El circo va más allá de un conjunto de números artísticos, forma parte de la esencia del ser humano desde que fue consciente de su cultura; de ahí que tengamos que remontarnos a hace siglos para establecer su origen. Además, este espectáculo está ungido de emoción, expectación y cierto misterio, que nos permite hablar de la “magia del circo”, una expresión para describir un entorno único donde profesionales de distintas artes muestran su potencial y dominio escénico para deleite y admiración de los presentes. Estas raíces son de las que se nutre la Familia Quiros, parte inherente de la historia del circo de nuestro país, que de la mano de Luis y Manuel Quirós y fruto de la unión de artistas de reconocido prestigio internacional, llevan actuando en los mejores circos europeos y americanos desde su creación en 1993.
Con independencia del género artístico al que nos encontremos, al público ya no le sirve con disfrutar o pasar un rato agradable, desea vivir una experiencia única para, posteriormente, compartirla con propios, allegados, y ajenos, con el altavoz de las redes sociales. Este espectáculo cumple con esta premisa, pues nada más entrar en el recinto ya se respira ese aura con el inconfundible olor a palomitas y un ruedo central dispuesto a albergar una nueva aventura. Comenzada la función, esa experiencia se intensifica con la invitación de una joven maestra de ceremonias a emprender un viaje por las distintas disciplinas desde la inocente mirada de su pequeño para dar vida a sus sueños. Se apagan las luces y comienza el espectáculo.
Como compañía circense de referencia cuenta con un amplio repertorio de las principales disciplinas artísticas que, como ya he mencionado, no son una sucesión inconexa de números, sino una aparición coordinada en base a un relato onírico con efectos de luces y sonido para conseguir “el más difícil todavía”. Los hermanos Castanheira monopolizan buena parte del show, comenzando por David, malabarista de largo recorrido, que da muestra de su dominio con todo tipo de objetos, desde pelotas y aros, hasta mazas de diferentes tamaños y colores. Por si no fuera suficiente, este joven artista despliega su maestría en la gimnasia, con cuerdas suspendidas que le permiten hacer números aéreos con vistosos giros, acrobacias con un único punto de apoyo y prácticamente “volar”. Otro de sus impresionantes números lo ejecuta en la segunda parte junto a su hermano con La rueda de la muerte, uno de los de mayor riesgo y, por ende, de los más ovacionados de la noche. Los dos artistas se colocan en diagonal para romper la simetría habitual y comienzan a girar a velocidades de infarto en el artefacto circular, equilibrando el giro de sus jaulas con su cuerpo, mientras uno corre y salta fuera de su jaula, el otro controla la velocidad al caminar o correr dentro de la otra. Una demostración de intrépida acrobacia y sorprendente trabajo en equipo que desafía las leyes de la física y lleva la acción lo más cerca posible del público.
Siguiendo con la adrenalina, Mike dejó boquiabierto al público con increíbles acrobacias aéreas como el columpio, sin ninguna red bajo sus pies. El riesgo del espectáculo, con entradas desde tan solo ocho euros, lo mantiene Alberto Segura, quien lleva a cabo un arriesgado número sobre objetos cilíndricos, colocados de forma horizontal y vertical, para sostenerse unos segundos que parecen minutos. Todo un ejercicio de equilibrismo de compleja ejecución y precisión quirúrgica. Por su parte, el alambrista Gerardo Segura comparte estas habilidades subido a una cuerda mientras realiza malabares. Una demostración de funambulismo clásico con saltos incluidos que gustó especialmente a los presentes.
Muchos de los asiduos al circo recordarán cuando los animales salvajes eran los protagonistas de estos espectáculos. Con las ordenanzas municipales y el proyecto de ley de Protección Animal, que entrará en vigor el próximo año, ya no veremos a esta clase de animales en ningún espectáculo. El Circo Quirós ya se ha adelantado a esta normativa y como sustitución ha optado por animales domésticos y aves exóticas procedentes de diversas partes del mundo. Los encargados de presentarlos son el dúo Victoria, con perros de distintas razas y tamaños y pequeños felinos, adiestrados con pasión y cariño, quienes realizan múltiples números muy simpáticos y divertidos.
He dejado para el final un arte imprescindible en cualquier circo, el realizado por los payasos; porque hacer reír, y más hoy en día, es todo un arte. Los payasos Afilim, valiéndose de su marcada gestualidad facial y corporal y su expresiva e histriónica mímica, son los encargados de hacer reír a grandes y pequeños con desternillantes números repartidos a lo largo de las dos horas de duración, con la ayuda del público. Momentos felices que potencian el carácter familiar de este tipo de eventos, perfectos para el público infantil pero también para el adulto, y así poder sacar el niño que todos llevamos dentro. Ese encuentro familiar también ocurre a la inversa, porque gracias a estos espectáculos las técnicas de los artistas circenses se hacen inmortales, permitiendo que los conocimientos pasen de generación en generación.
Todo espectáculo, al igual que cualquier sueño, tiene un final, a no ser que sigamos la recomendación de Antoine de Saint-Exupéry en boca de El Principito: «hacer de tu vida un sueño, y de un sueño una realidad».
En el Circo Quirós disfrutarán de un sueño de emoción, expectación y misterio de la mano de artistas circenses de reconocido prestigio, en un espectáculo familiar lleno de magia e ilusión.