En el Pequeño Teatro Gran Vía, una obra completamente atípica y revitalizante ha logrado lo que pocas veces vemos en la cartelera madrileña de teatro musical. “Asesinato para dos”, dirigida y adaptada por Zenón Recalde, se presenta cada dos lunes para recordarnos que no se necesita una docena de actores ni decorados fastuosos para llenar un escenario de vida, humor y encanto. Kellen Blair y Joe Kinosian han creado una pieza única con una adaptación de absoluta frescura, desbordando talento gracias a la magnífica interpretación de Dídac Flores y Mikel Herzog Jr., quienes dominan la escena con una combinación de virtuosismo y carisma abrumador.
La historia se centra en la investigación del asesinato del afamado novelista Arthur Whitney durante su propia fiesta de cumpleaños. Desde el inicio, la puesta en escena atrapa al espectador con una economía visual que destaca el verdadero propósito de esta obra: permitir que el despliegue actoral y musical tome el centro del escenario. Un único piano, ubicado estratégicamente a la izquierda, no solo define el espacio, lo convierte en el corazón sonoro de esta historia de intriga y risas. La escenografía diseñada por Javier Alegría, intencionadamente sobria, enfatiza los contrastes: la simplicidad del entorno resalta las personalidades exageradas y diversas de los personajes, todos interpretados por solo dos actores. Sin necesidad de más elementos, la dirección de Recalde se vale de gestos, voces y pequeños pero significativos cambios de vestuario para construir un universo poblado de sospechosos extravagantes y situaciones inesperadas. La tensión dramática, así como la comicidad, logran sostenerse por dos horas gracias a una dirección precisa y ajustada que entiende cómo maximizar cada recurso. La obra no teme burlarse de sí misma, y esto, lejos de disminuir su misterio, convierte la búsqueda del asesino en una travesura compartida con el espectador, quien se rinde y participa en el juego teatral sin preocuparse realmente por la resolución del crimen.
Esta producción de El tío Caracoles va más allá de una simple comedia de enredos, está repleta de un humor astuto que se nutre de elementos clásicos del género whodunit (¿quién lo hizo?). Cada personaje, desde la desconsolada viuda hasta el psiquiatra que intenta disimular sus propias inseguridades, representa un estereotipo llevado al extremo, permitiendo a la audiencia reírse de las expectativas y los clichés de las historias de detectives.
La habilidad de Blair y Kinosian para escribir un libreto pivotante entre la comedia y la sátira social es notable. A medida que el supuesto detective avanza en la investigación, el público se sumerge en un carrusel de escenas cómicas que incluyen temas sobre la amistad, números sobre los dilemas de la fama y la riqueza, y secuencias casi absurdas subrayando la superficialidad de cada personaje. Este éxito es atribuido a la dirección musical de Gaby Goldman, capaz de combinar sencillez y profundidad de manera magistral. Cada canción está impregnada de un ritmo vibrante y humorístico que resalta el tono cómico de la obra y, al mismo tiempo, cada personaje tiene su propio leitmotiv, una melodía distintiva para definir su personalidad y ser reconocido en escena. Por tanto, la música, siempre en complicidad con la trama, se vuelve un personaje en sí misma: añade dinamismo, refuerza las transiciones entre escenas y aporta a la historia un estilo y una fluidez que mantienen al público completamente entregado al absurdo cómico de este thriller musical.
La estructura de “Asesinato para dos” exige una ejecución actoral titánica y Flores y Herzog Jr. cumplen con creces este desafío. Este último encarna al detective Marcus Moscowitz, un oficial de policía ansioso de demostrar su valía en un caso tan peculiar como absurdo. Su retrato del joven detective está lleno de tics y gestos encantadoramente torpes que no solo arrancan risas, construyen a un personaje entrañable, que se debate entre la inseguridad y las ansias de gloria.
Quien verdaderamente sorprende es Dídac Flores, capaz de encarnar a una decena de personajes, pasando de uno a otro con una rapidez y naturalidad deslumbrantes. Es una auténtica demostración de versatilidad: en cuestión de segundos, transforma su postura, su voz y sus expresiones para representar a la viuda indiferente, al psiquiatra intrigante, a una estudiante de criminología, a una diva del ballet, a los vecinos entrometidos y hasta a tres niños en una misma escena. El público no puede evitar aplaudir cada uno de estos cambios que, lejos de parecer artificios, consolidan el absurdo inteligente que caracteriza la obra. La química entre Herzog y Flores es innegable, y su dominio en el piano a cuatro manos convierte la experiencia en una simbiosis casi coreográfica donde las notas complementan la comedia visual.
“Asesinato para dos” es una celebración del teatro en su forma más pura. La actuación, el piano, el cambio vertiginoso de personajes y el uso efectivo del espacio logran lo que solo las producciones verdaderamente inspiradas consiguen: hacer que el público olvide la vida fuera del teatro y quede embelesado ante la magia de una narración en directo. La risa constante y la admiración palpable en cada aplauso son una prueba del éxito de esta propuesta que no solo entretiene, también desafía las normas establecidas en la escena musical española y recuerda a la audiencia la capacidad del teatro para encantar, sorprender y hacer reír con tan solo dos actores y un piano en el escenario.
Autoría: Kellen Blair y Joe Kinosian
Dirección y Adaptación: Zenón Recalde
Dirección Musical: Gaby Goldman
Reparto: Dídac Flores Y Mikel Herzog Jr
Cover: Nicolás Sanz
Diseño Escenografía: Javier Alegría
Diseño de Vestuario: Silvina Falcón
Diseño de Iluminación: Alba Santiago
Prensa y Comunicación: Carlos Rivera
Diseño Gráfico: Maktub_Justdesign
Técnico Sonido, Video Y Luces: Alba Santiago
Producción General: El Tio Caracoles, Production Company, Ana Belén Beas y Miguel Ángel Chuliá