Si creían que las dietas eran solo para la cintura, piénseselo dos veces. Este es el show que 10 de cada 10 nutricionistas recomendarían evitar… por si por las risas terminan quemando calorías. Javi Delpe y Aitor Vega se plantaron en el histórico escenario de la sala Galileo Galilei con todo el peso de su carisma, y su propuesta es un banquete de humor para hacerles sentir bien alimentado, aunque sea solo de espíritu.
Estos dos pesos pesados de la comedia, socios de Remate Producciones, responsables de la gestión de programación de seis salas de Madrid, llevan a escena un Stand Up sin desperdicio. Su habilidad para reírse de sí mismos es tan grande como su talla, y convierten los «problemas para gordos» en problemas que todos querríamos tener si vinieran acompañados de semejante despliegue de ingenio. El público mantiene la sonrisa desde la primera broma, porque el menú de ambos cómicos es un plato fuerte tras otro. No obstante, hubiera sido interesante profundizar más en algunos temas apenas inexplorados. Las situaciones incómodas de las personas con kilos de más, por ejemplo, ofrecen un terreno fértil para el humor, pero también para una reflexión más profunda sobre las experiencias cotidianas de quienes viven con sobrepeso. El fenómeno de la gordofobia, con toda su carga social y emocional, merecía una exploración más audaz, que no solo provocara risas, sino también una crítica sutil y mordaz sobre los prejuicios entorno a las personas con cuerpos no normativos. Asimismo, el eterno dilema de las dietas, con sus promesas imposibles y fracasos recurrentes, podría haber sido tratado de una manera más rica y multifacética.
Como suele ocurrir en los dúos cómicos, hay un espacio para que cada uno de los comediantes y presentadores brille individualmente, abordando situaciones comunes a través de preguntas espontáneas al público. Esto permite que “Dos gordos muy grasiosos”, tras dos años sobre los escenarios, se vuelva dinámico e interactivo, explorando temas propicios para el humor, como las profesiones raras de los asistentes, los conceptos de infidelidad y los problemas de la convivencia. También se aventuran en el terreno del ligue a través de aplicaciones de citas, un tema fácil de conectar con la audiencia por su uso extendido. Estos momentos permiten que el espectáculo no solo se sienta cercano, sino también fresco y adaptado a las vivencias del público, haciendo de cada función única en su ejecución.
De igual forma, pudimos observar la facilidad con la que ambos cómicos, curtidos en las mejores salas de humor, se desenvuelven en la improvisación, un recurso dominado con naturalidad y que parece haberse convertido en una marca registrada de los shows de comedia actuales. Esta habilidad para salir del guion y jugar con las respuestas del público da al espectáculo un aire fresco y espontáneo, elevando la experiencia y manteniendo a la audiencia en constante expectativa. La improvisación, lejos de ser un mero adorno, se integra de manera orgánica en la dinámica del show, mostrando la destreza de los comediantes para adaptarse al momento y sacar el máximo provecho humorístico de cada situación.
No sé si afortunadamente o no, hay espacios para una recopilación de chistes malos, esos que sacan risas más por su simpleza que por su astucia. Sin embargo, también encontramos momentos brillantes llenos de frases ingeniosas, juegos de palabras bien logrados y un buffet libre de irreverencia, todo con un estilo desenfadado y canalla, sello distintivo de dúo. Además, en un guiño a su propia temática, se han tomado tan en serio lo de ser gordos que incluso han creado un «libro sagrado» con liturgias incluidas, elevando el humor a un nivel casi religioso y demostrando su compromiso total con el tema. Y hasta aquí puedo leer.
En resumen, «Dos Gordos Muy Grasiosos» es un espectáculo que le llenará, no de calorías, sino de risas saturadas, aunque algunas puedan quedarse atoradas como ese último bocado que no baja ni con agua. Saldrán del teatro con la sensación de haber asistido a una misa cómica donde la única penitencia será intentar cerrar el cinturón después de tanto reír. Ya saben, vayan con el estómago vacío… de risa, porque estos dos gordos están listos para servir un banquete humorístico que, si bien puede no ser gourmet en todo momento, le dejará satisfecho y con ganas de repetir. ¡Que la grasa y la risa les acompañen!