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El Rey León: El rugido musical más emocionante, potente y duradero

La historia, inspirada en la icónica película de animación con sello Disney, es conocida por grandes y pequeños, pero vale la pena viajar una vez más a la sabana africana. Allí vive el Rey de la selva, Mufasa, junto a su esposa Sarabi, el toco Zazú, consejero real, y el resto de especies animales. El nacimiento del primogénito y heredero al trono, Simba, desatará la ira de su tío Scar, quien hará todo lo posible por convertirse en el nuevo rey león. Sus ansias le llevan a participar en una emboscada con final trágico, donde tres malvadas hienas serán las protagonistas y harán que el joven heredo huya para no enfrentarse con la realidad. En su nueva vida, conocerá al suricato Timón y al facóquero Pumba, quienes harán compañía a un Simba ya adulto. Un día, la llegada inesperada de su mejor amiga Nala y el consejo del babuino Rafiki harán recapacitar al heredero legítimo del trono para volver a su hogar, salvar de la tiranía a su reino y recuperar el lugar que le corresponde.

 

Audacia, inteligencia y actitud resolutiva en la dirección con un libreto sensacional

La grandeza del género musical se despliega en su máxima expresión en la prestigiosa producción de Stage Entertainment, la mayor producción musical jamás representada en España. En esta obra maestra, la fusión magistral de música, canciones, baile y diálogo alcanza cotas inigualables, creando una sinfonía de arte que emociona y maravilla en cada momento. Bajo la dirección visionaria de Julie Taymor, cada disciplina artística se eleva a nuevas alturas, mostrando su poder individual mientras se entrelazan armoniosamente en un escenario deslumbrante. Taymor, junto con Zenón Recalde, director residente, y el equipo creativo, desafía los límites convencionales del teatro musical, transformando incluso los desafíos aparentes en ingeniosas propuestas teatrales. Las personas que representan animales, los elaborados escenarios de las sabanas y la rica flora y fauna se convierten en elementos simbólicos y sensoriales capturando la esencia misma de África. La audacia, inteligencia y actitud resolutiva impregnadas en cada aspecto de la producción culminan en una excelencia teatral que trasciende las expectativas, transportando a la audiencia a un mundo donde la imaginación cobra vida con una ejecución magnífica y deslumbrante.

El libreto, cuidadosamente elaborado por los co-directores de la película, Roger Allers e Irene Mecchi, captura magistralmente la esencia del film original mientras introduce nuevas y fascinantes propuestas teatrales. La labor de los adaptadores, incluyendo a Mecchi, Jonathan Roberts y Linda Woolverton, es simplemente sensacional. No se puede pasar por alto el ingenioso trabajo de Jordi Galcerán en la traducción y adaptación al castellano, que añade brillantes juegos de palabras y chispeantes chascarrillos, dotando a la obra de un toque castizo que el público disfruta con risas y expresiones de diversión. El libreto, por tanto, equilibra perfectamente el humor y la emoción, ofreciendo momentos de ligereza y alegría, así como profundas reflexiones sobre la vida y su propósito. Cada diálogo, cada interacción y cada monólogo están cuidadosamente elaborados, llevando a la audiencia en un viaje emocional que resuena mucho después de que el telón haya bajado. En última instancia, las profundas conexiones humanas, los significados y los momentos más memorables de la película original se enriquecen con variaciones pertinentes y, sobre todo, con una puesta en escena fabulosa, mágica e incomparable que se explorará detalladamente a continuación.

 

Rey Leon 1 

 

Valores basados en el amor y el respeto en la doble naturaleza humano-animal bajo una misma apariencia 

El Rey León se erige como un faro de valores perdurables en el teatro musical. En el corazón de esta epopeya africana late un mensaje universal de coraje, amor y responsabilidad. A través de las peripecias de Simba, aprendemos sobre la importancia de enfrentar nuestros miedos, asumir la responsabilidad de nuestras acciones y encontrar el camino hacia la redención. La narrativa también nos enseña sobre el poder curativo del amor y la amistad, así como la necesidad de preservar el equilibrio en la naturaleza. La relación entre Mufasa y Simba encarna la sabiduría paterna y la guía, mostrándonos el valor de los lazos familiares y el respeto por la herencia cultural. Además, la historia nos impulsa a reflexionar sobre la importancia de respetar a todas las criaturas y la naturaleza que nos rodea, recordándonos que todos somos parte de un ciclo interconectado de vida. En última instancia, El Rey León nos recuerda que el verdadero liderazgo proviene de la humildad y la compasión, convirtiéndose así en un faro de luz en un mundo que anhela valores tan esenciales como estos.

Otra de las señas identitarias de este espectáculo, extrapolable a cada una de las disciplinas y funciones del equipo, es la dualidad del individuo formulada bajo su doble condición: la humana y la animal, lo que Julie Taylor ha denominado como “doble acontecimiento”. La obra nos presenta animales dotados de emociones humanas, mostrando cómo en diferentes momentos optan por su naturaleza animal o humana, o incluso fusionan ambas en una comunión única. Por poner un ejemplo concreto, cuando Mufasa riñe a su hijo se despoja de su máscara (naturaleza animal), para sacar su lado humano. Sin embargo, es la suma de ambas la que permite regresar a Simba y descubrir quién es realmente. Esto formulado en el lenguaje teatral nos lleva a hablar de la técnica Bunkaru, donde los artistas, visible para el público, manipulan figuras de gran tamaño (en este caso, animales) mientras el narrador cuenta la historia. Al principio, parece que estos elementos permanecen separados, pero a medida que transcurren las casi tres horas de representación, se funden en una única entidad donde el personaje animado y el artista se convirtieron en uno solo, llegando a dar vida a más de 25 tipos de animales. Queridos lectores, este es el poder y significado auténtico de la magia del teatro, una experiencia que nos deja maravillados y nos recuerda que, en el escenario, los límites de lo posible son infinitos.

 

La música como fusión de estilos y creadora de riqueza cultural

Las letras, poéticas y conmovedoras, se entrelazan perfectamente con la trama, añadiendo capas de significado a cada momento. La música, con su poderosa instrumentación y arreglos magistrales, crea una atmósfera que sumerge a la audiencia en el mundo del musical y se revela como el alma vibrante que da vida a la sabana africana en el escenario. Las canciones no solo son piezas memorables, sino también vehículos que llevan la narrativa hacia adelante, amplificando las emociones y conectando al público con los personajes de una manera profunda y conmovedora.

Bajo la genialidad musical de Elton John y las letras evocadoras de Tim Rice, el musical se convierte en un viaje sonoro inolvidable, donde cada nota es un susurro de los vientos africanos y cada ritmo es el latido del corazón de la selva. Canciones icónicas como «El ciclo de la vida», «Yo voy a ser el rey león» y «Hakuna Matata» se entrelazan con nuevas composiciones de Lebo M, Mark Mancina, Jay Rifkin y Hans Zimmer, creando un collage musical que captura la esencia misma de África.  La autenticidad musical se convierte en un testimonio de la diversidad cultural, fusionando ritmos africanos autóctonos con la maestría de la composición occidental. Esta amalgama sonora se traduce en una experiencia auditiva inmersiva, donde los tambores tribales y las melodías etéreas forman un paisaje sonoro que transporta a la audiencia directamente a la tierra de los leones. Dirigida magistralmente por Sergi Cuenca, la orquesta, situada en el foso y compuesta por 21 músicos y 100 instrumentos diferentes, ejecuta leitmotivs reconocibles que guían la narrativa, sumergiendo al público en la riqueza musical del espectáculo.

 

Un elenco sobresaliente para una magistral producción

Los responsables de ejecutar todas las complejas técnicas descritas y dar voz al musical son los 53 actores y actrices, cuyo trabajo es fabuloso. Cada miembro del elenco se sumerge profundamente en sus personajes, transmitiendo emociones genuinas que trascienden el escenario y llegan directamente al corazón del espectador. Desde los gestos más sutiles hasta los poderosos rugidos, cada actor y actriz demuestra una entrega apasionada que eleva la experiencia teatral a niveles inolvidables. En el campo vocal, las voces de los actores son técnicamente sólidas, destacando especialmente en las armonías polifónicas.

El relato sitúa como protagonista, en los primeros compases, a Mufasa, a quien da vida Víctor Manuel Nogales. Me quedo con su potente y profunda voz, su garra y dedicación escénicas. El momento musical de “Están en ti” junto al pequeño Simba divisando el firmamento es sensacional. En contraposición, encontramos la delicadeza y dominio de los agudos de Sally Artigas como Sarabi, esposa del anterior. Revoloteando sin parar está Zazu, interpretado por el curtido actor de teatro y series televisivas, Juan Bey. Tanto su personaje volador como su actuación tiñen de frescura, dinamismo, agilidad y alegría al espectáculo.

El vástago, primogénito y heredo al trono es interpretado, en la etapa infantil, por actores infantiles de indudable talento gracias a una escuela propia con destacados profesores. Me consta que todos son sobresalientes. La inocencia de su personaje, con travesuras incluidas, no guarda relación ni con la voz cristalina, ni con la corta edad, ni, tampoco, con la perfecta ejecución sobre el escenario en números como “Yo voy a ser el rey león”. En la edad adulta es interpretado por el actor y músico argentino Agustín Argüello, quien deslumbra por su agilidad, dado su portentoso físico, su alegría y entrega. Protagoniza muchos buenos momentos pero, desde mi óptica, el punto de inflexión de su personaje y actuación está en “Noche sin fin”, cuando descubre quién es él realmente. Algo similar ocurre con el personaje de Nala (leona amiga del anterior). En la etapa infantil le da vida un divertido y juguetón elenco infantil y en la adultez por Dianne Kayne. Esta actriz barcelonesa, con numerosas participaciones en musicales, deslumbra en números como “Siento un nuevo amor en mí” y aporta más humanidad al espectáculo al ensalzar valores como la amistad, el amor y el sentido de identidad.

La personificación del mal en la obra viene de la mano de Pitu Manubens como Skar, tío del futuro rey. Este actor barcelonés, con numerosas participaciones en teatro musical, clava la cara de maldad, frialdad y soledad sin perder su cuidada pose escénica. Sus dos momentos estelares son “Conspirad” y “La locura del rey Scar”, rodeado de torpes, hambrientas y divertidas hienas. Los personajes más entrañables no podían ser otros que Timón y Pumba. El primero le da vida el cantante y actor de cine y teatro musical Nacho Brande, que debido a su perfecta caracterización parece casi invisible. A su lado, le acompaña el cantante y curtido actor musical Ramón Balasch, quien a pesar de contar con un aparatoso vestuario canta y baila sin dificultades. No hace falta decir que su mejor número, el cual arranca el aplauso de los presentes, es “Hakuna Matata”. Dejo para el final el personaje, desde mi óptica, más peculiar, Rafiki, quien ejerce de chamán y, en cierto modo, de narrador interno del relato. La prudencia del personaje de animación de la película es sustituida, con acierto, por el histrionismo y desparpajo de la actriz sudafricana Lindiwe Mkhize, sin perder ápice de misticismo.

 

 

 

Variadas construcciones escenográficas, coloridas y majestuosas coreografías y juegos lumínicos integrados en el reparto

La meticulosa atención a los detalles en la ambientación, el maquillaje y el vestuario no solo son complementos, sino elementos indispensables para lograr la inmersión total en el espectáculo. Estos elementos, diseñados con maestría por Julie Taymor y Michael Curry, revelan la doble naturaleza del musical y su función social. La máscara, en algunos momentos, se convierte en un animal viviente sobre el escenario, como en el impactante instante del ataque del león, donde Mufasa y Scar rompen levemente sus máscaras para simular el enfrentamiento. Entre todos los elementos escénicos, destaca la asombrosa ronda de gacelas, una experiencia que invito a los espectadores a descubrir por sí mismos. Cada detalle, desde las más de 4 000 piezas en el escenario hasta las 200 esculturas, figuras animadas, tallas, máscaras y vestidos, contribuye a crear un espectáculo visual y sensorial profundamente mágico, ofreciendo una experiencia sin precedentes en el teatro español.

La fuerza y la vistosidad de los ritmos africanos son palpables en las premiadas coreografías y danzas dirigidas por Garth Fagan y Iresol Cardona, como residente, que van más allá de simples números de baile; están intrínsecamente integradas en la esencia de la representación, añadiendo profundidad y vitalidad a la narrativa Un ejemplo destacado es la impactante performance «One by one», donde la audiencia puede sentir la energía y la pasión que impregnan cada movimiento. Estas coreografías no solo son visualmente deslumbrantes, sino que también enriquecen la experiencia teatral, llevando a los espectadores a un viaje emocional a través de la danza y la música. Cada movimiento es una expresión de la historia y la cultura, creando un espectáculo dinámico y cautivador que eleva la producción a nuevas alturas artísticas.

Esta superproducción cumple la regla no escrita de la espectacularización, llevando los medios técnicos y escenográficos a un nivel sin precedentes. Los elaborados y fabulosos diseños de Richard Hudson incluyen construcciones descendentes y suspendidas en el aire, cada una de las cuales podría ser una escenografía única para cualquier otro espectáculo. Pero aquí, lo escenográfico va más allá de lo material, abrazando lo humano. Los bailarines y actores, gracias a su caracterización perfecta, maquillaje detallado a cargo de Michael Ward y habilidad para mimetizarse, se convierten en elementos decorativos que representan la fauna y la flora, incluso cuando no están en escena. La cuidadosa elección de telas coloridas y estampadas, bordadas a mano, sumerge al espectador en la sabana africana de manera inmersiva.

El diseño de sonido de Steve Canyon Kennedy y la iluminación de Donald Holder son igualmente excepcionales, creando un juego magistral de luces y sombras, junto con la proyección de pequeñas figuras animadas que, a pesar de su tamaño, generan una sensación de inmensidad en el escenario. El uso de la videoescena se integra perfectamente, sirviendo como fondo para la sabana africana y proyectando imágenes que podrían cobrar vida en cualquier momento. En resumen, El Rey León es un derroche teatral en todos los sentidos, llevando la experiencia del espectador a nuevas alturas con su acertada combinación de diseño escénico, técnica y talento humano.

 

El Rey León es una experiencia teatral deslumbrante, en un viaje sensorial a la sabana africana donde animales y personas forman una misma entidad, que captura el corazón y el alma del espectador

 

Autoría y Dirección: Julie Taymor

Música: Elton John

Letras: Tim Rice

Adaptación al castellano: Jordi Galcerán

Libreto: Roger Allers e Irene Mecchi

Director Residente: Zenón Recalde

Director Musical: Sergi Cuenca

Diseño de vestuario, co-diseño de máscaras y títeres, letra adicional: Julie Taymor

Coreógrafo: Garth Fagan

Música adicional y letras, música vocal adicional, arreglos vocales, Dirección Coral: Lebo M

Música y letra adicional: Mark Mancina, Hans Zimmer y Jay Rifnkin.

Música para escena y grabación adicional: Mark Mancina

Escenografía: Richard Hudson

Diseño de iluminación: Donald Holder

Diseño de máscaras y esculturas animadas: Michael Curry

Reparto protagonista: Pitu Manubens, Lindiwe Mkhize, Victor Manuel Nogales, Juan Bey, Nacho Brande, Ramón Balasch, Dianne Kaye, Agustín Argüello, Yelena Lafargue, Pepe Nájera, Carlos Salgado, Núria López, Ángel Padilla, Edgar Moreno, Eduardo Mayo, Lucía Rodríguez, Chloe Pedroso, Noa Palomares, Daniel Cachimbo, Sandra Sierra, Bruno España, Carolina González, Vera Pombo, David Hernández, Victoria Muñoz, Alejandro Casado, Oliver Oviedo, Lorenzo Oliveira, Álvaro Almodóvar

 

 

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