La Coja Producciones, jóvenes profesionales dedicados al Teatro Musical, nos invitan a pasar un viernes por la tarde en una oficina con cuatro dispares personajes atrapados por una tormenta eléctrica. A medida que las horas avanzan se ven obligados a abrirse, revelar sus verdaderas frustraciones e inseguridades y colaborar entre sí con el objetivo de salir lo antes posible y no desfallecer en el intento.
Solo con leer esta sinopsis de la obra, estrenada en Buenos Aires en el 2017 con gran aceptación de la crítica y el público, dan ganas de conocer más y más a estos personajes y ver cómo se desarrollará la noche de encierro. Esta es la primera virtud del libreto escrito por Emma De Martino, capaz de encontrar en la sencillez un relato que engancha y entretiene, combinando momentos hilarantes con instantes conmovedores, lo que resulta una experiencia teatral rica y satisfactoria. En este sentido, este joven y experimentado dramaturgo se destaca por su habilidad para tejer una trama intrigante y llena de matices, que captura la esencia de los personajes de manera magistral. Su capacidad para crear diálogos auténticos y llenos de humor, así como para desarrollar conflictos emocionales complejos, eleva la narrativa a un nivel notable.
La genialidad de la obra radica en su habilidad para tejer una narrativa que oscila entre lo cómico y lo trágico, mientras los personajes enfrentan a sus propios demonios internos y luchan por encontrar sentido en un encierro que es tanto literal como metafórico. A su vez, revela con sensibilidad cómo estas personas, a pesar de estar rodeadas, padecen una profunda sensación de aislamiento emocional y anhelo de conexión genuina. A medida que se desarrolla la trama, se vuelven más vulnerables y se atreven a abrirse entre sí, intentando superar sus propias limitaciones y miedos. Este viaje emocional y humano no solo es conmovedor, sino también profundamente extrapolable, ya que muchos espectadores pueden verse reflejados en la búsqueda universal de significado y compañía en medio de la soledad. En definitiva, De Martino – al frente de títulos como EL GÉ o Desde el SOFÁ – muestra una profunda comprensión de la psicología humana, lo que enriquece la experiencia teatral, y permite reflexionar sobre las complejidades de las relaciones interpersonales y la lucha por la autoafirmación en un mundo laboral dominado por estereotipos y prejuicios.
La dirección a dos manos de Emma De Martino y Sara Pérez es un ejemplo brillante de colaboración artística y visión compartida. Su enfoque meticuloso y coherente se refleja claramente en cada aspecto de la producción. Ambos han logrado crear una experiencia teatral fluida y cautivadora, fusionando hábilmente la comedia y el drama para dar vida a los personajes de manera auténtica y emocionante. La atención al detalle en la dirección se hace evidente en la sincronización perfecta de las actuaciones, los movimientos escénicos y la interpretación musical. Además, su capacidad para guiar al elenco en la exploración profunda de los matices emocionales de sus personajes da como resultado actuaciones excepcionales y genuinas. De Martino (Yo SOY, Un cuento en concierto, Desde el Sillón) y Pérez (Animales, A Diva’s Night, Desgenerados) también se destacan por su habilidad para crear un ambiente teatral envolvente, aprovechando al máximo el espacio escénico y creando una conexión palpable entre los actores y el público. Su enfoque colaborativo permite que el texto fluya de manera natural y envolvente, creando una experiencia teatral que se asemeja a un emocionante capítulo de una web serie. Han logrado tejer las situaciones de la trama con un ritmo cautivador y una progresión coherente haciéndolos sentir como si estuvieran inmersos en una serie adictiva.
No debemos olvidar que estamos ante una obra musical, de ahí que la música se convierta en un elemento vital que potencia las emociones de los personajes y añade profundidad a la narrativa. Cada canción se utiliza de manera estratégica para resaltar los estados emocionales de los protagonistas, ofreciendo una ventana a sus pensamientos más íntimos. Es fascinante cómo cada personaje está envuelto en un halo musical distintivo, lo que no solo enriquece su individualidad, sino que también permite al espectador conectarse de manera más profunda con sus experiencias y sentimientos. La decisión de mantener ciertas frases en inglés mientras se traducen los temas al español es interesante y busca involucrar al espectador, permitiéndole participar de manera activa al reconocer las melodías familiares y cantar las partes conocidas. Sin embargo, puede generar cierta confusión en algunos momentos.
El hábil encaje de las canciones de los años 80, con arreglos musicales de Martin Mazzón, no solo proporciona una banda sonora nostálgica, sino que también se convierte en un reflejo vívido de los momentos y las emociones de los protagonistas. Las canciones de esa década, con sus letras pegajosas y melodías emocionantes, capturan la esencia de una época llena de contrastes y emociones intensas. Al emparejar cuidadosamente estas canciones con los momentos específicos de los personajes, los directores han creado una conexión emocional única entre la trama y la música, aunque me hubiera gustado más números conjuntos y mayor protagonismo en los últimos compases de la representación. Mención especial para las coreografías ingeniosas y visualmente impactantes creadas por Edu Llorens. A pesar de su aparente simplicidad, se destacan por su vistosidad y precisión, aunque lo realmente sorprendente es cómo Llorens aprovecha cada elemento en el escenario para ejecutar las coreografías de manera creativa y dinámica. Su habilidad para incorporar movimientos fluidos y expresivos en un espacio limitado demuestra su destreza coreográfica y su comprensión profunda del lenguaje corporal.
La destacada actuación del elenco brilla tanto en el aspecto vocal, gracias a la habilidosa dirección de Sara Pérez, como en el puramente actoral. Sam Gómez encarna a Sebastián, el CEO ansioso y machista, con una intensidad que revela las capas de inseguridad y arrogancia del personaje. Noelia Marló da vida a Mariana, la recepcionista cansada y feminista, con una mezcla de determinación y vulnerabilidad, creando un personaje profundamente empoderado y complejo. Paula García Lara interpreta a Pilar, la gerente de recursos humanos absurda y contradictoria, con un enfoque cómico desternillante, que eleva la carga cómica de la representación. Por último, Joselu López se viste de Quique, el repartidor o chico de los recados, aportando una capa adicional de diversidad y dinamismo al reparto. En conjunto, el elenco, con dilatada experiencia en series televisivas y obras musicales, ha logrado crear una dinámica cautivadora en la que los personajes se desarrollan y evolucionan de manera convincente a lo largo de la obra, contribuyendo significativamente al éxito de la representación.
Atrapadas en la Ofi es una explosión de talento: una dirección magistral, actuaciones conmovedoras y una banda sonora envolvente se unen para crear una experiencia teatral inolvidable y profundamente cómica y emocional
Dirección: Emma De Martino y Sara Pérez
Dramaturgia: Emma De Martino
Dirección Vocal: Sara Pérez
Reparto: Paula García Lara, Joselu López, Noelia Marló y Sam Gómez
Arreglos Musicales: Martin Mazzón
Coreografías: Edu Llorens
Producción ejecutiva: María Ortega
Dirección de Arte: Javier Velo
Diseño de vestuario: Natalia Cicarelli
Fotografía de Cartel: Fabián Morassut
Ayudante de dirección: Marina Tomas
Ayudante de producción y prensa: Viviana Delgado
Prensa, Marketing y Comunicación: Juanjo González
Una Producción de La Coja Producciones