“Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a medianoche, en un tren distinto del que había anunciado y no me esperaba nadie”, así comienzan las páginas de Nada, la novela con la que una joven Carmen Laforet se alza con el Premio Nadal en 1945. Nadie esperaba a su protagonista en aquella estación de Barcelona y nadie esperaba a Laforet en una España triste, atravesada por la sombra de una posguerra. Fue una sorpresa para la misma escritora, el éxito le llegaba de la nada, de forma inesperada. A miles de kilómetros de España, en Buenos Aires, el exilio acogía a Elena Fortún, que escribiría Celia, institutriz en América, después de que escribiera su libro prohibido Celia en la revolución: “Yo me había figurado las revoluciones con muchedumbres aullando por las calles. Aquí hay silencio, polvo, suciedad, calor y hombres que ocupan el tranvía con fusiles al hombro.”