Tras su triunfo en Broadway como Mejor Musical Off, Dennis T. Giacino nos presenta a las icónicas princesas Disney de una forma diferente a la que estamos acostumbrados. Blancanieves, Cenicienta y la Bella Durmiente serán las anfitrionas de un encuentro musical delirante con sus princesas amigas, quienes nos mostrarán sus nuevas realidades. Bella, Mulán, La Sirenita, Pocahontas, Rapunzel, Jazmín y La Princesa que Besó al Sapo han irrumpido en escena con una misión: desmitificar el «Complejo de Princesa».
Este espectáculo, rebosante de parodias musicales, bailes y, por supuesto, mucho humor, desafía la antigua noción de que una mujer solo es válida si es hermosa y está dispuesta a dejarse rescatar por un príncipe. Las princesas, que durante años nos han vendido cuentos de hadas estereotipados, ahora se rebelan. En «Desencantadas», se burlan de las convenciones, celebrando la diversidad y la autonomía femenina con risas contagiosas y una pizca de irreverencia. Esta obra no solo nos hace reír a carcajadas, sino que también nos invita a reflexionar sobre las narrativas de género que han influido en generaciones, ofreciendo una experiencia teatral que es tan edificante como entretenida.
En esta hábil adaptación de Zenón Recalde, Desencantadas se eleva más allá de la mera sátira, convirtiéndose en una obra imprescindible que desafía nuestras nociones preconcebidas sobre las princesas. Este espectáculo no solo aborda temas esenciales como los estereotipos de belleza, la raza, la orientación sexual, la apropiación cultural, la misoginia y la obsesión por las princesas, sino que lo hace con una comedia musical rápida y delirante que cautiva y desconcierta a partes iguales. Sin embargo, a pesar de su agudeza, el libreto a veces se queda en la superficie, sin explorar las complejidades más profundas de los personajes y las cuestiones que plantea.
Este dramaturgo y director bonaerense juega con maestría a la sátira y la farsa, permitiendo que el drama y el subtexto más oscuro del espectáculo emerjan, todo a través del poderoso lenguaje del humor. Por tanto, trasciende la imagen idealizada que nos han vendido durante tanto tiempo y se convierte en un espejo en el que la sociedad mira de frente sus nociones preconcebidas sobre el amor, las relaciones y los roles de género. Aunque el espectáculo tiene como objetivo principal entretener, su mensaje trascendental se convierte en una llamada a la reflexión, invitando a la audiencia a desentrañar los cuentos que nos han sido impuestos y a abrazar la diversidad en todas sus formas, porque como cantaba Sabina “Las niñas ya no quieren ser princesas”; o, por lo menos, este tipo de princesas. En manos de Recalde, la comedia se transforma en un medio para desencantar la realidad, revelando capas profundas de verdad que resuenan en cada risa.
Bajo la dirección maestra de Ramón Paso y Sergio Lombardo, el libreto cobra vida con un despliegue cautivador de movimiento en el escenario. La agilidad y diversión permea la puesta en escena, creando un espectáculo que es a la vez entretenido y dinámico. Sin embargo, en ciertos momentos, se vislumbra la sombra de la monotonía, un desafío que, aunque brevemente, amenaza con empañar la brillantez del espectáculo. La obra se presenta como una serie de números musicales independientes, cada uno contribuyendo a la riqueza del todo musical de manera magistral. Los agradecidos monólogos inyectan oxígeno en la representación y aportan una chispa adicional de comedia y revitalizan la representación, ofreciendo momentos de alivio cómico que son tan necesarios como refrescantes.
Por otra parte, ambos directores logran un aprovechamiento exquisito de cada rincón del escenario, transformándolo en un mundo dinámico y multifacético que captura la atención del espectador desde todos los ángulos. Pero más allá de ser un mero observador, el público se convierte en un protagonista activo en un instante concreto del espectáculo. Múltiples llamadas de atención rompen la barrera entre el escenario y la audiencia, creando una experiencia satisfactoria e inmersiva.
En el corazón de Desencantadas reside una sinfonía de géneros, una amalgama musical que cobra vida gracias al talento impresionante de Daniel Villarroya, el director musical y un auténtico descubrimiento en esta representación. Este joven compositor, galardonado con el «Premio Extraordinario de la Comunidad de Madrid de Música» en 2018/19, ha tejido una tela sonora, rica y variada, fusionando géneros que van desde la copla y las bulerías hasta el cabaret y el pop. Cada princesa tiene su propio ritmo distintivo, sus notas personales que las identifican y las elevan más allá de las caricaturas animadas que conocemos. A pesar de su juventud, este solista, ganador de certámenes nacionales e internacionales, demuestra una maestría musical asombrosa al adaptarse ingeniosamente al libreto, fusionando palabras y notas de una manera que no solo complementa, sino que también enriquece el texto. Cada acorde y cada armonía se integran perfectamente en la trama, realzando las emociones y las risas en cada momento. Además de su destreza como compositor, Villarroya muestra su virtuosismo en el piano, acompañado magistralmente por Raúl Martínez en la batería. Juntos, crean una sinergia musical que se convierte en el alma palpitante y en la mejor carta musical de esta construcción teatral.
Las encargadas de traspasar el portal mágico del mundo imaginario al escenario son unas talentosas actrices, genialmente caracterizas y con un divertido y exhortativo vestuario diseñado por Silvia Falcón. En este escuadrón femenino, Geraldine Larrosa brilla como la intrépida Blancanieves, quien lidera este encuentro de princesas con un propósito claro: liberar a sus compañeras del confinamiento del «complejo de princesas». Larrosa, en su papel de maestra de ceremonias, irradia valentía y determinación y toma las riendas del espectáculo, con una presencia encantadora y una energía que ilumina el escenario, guiando tanto a las princesas como a la audiencia a través de un viaje emocional y cómico.
Nuria Sánchez, alternante de Geraldine Larrosa, se transforma en una Cenicienta con un sentido del humor encantador que tras mucho limpiar permanece intacto. A su lado, María Villarroya se viste de Bella Durmiente, con un giro cómico excepcional. Su personaje tiene un pequeño problema: se duerme en cualquier lugar y en cualquier momento, sin importar quién esté presente. Esta peculiaridad se convierte en una brillante metáfora de la presión social que enfrentan las mujeres para ser perfectas y un espejo cómico que refleja las complejidades de la vida moderna.
Por otro lado, Ana Belén Beas es un verdadero camaleón interpretativo, dando vida a tres personajes icónicos: Bella, La Sirenita y Rapunzel. Como Bella, nos presenta una versión «perjudicada» de la princesa, cuya realidad incluye conversaciones con objetos inanimados y un esposo que más parece una bestia que un príncipe encantador. La Sirenita, después de sacrificar su voz y su hogar bajo el mar, nos muestra su lucha humorística con las complejidades de la vida en tierra firme, desde la depilación hasta los juanetes, con una perspicacia que provoca carcajadas entre los presentes. Por último, como Rapunzel, Beas presenta una princesa alemana que lucha por encontrar su sentido del humor, ofreciendo una interpretación que es tanto provocadora como cómica.
Marina Espíldora asume un triple papel impactante. Como Mulán, la única princesa sin príncipe, desentraña las complejidades del amor propio y la independencia femenina. En Pocahontas revela las presiones de los estándares de belleza, ilustrando cómo el peso de las expectativas externas afecta profundamente a las mujeres. Como Jazmín, Espíldora analiza las luchas de las mujeres por la igualdad en el ámbito laboral, ofreciendo una perspectiva mordaz sobre los desafíos que enfrentan las mujeres en la búsqueda de la equidad profesional. Por último, La Princesa que Besó al Sapo, interpretada por Juls Sosa, se convierte en un símbolo poderoso en el escenario, como la primera princesa de raza negra en protagonizar un cuento, desafiando los estereotipos y como una oda a la diversidad. ¡Ahí es nada!
La escenografía de Javier Ruiz de Alegría se revela como un ejemplo magistral de elegancia en la simplicidad. Un telón de fondo que sube y baja crea un lienzo versátil que se transforma con cada entrada de las actrices, proporcionando un marco perfecto para las brillantes interpretaciones. Nicolás Pérez Costa ilumina este escenario de forma pertinente e inteligente con esta mejorada versión de unas princesas que brillan por sí solas.
El telón se alza para revelar una brillante constelación de princesas que, liberadas de los estereotipos, iluminan el escenario con ingenio, humor y empoderamiento, en un musical alegre, electrizante y divertido protagonizado por unas princesas Desencantadas
Idea original, música y letras: Dennis T. Giacino
Adaptación: Zenón Recalde
Dirección: Ramón Paso y Sergio Lombardo
Dirección musical: Daniel Villarroya
Reparto: Ana Belén Beas, Caro Gestoso, Geraldine Larrosa, Alias “Innocence”, Goizalde Núñez, Juls Sosa, María Villarroya, Marina Espìldora y Nuria Sánchez
Producción General: El Tío Caracoles Production Company
Coproducción: Cvpvla Studio / Miguel Ángel Beas / Smedia
Productor Ejecutivo: Miguel Ángel Chulia
Diseño Coreográfico: Nicolás Pérez Costa
Diseño Escenografía: Javier Ruiz De Alegría
Diseño Vestuario: Silvina Falcón
Diseño Iluminación: Nicolás Pérez Costa
Batería: Raúl Martínez