de las músicas porteñas –la milonga, el tango– y de los folclores amerindios, preferentemente el incaico y el guaraní. El ballet Panambí –”mariposa” en esta última lengua– de Alberto Ginastera pertenece a esta última modalidad. Su obra vio la luz por iniciativa de Juan José Castro, compositor y director de orquesta de orientación modernista que convenció a su reticente autor a comprimirla en forma de suite. Su estreno en el Teatro Colón de Buenos Aires el 27 de noviembre de 1937 convirtió a su autor, con solo 21 años, en una promesa de la música argentina, reconocida inmediatamente mediante la concesión de un premio por parte de la Comisión Nacional de Cultura.

La partitura revela desde el primer minuto la temprana inclinación de Ginastera por las vertientes más modernistas del nacionalismo internacional, en un crisol en el que se adivinan Bartók y Stravinsky. El primero y más extenso de sus números (“Claro de luna sobre el Paraná”) es un delicado tapiz sonoro en el que los diversos materiales musicales se confunden en un fondo musical animado con fugaces destellos lunares. Los números restantes alternan, prácticamente sin solución de continuidad, feroces episodios rítmicos reminiscentes de danzas pampeanas –como el malambo, la zamba o la chacarera– con interludios de un lirismo tan insinuante como progresivo.

El Concierto para violonchelo de Antonín Dvořák fue escrito durante el último año de su etapa al frente del National Conservatory of Music of America de Nueva York. A diferencia de su Sinfonía “del Nuevo Mundo”, el concierto no contiene trazas de elementos musicales estadounidenses, sino que conecta directamente con las sonoridades bohemias y la luminosidad otoñal de su octava sinfonía.

El violonchelo no gozó en el siglo XIX de excesivo predicamento como solista de concierto; el propio Dvořák se quejó de que “it whinges up above, and grumbles down below”. Sin embargo, la escucha del segundo concierto de Victor Herbert –profesor de violonchelo en la institución que él dirigía– le decidió a escribir el suyo, estrenado por Leo Stern en Londres en marzo de 1896.

El concierto de Dvořák está impregnado de un aura elegíaca que sus biógrafos han relacionado con Josefina Čermáková, hermana de su esposa Anna y amor de juventud del compositor. La obra fue compuesta durante los últimos meses de vida de Josefina, aquejada de una grave enfermedad. En atención a ella, Dvorak utilizó el tema de la primera de sus Four Songs op.82 –favorita de Josefina– en la sección central del Largo. Tras saber de su muerte, reescribió la coda del Finale añadiendo una fugaz cita de este tema a modo de epitafio. El aura de despedida del mundo de esta maravillosa obra solo fue igualada, más de medio siglo después, en las Four Last Songs de Richard Strauss.

La “gitanería en dos cuadros” El amor brujo nació por iniciativa de la bailaora y cantaora flamenca Pastora Imperio, quien confió a Manuel de Falla la composición de una obra a medida de su arte. El compositor encargó el libreto a María de la O Lejárraga, destacada escritora y feminista quien publicó el texto bajo el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra. Falla y Lejárraga estudiaron el cante de Pastora y de su madre, Rosario “La Mejorana”, y recopilaron antiguas historias de la tradición gitana para definir las líneas maestras de la obra. Ésta cuenta con dos protagonistas, los gitanos Candela y Carmelo, que no pueden consumar su amor por la injerencia del Espectro de un antiguo amante [de ella], celoso e infiel. Instruida por una vieja gitana, Candela ejecuta el ritual para desembarazarse del Espectro a través del baile.

No fue la primera vez que Falla insertó elementos gitanos “auténticos” en su música, puesto que ya introdujo un episodio con un cantaor y un tocaor de guitarra flamenca en su ópera La vida breve. Sin embargo, en esta ocasión el cruce de elementos clásicos y flamencos responde a un concepto musical más unitario y desapegado de las convenciones del nacionalismo decimonónico, tanto en la música como en la danza, que el propio Falla alineó con el hito erigido por Stravinsky con Le sacre du printemps dos años antes. Estrenado en el Teatro Lara de Madrid en abril de 1915, El amor brujo obtuvo una fría acogida de la que el autor solo se resarció diez años después, tras la exitosa presentación parisina de una nueva versión protagonizada por la bailarina Antonia Mercé “La Argentina”, en la que la parte vocal fue encomendada a una cantante lírica, la mezzosoprano Yvonne Courso.

La reinvención del folclore andaluz en la música de concierto operada por Falla debe mucho a la música de Claude Debussy y Maurice Ravel, amigo y contemporáneo estricto del compositor gaditano. El “colorido español” se había constituido durante el siglo XIX como una modalidad específicamente francesa de orientalismo; un elixir que, en el contexto del revanchismo posterior a la guerra franco-prusiana supuso, además, un poderoso antídoto contra el influjo de la música alemana. Sin embargo, a diferencia de la espagnolade, y en palabras del propio Falla contenidas en sus Escritos musicales sobre música y músicos, Debussy fue el descubridor de las “riquezas modales contenidas en nuestra música y de las posibilidades que de ellas se derivaban”, a la vez que fue el primero en huir del “documento popular auténtico […] para crear una música propia”.

Ravel, de ascendencia vasca, profundizó en esta misma línea con obras como la Rhapsodie espagnole y la ópera L’Heure espagnole, prácticamente contemporáneas de La vida breve y El amor brujo, respectivamente.

La danza y el exotismo se convirtieron durante la Belle Époque en vehículos de una serie de transformaciones estéticas que hicieron del cuerpo y del sexo un instrumento de liberación y belleza. El ballet en un acto –o symphonie chorégraphiqueDaphnis et Chloé de Maurice Ravel desarrolla el erotismo «griego» inaugurado por el Prélude à l’après-midi d’un faune de Debussy a través de una partitura de un colorido y una sensualidad desbordantes. La obra, estrenada en París en junio de 1912 por los Ballets Russes, fue trasladada por su autor a la sala de conciertos a través de dos suites: la primera de ellas incluye los momentos más oscuros de la acción, vinculados con el secuestro de la protagonista; la segunda y más frecuentada, incluye el cuadro final en su integridad, una alegoría del renacimiento de la Naturaleza que culmina en una orgiástica danza.

 

 

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