Esta producción de Tinoní Creaciones nos invita a conocer la historia de Lucas y Daniela. Ambos se conocieron en la cuarentena y todo parecía maravilloso pero, al pasar el tiempo, descubren que sus caracteres son muy distintos. Para ponerle remedio, Lucas intentará demostrar a su pareja que el amor idílico de los musicales sí existe. ¿Será capaz de conseguirlo y hacer que su novia cambie su postura?
Acudir al teatro va más allá de una acción cultural o puro divertimento. Los asistentes desean vivir una experiencia única que luego puedan compartir y recordar, y dada la vasta y profesional cartelera, el listón cada vez está más alto. Esta comedia musical rompe con las fórmulas de los musicales clásicos y las comedias tradicionales, se atreve a desafiar las expectativas del público y a ofrecerle una experiencia teatral completamente única y, sobre todo, muy divertida. Detrás de un hilo argumental sencillo de chico conoce a chica, esta pieza esconde una riqueza emocional y temática que va más allá de lo visto en escena. La trama, que podría considerarse como una historia convencional, se convierte en una plataforma para explorar conceptos profundos asociados con el romanticismo, la idealización en la pareja y las expectativas que a menudo proyectamos en el otro. Aborda cuestiones universales sobre el amor, las relaciones y la importancia de mantener la mente fría en nuestras vidas románticas. Es un recordatorio de que, a pesar de las imperfecciones y las desilusiones, el amor sigue siendo una experiencia valiosa y significativa. La obra también cuestiona si nuestra visión es realista o, si en realidad, estamos buscando algo que solo existe en nuestro pensamiento. Esta reflexión invita a la audiencia a cuestionar sus propias creencias amorosas, los estereotipos de género y las relaciones.
El hilo argumental es sencillo: dos personajes dan vida a una pareja y actúan como narradores de las historias expuestas entre ellos. Sin embargo, la trama, lejos de seguir una acción lineal predecible, se desarrolla de manera no convencional, llevándote por giros y vueltas inesperadas que mantienen tu atención en vilo. En este ingenioso juego de planos de acción tiene mucho que ver la dirección de Julián Salguero. El carácter metateatral de este director –formado en artes aplicadas, arte dramático y técnicas audiovisuales y creación de textos en Granada– es una de las joyas de la representación y demuestra la maestría del creador y el elenco en su ejecución. Al contar una historia dentro de otra, la obra desafía las convenciones teatrales tradicionales y ofrece una experiencia que es al mismo tiempo cómica, reflexiva y profundamente entretenida. La forma en que los protagonistas entran y salen de sus personajes, a veces incluso para ridiculizarlos, añade una capa adicional de complejidad y diversión a la trama. Este enfoque metateatral permite a la audiencia ver a los personajes desde una perspectiva más amplia y personal, al mismo tiempo que se crea una conexión más profunda con ellos. La comicidad y la distensión que impregnan estos sirven para rebajar el carácter reflexivo y mantener al público comprometido y entretenido a lo largo de la hora y veinticinco minutos de duración.
No debemos olvidar que estamos ante una propuesta musical; por tanto, las frases cantadas se alternan con las recitadas en una proporción correcta. Esta alternancia es una herramienta poderosa para transmitir emociones y desarrollar la trama de manera efectiva. Cuando los actores compaginan ambas formas de expresión, se crea un juego dinámico que enriquece la experiencia teatral. El canto realza las emociones más intensas y los momentos de mayor impacto, mientras que la actuación hablada permite una comunicación más directa de los pensamientos y sentimientos de los personajes. En esta obra musical, la dualidad entre la letra de las canciones y la música es evidente. Por un lado, las letras se destacan por su ingenio y su toque de humor y las hace divertidas y atractivas para el público. Sin embargo, desde mi óptica y con un análisis más profundo, algunas pueden sentirse repetitivas y simples en su estructura. Por otro lado, la música es un verdadero punto culminante, con un contagioso leitmotiv recurrente a lo largo de la función. Este tono reconocible se convierte en una guía para el público a través de la narrativa y crea una identidad musical única para la producción. Además, las melodías pegajosas se incrustan en la mente de los espectadores y continúan resonando mucho después de que las luces se apaguen. Un indicio claro de una partitura musical efectiva.
El elenco, por su parte, realiza un trabajo excepcional. Sus actuaciones son impactantes, realistas y con gran carga de verdad, sumergiéndonos en la complejidad de los personajes y las emociones que experimentan. Como ocurría con el juego de identidades, actor y actriz protagonizan apartes narrados y musicales, pero a diferencia de otras representaciones donde la comunicación es entre emisor (actor) y destinatario (espectador) por medio de soliloquios, los protagonistas traspasan ese hilo invisible para conversar y ´reventar´ de forma cómica el parlamento. Esta forma curiosa y divertida también rompe la cuarta pared y permite a la audiencia sentirse parte de la acción y generar momentos cómicos y espontáneos que despiertan las risas y sonrisas y otorga una mayor implicación emocional a los espectadores.
Este dúo está formado por Estefanía Rocamora y Julián Salguero. La actriz y cantante ilicitana mantiene en todos sus papeles una actitud alocada, directa y combativa y es la encargada de defender su postura contraria a los amores románticos. La actriz formada en danza –con trabajos anteriores en “Chefs” y “Crazy Brunch” con Producciones Yllana, “Rocky Horror Show” en Gran Teatro Bankia Príncipe Pío o “Climax” de en Teatro Alfil– aporta frescura, energía y vitalidad a la obra y la hace destacar como una figura carismática en el escenario. En el terreno vocal defiende los agudos y sorprende con divertidas inflexiones de voz, que añaden un toque de humor y originalidad a su actuación y la hace aún más personal. Por su parte, el actor, creador y partícipe de musicales como “Amar en tiempos de covid”, “Jugar a ser dios” u “Ocho boleros” se desdobla de su faceta de director y nos regala una actitud más idealizada. Sus personajes encarnan el amor platónico y los interpreta con autenticidad y profundidad resonando en el corazón del público. Ambos dan vida a diferentes papeles y, aunque es complicado destacar uno en concreto, en el que se meten en el papel de mujeres embarazadas es hilarante y sensacional.
La construcción escenográfica diseñada por Lucía Setuain es simple pero funcional. La capacidad de recrear a la perfección el interior de un apartamento es un logro más al alto grado de realismo y autenticidad. Además, la versatilidad del diseño escenográfico se pone de manifiesto en la forma en que consigue ambientar los exteriores con la ayuda de otros elementos. Esta habilidad para transformar el espacio escénico es esencial para conducir a los espectadores a diferentes lugares y momentos de la historia de manera efectiva. Por último, el espacio sonoro y diseño técnico, por Alberto Picazo, es sensacional y va en la línea desenfadada y gamberra de esta representación.
Aquí te pillo aquí te amo es una obra donde el amor se canta, se burla y se reinventa, donde las canciones ingeniosas, las actuaciones enérgicas y la versátil escenografía se entrelazan en un juego de emociones
Produce: TINONÍ CREACIONES
Dirección: Julián Salguero
Elenco: Estefanía Rocamora y Julián Salguero
Escenografía: Lucía Setuain
Técnica: Alberto Picazo