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Año VIIINúmero 376
30 OCTUBRE 2024

Charlie y la fábrica de chocolate: La aventura musical más dulce y divertida

El sueño de cualquier niño podría ser entrar, aunque solo fuera durante unas horas, en una fábrica repleta de chocolate. Tabletas, caramelos, helados y demás delicias a la altura de su paladar. Los mayores, por su parte, seguro que tampoco se quedarían atrás. Si desean vivir esta experiencia no hace falta contactar con ninguna fábrica, solo deben visitar el Teatro Ibercaja Delicias.

Tras su éxito rotundo por medio mundo –desde el West End, hasta Brodway, pasando por Milán Noruega o Brasil– Federico Bellone nos invita a recordar la legendaria novela de Roald Dahl y con ella, la fábrica más famosa de la literatura infantil. Allí conoceremos al joven Charlie Bucket y a otros cuatro ganadores del billete dorado. Este pase les permitirá vivir una experiencia única desde dentro, guiados por, nada más y nada menos, que el mismo Willy Wonka. En el interior de su laboratorio culinario descubrirán a los famosos trabajadores de la fábrica, los Oompa-Loompas, y el mundo imaginario de su creador; donde no faltarán cascadas de chocolate, ardillas locas, un gran elevador de cristal y muchas sorpresas más. Una vez dentro… ¿serán capaces de salir?

 

Espectáculo familiar fiel al libreto original desde una mirada más alegre y divertida

La grandeza de los clásicos reside en su carácter atemporal y cómo, generación tras generación, siguen ganando adeptos. Este título, llevado por segunda vez a la gran pantalla por Tim Burton con Johnny Depp como protagonista, es uno de ellos. Por este motivo, felicito la decisión de Iñaqui Fernández y Gorka Fernández, como productores de la prestigiosa productora LETSGO –al frente de éxitos musicales como Dirty Dancing, Ghost o El guardaespaldas– por trasladarlo a los escenarios en formato musical. Un espectáculo familiar perfecto para todas las edades y en especial para los más pequeños.

Madrid se ha convertido en la tercera capital mundial de los musicales por su amplia variedad y sobre todo por su calidad. En su vasta cartelera teatral tenemos títulos y temáticas diversas donde el espectador puede elegir su favorito. Dentro de la variedad, me gustan especialmente aquellos que rescatan libros clásicos infantiles, al poder observar su vigencia y valores como la amistad y el compañerismo, atribuibles a este espectáculo. Desde la publicación de la obra del autor inglés Roald Dahl hasta hoy, han pasado cincuenta y ocho años y sigue conservándose como en su inicio. Parte de este mérito recae en Silvia Montesinos, prestigiosa directora y adaptadora. De su trabajo destacaría la fidelidad al libreto de David Greig en su trama, pero sobre todo, su traslación a la realidad española y, por ende, latina. Dicho de otro modo, esta producción es festiva, alegre y muy divertida donde, como luego comentaré, se ha potenciado la ilusión e imaginación. Tanto el libreto como las letras de las canciones mantienen la esencial original de sus creadores, Marc Shaiman y Scott Wittman, donde los más pequeños disfrutarán su forma, puesta en escena; y los adultos, además, de su fondo, con reflexiones implícitas como la educación y el cuidado de niños y niñas o la importancia de mantener vivos los sueños.

 

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Puesta en escena potente y excéntrica, potenciando la fantasía, ilusión e imaginación, con buen aprovechamiento del espacio escénico

La dirección corre a cargo de Federico Bellone, productor y director de origen italiano de reconocido prestigio. Su trabajo roza el sobresaliente y sabe proyectar en escena los valores y filosofía antes mencionados. Su puesta en escena es potente e imponente y en algunos casos excéntrica, dadas las características de algunos personajes. En este sentido, sabe extraer lo mejor de ellos y dotarles de un carácter contemporáneo y cómico. El director de éxitos musicales como Dirty Dancing  o Ghost, aprovecha a la perfección todo el espacio, con escenas a ambos lados del escenario y juegos de altura, sin caer en ningún momento en entropía escénica. Por otra parte, los tempos de la representación son correctos, así como la duración, de dos horas y media, y la estructuración en dos actos. No obstante, algunas escenas del segundo podrían haberse condensado.

Desde una mirada más global, Bellone potencia la fantasía y la ilusión, no solo en el marco de la propia obra, sino también en la de los presentes. Les invita a pensar y a jugar con su propia mente como también debe hacerlo el protagonista de la historia. Este ejercicio de imaginación es una pequeña grieta de la ruptura de la cuarta pared, que en algunos instantes directamente desaparece gracias al buen hacer del reparto, siendo la mejor técnica para captar su atención. Relacionado con la fantasía y la ilusión, en Charlie y la fábrica de chocolate encontramos números mágicos muy profesionales y genialmente implementados, como el de un ascensor flotante o distintas realidades dimensionales.

 

Melodías ágiles y punzantes envueltas en coreografías vistosas con coloridos diseños de vestuario y realista caracterización

La música es otro de los puntos fuertes de esta adaptación al introducirnos y transportamos al mágico mundo. El maestro Julio Awad sabe extrapolar a la perfección la partitura del compositor estadounidense Marc Shaiman y nos regala melodías ágiles punzantes, animosas y atrayentes, en la mayor parte del espectáculo, y otras emotivas e íntimas; todas ellas con un leitmotiv reconocible. Cabe mencionar, la exquisita ejecución de la banda que toca en directo las canciones originales del musical estrenado en el West End de Londres en 2013, donde rompió récords de taquilla durante 4 años consecutivos. Por su parte, la prestigiosa profesora y coreógrafa, Gillian Bruce, diseña unas coreografías de apariencia sencilla, pero muy vistosas y coloridas, siendo las más espectaculares las conjuntas y distributivas.

Los responsables de llevar a escena este éxito mundial, traducido a varios idiomas, son un reparto conformado por 28 artistas, con un trabajo actoral y musical encomiable. Todos ellos ataviados con un vestuario modernista y espectacular diseño de Chiara Donato –que nada tiene que envidiar al de la producción original del West End por la que recibió el premio Olivier en esta especialidad– y con una sorprendente y realista caracterización de José Alberto Sedano, siendo la de los Oompa-Loompas las más logradas.

 

Sensacional y profesional reparto con emocionantes y divertidas actuaciones en un entorno mágico

Todas las miradas están puestas en el famoso chocolatero Willy Wonka, interpretado sensacionalmente por Edu Soto o Víctor Massan, como alternante. Este conocido y reconocido actor de cine y televisión hace las veces de maestro de ceremonia y está en su salsa con un personaje que le permite moverse, reír y gesticular facial y corporalmente aportando su sello característico. Como no podía ser de otro modo, después de curtirse en el mundo de la comedia, Soto aporta humor a la representación y un toque excéntrico y canalla que casa muy bien con su personaje. A nivel vocal, el semifinalista del talent musical ‘’Tu cara me suena’’, sale airoso y mantiene un registro vocal aceptable con una buena implementación del parlato.

Casi sin despegarse, le acompaña el protagonista de la historia, Charlie, a quien le dan vida hasta cinco niños diferentes en función de cada pase, que cuentan con gran formación en canto y artes escénicas a pesar de su corta edad. Con su actuación aportan sensibilidad, emoción y la ilusión necesaria para hacer posible la representación, pues sin un buen Charlie, esta construcción musical sería impensable. Vocalmente, están más que a la altura para encarnar al protagonista y con el paso de las funciones estoy convencido que llegarán al sobresaliente. Para entender a este personaje, es esencial el papel que juegan su abuelo y su madre. El primero es interpretado por el actor curtido en musicales Esteban Oliver, quien aporta sensibilidad y comicidad, y el segundo, por la actriz de gran trayectoria en teatro musical Silvia Álvarez, quien imprime emotividad y pone el listón vocal más alto con su solo “Si estuviera papá”.

Otros personajes, sin los cuales la trama no tendrían sentido, son los demás niños con sus respectivos progenitores. Guillermo de Quinto y Malia Conde representan a hijo y madre de origen alemán, quienes destacan por su voluminosidad con expresivos movimientos corporales. Marta Melchiorre y Víctor Díaz dan vida a personajes provenientes de Rusia. La actriz es puro histrionismo y un huracán escénico y el actor borda el acento y la imitación propia del vasto país y demuestra con su voz por qué es un excelente tenor. Nicole Quiala y Juan Dos Santos son hija y padre en la función y desbordan con un rollo y estilo peculiar muy graciosos. Por último, Alex Arce y Begoña Álvarez son hijo y madre de la América profunda. El primero sorprende con sus  piruetas y pataletas pueriles y la actriz por su marcada gestualidad psicótica. Todos ellos son presentados por una picarona reportera, a quien da vida Marta Arteta, y un estereotipado presentador de informativos, Alberto Scarlatta. En definitiva, una combinación peculiar de personajes que solo hace, con sus desdichas, aumentar la risa de los presentes y ofrecernos hilarantes números musicales.

Los elementos técnicos y escenográficos terminan de redondear esta producción musical. Federico Bellone se desdobla de su faceta de dirección y está al frente de la escenografía. Los decorados son sensaciones y replican desde la fría y lúgubre ciudad del protagonista, hasta la colorida fábrica de chocolates, en consonancia con la correcta iluminación de Valerio Tiberi. Me fascinó la enorme estructura central, donde los endiablados seres enanos hacen de las suyas, y la buena comunión con las proyecciones de vídeo para dar más realismo a esta dulce y divertida aventura musical.

Un musical alegre y divertido, fiel al espíritu original, donde la fantasía, la magia y la ilusión se funden con la música y las coreografías para abrir las puertas de Charlie y la fábrica de chocolate

 

Libreto: David Greig

Música: Marc Shaiman

Letras y canciones: Marc Shaiman y Scott Wittman

Dirección: Federico Bellone

Director musical: Julio Awad

Directora residente y responsable de la adaptación del texto: Silvia Montesinos

Reparto: Edu Soto, Víctor Massan, Ana Dachs, Esteban Oliver, Guillermo de Quinto, Malia Conde, Marta Melchiorre,
Víctor Díaz, Nicole Quiala, Juan Dos Santos, Alex Arce, Begoña Álvarez, Alberto Scarlatta,
Mario Alberto Hernández, Manu Martínez, Hugo Ruiz, Juanki Fernández, Daniel Moschini, Christian García,
Sonia Gascón, Dámaris Aragón, Paula Moncada, Berta Butinyá, Natalia Pascual, Gallo Ryan, Silvia Álvarez y Natalia Delgado.

Diseño de coreografías: Gillian Bruce

Diseño de iluminación: Valerio Tiberi

Diseño de vestuario: Chiara Donato

Diseño de caracterización y peluquería: José Alberto Sedano

Diseño de escenografía: Federico Bellone

Diseño de sonido: Albert Ballbé

 

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