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Año VIIINúmero 383
26 DICIEMBRE 2024

El secuestro: Una comedia de raptos, risas y corrupción

Imagen promocional de la obra
Imagen promocional de la obra
Con una dirección brillante y un elenco excepcional, “El Secuestro” transforma el caos en comedia y la risa en complicidad, ofreciendo una visión optimista del ser humano en un entorno pesimista.

Manolo y Benito, Pepe Gotera y Otilio… y ahora estos especímenes, secuestradores a domicilio, en el Teatro Lara. Entre malentendidos, situaciones rocambolescas y personajes entrañables, esta obra promete mantener al público riendo sin parar de principio a fin. ¡Cuidado al asistir, porque entre tanto despropósito y carcajada, quizás ustedes también acaben secuestrados!

Esta producción propia de Antonio Fuentes, director del teatro, junto a El Tio Caracoles, nos presenta a Paco, un carnicero a punto de cerrar su puesto en el mercado donde lleva trabajando toda su vida. Desesperado, decide que su mejor opción es secuestrar al hijo del ministro de cuyo voto depende la continuidad. Pero Paco no está solo, le acompaña un grupo de amigos, cada uno con sus propias dificultades y sueños truncados. Lo que debería ser un golpe maestro se convierte rápidamente en una serie de desastres y malentendidos, con los secuestradores tropezando con su propia incompetencia a cada paso.

El libreto, escrito por Fran Nortes, es una auténtica joya de la comedia contemporánea. El también actor, con infinidad de trabajos televisivos, demuestra su maestría en el género a través de un guion lleno de ingenio, ritmo y situaciones hilarantes. Cada línea de diálogo está cuidadosamente diseñada para maximizar el impacto cómico, logrando que los personajes se sientan vivos y auténticos en sus absurdas circunstancias. Una de las grandes bondades de la dramaturgia es su habilidad para crear protagonistas entrañables y tridimensionales a partir de arquetipos cómicos. Los amigos secuestradores, a pesar de sus torpezas y errores, resultan simpáticos y cercanos, esto permite al público empatizar con ellos incluso cuando sus planes se desmoronan. El ritmo rápido y los diálogos ingeniosos, típicos de la comedia de enredos, son otros de los puntos fuertes del guion. Nortes maneja con destreza los tempos, alternando momentos de frenética actividad con pausas estratégicas que permiten asimilar el humor y anticipar el siguiente gag. Los giros inesperados y las sorpresas constantes en la trama mantienen al espectador en vilo, garantizando risas continuas los setenta y cinco minutos de duración.

Además, el libreto está lleno de referencias culturales y guiños al respetable para enriquecer la experiencia teatral. Nortes, autor de Cádiz y La inspección de los dinosaurios, no solo se limita a crear situaciones cómicas, también incorpora comentarios sutiles sobre la sociedad y las relaciones humanas, añadiendo una capa de profundidad a la obra sin perder su ligereza y diversión. Por ejemplo, refleja las dinámicas familiares, con sus amores y sus desavenencias, recordándonos que, a pesar de todo, el lazo sanguíneo de una familia es inquebrantable, incluso cuando se toman decisiones tan descabelladas como un secuestro. Como no podía ser de otra manera, utiliza el humor como herramienta para abordar temas cotidianos como los problemas económicos, la corrupción y la intolerancia, haciéndonos reír a carcajadas mientras reflexionamos sobre la realidad del día a día. La obra nos enseña que, aunque la vida pueda estar llena de desafíos y obstáculos, siempre es mejor enfrentarlos con una sonrisa y un toque de absurdo.

Bajo la dirección magistral de Fran Nortes, El Secuestro cobra vida en el escenario de manera espectacular. Su batuta materializa todo lo mencionado anteriormente con una habilidad excepcional, logrando un equilibrio perfecto entre el humor físico y verbal con reminiscencias del subgénero slapstick comedy o comedia física. Cada movimiento y cada gesto están cuidadosamente coreografiados para sacar el máximo partido de la comicidad de la situación. Los actores se entregan por completo a sus personajes, utilizando su expresividad corporal para transmitir emociones y arrancar carcajadas al público. Los golpes y malentendidos se suceden de manera frenética, pero se logra mantener la frescura y el interés a lo largo de toda la obra. Dicho de otro modo, Nortes permite que todo fluya de manera natural, creando una armonía única entre la entropía y la comedia.

El reparto destaca por su brillantez y capacidad para dar vida a los personajes de manera magistral y sostener y escenificar todas las cualidades del libreto. Como Paco, Carlos Chamarro trae consigo una profundidad emocional. A través de su actuación, somos testigos de la tragedia personal de un hombre al borde del abismo económico y emocional, con una hipoteca sobre sus hombros y una familia dependiente de él. Pero más allá de su situación desesperada, este actor, participante en infinidad de series televisivas, retrata a Paco como un hombre de buen corazón, dispuesto a hacer todo lo necesario para proteger a los suyos. La versatilidad de Chamarro (Aristócratas conversos, Un buen Colchón) se hace evidente al encarnar a un personaje que, a pesar de sus intentos de emular a héroes de ficción como Charles Bronson o Batman, sigue siendo simplemente Paco: un hombre común enfrentando circunstancias extraordinarias. Su capacidad para transmitir la humanidad y la vulnerabilidad de su papel, junto con su sentido del humor y su calidez, hacen que su interpretación sea auténtica y conmovedora.

En su interpretación como Manolo, Leo Rivera brilla al retratar a un personaje representante de la inocencia y la pureza, pero también de la ingenuidad y la falta de astucia. Este incombustible actor con el don de la ubicuidad, desde musicales como Golfus de Roma y 50 Sombras, hasta comedias como El Crédito o El Nombre, da vida a Manolo con una autenticidad palpable. Podemos definirle como un hombre de corazón noble pero con capacidades mentales limitadas que se deja llevar por las influencias de los demás, especialmente por su pareja, y busca evitar los problemas a toda costa. Rivera se sumerge de manera auténtica en este aspecto del personaje, entregando momentos de humor genuino que reflejan la personalidad del típico cuñado: a veces ingenuo, a veces entrometido, pero con gran bonhomía. Su actuación resalta la relación entre los demás protagonistas y añade un elemento adicional de diversión y desenfreno al ambiente de la obra. A su lado, como su esposa, le acompaña Diana Lázaro, en su papel de Montse. Esta actriz, curtida en teatro, cine y televisión, ofrece una interpretación poderosa y llena de matices de un personaje que destaca por su franqueza, valentía y amor incondicional por su familia. Montse es retratada como una mujer sin pelos en la lengua, que no teme decir lo que piensa, incluso si eso significa ser un poco brusca en ocasiones. Lázaro lo encarna con una energía contagiosa y una presencia escénica imponente. Su actuación captura la fuerza y determinación de un personaje aguerrido que no se amilana ante los desafíos.

Por su parte, Oscar Lasarte regala una actuación destacada como el hijo del ministro con expresividad y carisma. A pesar de que su movilidad está limitada a una silla de escritorio, este mago y actor logra transmitir una amplia gama de emociones a través de su expresividad facial y su tono de voz de sabiondo, lo que añade un elemento de humor a su papel. Su actuación revela las capas ocultas del personaje, mostrando inteligencia, astucia y aparente inocencia. Por último, Carlos Heredia, en su interpretación del ministro, personifica magistralmente el arquetipo del político corrupto, cuyos intereses económicos y ambiciones personales están por encima del bienestar incluso de su propio hijo. Heredia encarna al ministro con  contundencia y una mezcla de autoridad y desdén, mostrando la frialdad y la falta de escrúpulos que caracterizan a este tipo de personajes.

El diseño lumínico, a cargo de la Compañía de la Luz, y la escenografía, diseñada por Asier Sancho, se complementan de manera sobresaliente. La iluminación crea atmósferas que realzan el humor y la tensión de la obra, mientras que la escenografía funcional permite las entradas y salidas fluidas del reparto, lo cual es indispensable en este tipo de comedia. Elementos como una misteriosa botella o una careta se integran hábilmente en el escenario, que recrea a la perfección el salón de una casa donde transcurre la acción. En definitiva, ¿qué es un pequeño secuestro sin importancia cuando se tiene una escopeta de cartuchos de humor para aliviar las penas?

Dramaturgo: Fran Nortes

Director: Fran Nortes

Producción: Antonio Fuentes (Teatro Lara)

Reparto: Carlos Chamarro, Leo Rivera, Diana Lázaro, Carlos Heredia y Oscar Lasarte

Coproducción: Tio Caracoles

Producción ejecutiva: Clara Ortega Bosch

As dirección: Jesus Redondo

Iluminación: Cia de la Luz

Escenografía: Asier Sancho

Construcción escenografía: Scenik

Diseño gráfico: Hawork

Vestuario: Mario Pinilla

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