Representado en 36 países y visto por más de 33 millones de espectadores, CHICAGO se ha convertido en un fenómeno teatral en el mundo y gracias a los productores Pilar Gutiérrez, Marcos Cámara y Juanjo Rivero; y a la prestigiosa productora SOM Produce tenemos la oportunidad de disfrutarlo en la capital. Escrito por Fred Ebb y Bob Fosse, con música de John Kander y letras de Fred Ebb, la acción nos traslada a la ciudad homónima durante la década de 1920, una época marcada por la Ley Seca y el surgimiento del jazz. Roxie Hart, un ama de casa y bailarina de un club nocturno, asesina a su amante después de que él amenace con abandonarla. Roxie termina en la cárcel de Cook County, donde conoce a Velma Kelly, otra mujer que está encarcelada por asesinato. Ambas están dispuestas a hacer cualquier cosa para salir libres y alcanzar la fama. Roxie contrata al astuto abogado Billy Flynn, conocido por manipular a los medios y al público para ganar casos imposibles. Con la ayuda de Flynn, la joven se convierte en una sensación mediática, eclipsando incluso la fama de Velma. La trama se desarrolla como un emocionante juego de manipulación, con giros y vueltas inesperadas, mientras las convictas compiten por la atención de los medios y luchan por su libertad.
Fred Ebb y Bob Fosse crean un libreto maravilloso, divertido y lleno de matices, gracias también a la adaptación de David Thompson. No estamos ante un simple musical, es un espejo incisivo que refleja la delgada línea entre la fama y la infamia, la verdad y la mentira en nuestra sociedad moderna. A través de su narrativa de avaricia, asesinato y corrupción en el mundo del espectáculo, CHICAGO también arroja luz sobre las sombras que se esconden detrás del glamour de la industria del entretenimiento. Este retrato mordaz de la corrupción en el sistema judicial y de los medios de comunicación, marcados por el patrón del sensacionalismo obligando a la audiencia a cuestionar su propia percepción de la realidad, resuena profundamente en una era donde la verdad se mezcla con la ficción en los titulares de noticias y las redes sociales. Esta experiencia teatral no solo entretiene, sino que también despierta una profunda reflexión sobre nuestras propias obsesiones y debilidades como sociedad, dejando una impresión duradera en el espectador mucho después de que el telón baje y las luces se apaguen.
Si por algo destaca Chicago, galardonada con 6 premios Tony®, 2 premios Olivier, 1 Grammy®, es por los explosivos e impactantes números musicales que capturan la atención del espectador desde el primer compás. Cada número parece superar al anterior en términos de energía y ejecución, creando una experiencia musical verdaderamente electrizante. La música de John Kander y las letras de Fred Ebb, uno de los equipos creativos más influyentes del teatro musical, elevan el espectáculo a nuevas alturas de excelencia artística. Lo que hace que la banda sonora, supervisada por Rob Browman, sea excepcional es su diversidad estilística. Desde el inicio, el espectador se ve inmerso en un mundo donde el jazz, el vaudeville y los ritmos de cabaret se entrelazan. Estos estilos, ricos en historia y emoción, crean una experiencia auditiva multifacética que ilustra perfectamente la era de los locos años veinte en Chicago. La música jazz aporta un toque de sensualidad y sofisticación, mientras que los elementos del vaudeville y el cabaret añaden un toque de teatralidad y extravagancia a la producción. Los ritmos marcados y las pegajosas melodías son la columna vertebral del espectáculo, infunden vitalidad en los números musicales destacándose especialmente en «Al son del jazz» y el icónico «Tango de la prisión».
Las letras no son meras expresiones de sentimientos, sino también herramientas narrativas que añaden profundidad y contexto a la trama. Esto crea una experiencia musical inmersiva donde la música no solo entretiene, sino que también impulsa el relato, manteniendo al público comprometido y emocionado durante todo el espectáculo. Cada canción se integra de manera orgánica en el desarrollo de la historia, proporcionando pistas emocionales y narrativas para los personajes y sus relaciones. Este éxito también es atribuible al arduo trabajo de traducción del libreto y de las canciones de Víctor Conde y Alicia Serrat. Por otro lado, algunos números tienen un toque cómico, añadiendo capas de complejidad y diversión a la experiencia musical. Estos elementos, cuidadosamente coreografiados y sincronizados con la música, crean momentos de alivio cómico que contrastan con la intensidad emocional de otras partes del espectáculo.
No puedo dejar de mencionar el inconmensurable trabajo de Andreu Gallén, director musical; su habilidad para guiar a los músicos y sincronizarlos con los actores en el escenario demuestra un profundo conocimiento de la partitura y una pasión por la música que se traduce en una interpretación impecable. La orquesta en directo, con cada músico aportando su destreza y talento individual, se convierte en una extensión orgánica del espectáculo en su conjunto. La integración de la orquesta en el escenario no solo mejora la experiencia auditiva, sino que también crea una conexión visual entre la música y la acción. Los músicos no son simplemente acompañantes invisibles; se convierten en parte del hecho teatral, interactuando con los actores y aportando una capa adicional de dinamismo a la producción. Esta interacción en vivo añade una autenticidad y calidez que es única en las representaciones y crea una experiencia inolvidable para la audiencia.
El elenco, con Víctor Conde a la cabeza como director residente, merece elogios por sus actuaciones sobresalientes que sitúan a la producción a un nivel de excelencia artística. Los personajes de Roxie Hart, interpretada con gracia, ambición y pasión por Silvia Álvarez, y Velma Kelly, con una presencia magnética y carismática en el escenario de Ela Ruiz, son defendidos con una profundidad, autoconfianza y autenticidad impresionantes. Ambas encarnan el arrollador poder femenino con enorme fortaleza y determinación. Roxie Hart y Velma Kelly no son solo personajes; son símbolos de la lucha y la ambición de las mujeres en un mundo dominado por hombres en la década de 1920. En definitiva, estas protagonistas no solo desafían las normas sociales, sino que también desafían las expectativas convencionales del teatro musical al presentar mujeres que son decididas, ingeniosas y, sobre todo, dueñas de su propio destino. La química entre Álvarez y Ruiz es palpable, creando una dinámica y tándem fascinantes en escena. Sus habilidades vocales – con preferencias en los agudos y sorprendentes juegos vocales – y actorales han sido fundamentales para transmitir la complejidad de sus personajes, desde la ambición desenfrenada hasta la vulnerabilidad oculta.
La interpretación magistral de Iván Lavanda como Billy Flynn ha dado vida a un personaje que es tanto maestro de ceremonias encantador como maestro del engaño astuto. Con un carisma cautivador y una habilidad innata para manipular situaciones y emociones, este artista multidisciplinar ha creado un Billy Flynn fascinante y complejo, como puede comprobarse en el sobresaliente número “Lo que importa es el amor”. Su capacidad para guiar la narrativa y distorsionar la verdad en el escenario refleja la dualidad del personaje, mientras que su habilidad para cambiar de máscaras y adaptarse a cualquier situación pone de manifiesto su inteligencia y versatilidad como actor, manteniendo a la audiencia en suspense y preguntándose cuál será su próxima jugada.
Inma Cuevas ha capturado magistralmente la esencia de Mama Morton, funcionaria de prisiones en la cárcel del Condado de Cook. En su interpretación destaco la habilidad del personaje para navegar hábilmente entre el mundo del crimen y el sistema penitenciario, utilizando su influencia para obtener favores de las presas a cambio de beneficios. La actuación de Cuevas es un equilibrio perfecto de autoridad y encanto con un chorro de voz sobresaliente. Por su parte, Mary Sunshine, interpretada con destreza por A. Bolea, es la periodista encargada de cubrir los juicios de las acusadas. Lo que realmente destaca de esta interpretación es su poderío vocal, que infunde al personaje con una presencia imponente en el escenario. Por último, el personaje de Amos Hart, encarnado por Alejandro Vera, es un retrato conmovedor de la lealtad y la bondad en medio del caos. Siendo el fiel esposo de Roxie, es un hombre de buen carácter y, aunque algo ingenuo, muestra una perseverancia inquebrantable incluso cuando es ignorado y menospreciado. La actuación de este actor forjado en musicales se caracteriza por su habilidad para capturar la dualidad del personaje, rozando lo cómico y lo patético con maestría. El resto del elenco contribuye de manera significativa a completar la historia y engrandecer los números musicales.
La coreografía, bajo la recreación de Ann Reinking basada en la producción original de Nueva York y con la dirección de Gary Chryst en esta versión, representa un ejercicio magistral de danza y teatro musical. Esta producción ha logrado capturar la esencia atemporal del musical, manteniendo la sofisticación y el estilo de los años 20 mientras infunde una energía contemporánea. La sensualidad se mezcla con la fuerza y el poder en cada movimiento, dando vida a los personajes y sus emociones de una manera inolvidable. La coreografía conjunta destaca por su sincronización perfecta y su habilidad para transmitir la narrativa de cada número musical de manera visualmente impactante. Cada paso, cada giro y cada gesto están meticulosamente diseñados para crear una experiencia coreográfica que es elegante, potente y cautivadora, convirtiendo cada número en un espectáculo visualmente deslumbrante que complementa perfectamente la trama y la música del musical. El diseño de vestuario, a cargo de William Ivey Long, es un elemento visualmente impactante que contribuye significativamente a la atmósfera del musical. Con un predominio del negro, el vestuario ha sido cuidadosamente elaborado para reflejar la elegancia y el misterio de la década de 1920, mientras se adapta a las sensuales y poderosas coreografías.
La escenografía diseñada por John Lee Beatty es un brillante ejemplo de cómo la simplicidad puede ser asombrosamente efectiva en el teatro. La ausencia de un decorado elaborado se convierte en una elección magistral, ya que permite que la música y la trama sean los verdaderos protagonistas de la obra. La integración perfecta con la orquesta crea una experiencia sin fisuras, donde la música y el escenario se fusionan en una armonía hipnótica. Cabe destacar la importancia de elementos escénicos como las sillas, convirtiéndose en objetos de poder y moviéndose con gracia y precisión en las coreografías. Por último, el diseño de iluminación de Ken Billington es verdaderamente impresionante. Utiliza juegos de luces y sombras y degradados a negros para crear una atmósfera específica para cada escena. Su habilidad para capturar la esencia de cada momento y envolver a la audiencia en la historia demuestra su maestría técnica y comprensión del poder de la iluminación en el teatro.
CHICAGO es un espectáculo deslumbrante y electrizante que, con la combinación de música potente e impactante, un reparto sobresaliente, coreografías seductoras y una narrativa intrigante, crea una experiencia teatral emocionante y provocativa, elevando los estándares del mundo del teatro musical
Libreto: Fred Ebb & Bob Fosse
Letras: Fred Ebb
Música: John Kander
Libreto: Fred Ebb & Bob Fosse
Reparto: Silvia Álvarezt, Ela Ruiz, Ivan Labanda, Inma Cuevas A. Bolea, Alejandro Vera, Ángel Saavedra Teresa Abarca , Álvaro Cuenca, Diana Girbau, Briel González , Mario Hornero, Valeria Jones, Sara Martín, Paula Miessa, Gerard Mínguez, Graciela Monterde, Jose Montero, Esteban Provenzano y Marc Sol, Urko Fernández Marzana , Víctor González, Beatriz Mur y Rebeca O’Neill.
Producción Original Dirigida y Coreografiada por BOB FOSSE
Basada en la obra teatral de Maurine Dallas Watkins
Supervisor musical: Rob Bowman
Arreglos vocales: Rob Fisher
Dirección musical: Andreu Gallén
Diseño de escenografía: John Lee Beatty
Diseño de vestuario: William Ivey Long
Diseño de iluminación: Ken Billington
Adaptación del libreto: David Thompson
Traducción del libreto y Canciones:: Víctor Conde y Alicia Serrat
Ayudante de dirección y director residente:Víctor Conde
Supervisor de baile: Francesc Abós
Prod. Artística y Dir. Casting: Carmen Márquez
Company Manager: Blanca Azorín
Producción técnica: Guillermo Cuenca
Dirección técnica: Alexis Carlesso
Productores: Pilar Gutiérrez, Marcos Cámara y Juanjo Rivero
Producción Ejecutiva: Marcos Cámara y Juanjo Rivero
Coreografía de la producción original: Ann Reinking
Recreación de la coreografía de la producción original de Nueva York: Gary Chryst
Director de la producción original: Walter Bobbie
Recreación de la dirección de la producción original de Nueva York: Tânia Nardini