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Año VIIINúmero 376
30 OCTUBRE 2024

Escándalo en palacio: Enredos y secretos detrás de los muros del poder

La clase política en general, y los altos cargos en particular, suelen ser recelosos de sus vidas privadas que, normalmente, pasan a un segundo plano. Pero nadie está a salvo de una mirada indiscreta o una cámara encendida. Si desean ser partícipes en primera persona de un Escándalo en palacio pueden visitar el Teatro Lara. Asegúrense de que todos han apagados los teléfonos móviles, nunca se sabe si estarán siendo grabados.

Situémonos. Palacio Presidencial. 21:00 h. Horario de máxima audiencia. El CANAL 5 comienza, como todas las noches, su informativo, pero esta vez la noticia de apertura es un video sexual protagonizado, ni más ni menos, que por el presidente del Gobierno Bernard Mathieu (Xoán Carlos Mejuto) y su consorte, Paola D´Angio (Iria Ares) en los baños del Palacio de la Victoria en la recepción de la Fiesta Nacional de hace cuatro años. Unas imágenes en poder la ciudadanía que ponen en cuestión la estabilidad nacional y pueden derribar el gobierno. Todos están en su contra y piden su dimisión ¿Será el final de la carrera política de Bernard? ¿El punto final de su matrimonio? ¿Qué enemigos están detrás del escándalo? ¿Puede la «telebasura» influir en la política de un país?

Tan solo con leer esta breve sinopsis e intentar dar respuesta a las preguntas estamos ante una obra ácida, irreverente, intrigante, persuasiva y, créanme, sumamente divertida. Estos adjetivos también pueden ser atribuibles al autor y director de esta representación, Pedro Ruiz. Resulta complicado destacar una faceta concreta porque posee un gran talento, versatilidad bárbara y libertad de ataduras que le han llevado a triunfar en televisión, radio y, por su puesto, teatro. Ruiz es conocido por su habilidad para fusionar la comedia con temáticas sociales relevantes y esta obra no es una excepción. La primera virtud de este libreto es haber condensado una enorme variedad de temas bajo la categoría de comedia romántica en un relato coherente, desconcertante e hilarante. El video sexual se convierte en el centro del conflicto, pero no es más que un pequeño truco dentro de un gran espectáculo que muestra, en primera instancia, la fragilidad de la intimidad de los personajes en posiciones políticas destacadas, exponiéndolos a la mirada indiscreta de la sociedad y los medios. A través de su enfoque audaz y provocativo, la obra nos invita a reflexionar sobre la ética, hipocresía social, vanidad, la privacidad y el impacto de los medios de comunicación en nuestras vidas. En definitiva, dibuja la línea difusa que separa la información pública relevante de la invasión a la privacidad, más conocido como morbo.

Continuando en el terreno político, otra de las virtudes del texto de Pedro Ruiz es poner el foco en el interior del palacio presidencial ¿O acaso no hemos pensado alguna vez qué hace el presidente del Gobierno en su intimidad? Los personajes van enterándose del transcurrir de los acontecimientos en tiempo presente, lo que añade emoción y genera desconcierto. Como buena sátira, a través de diálogos ingeniosos y situaciones inesperadas, se exploran las dinámicas de manipulación, chantaje y lealtad que impregnan el entramado político. Sin olvidar el mal endémico de la corrupción. Debo reconocer que caí en la tentación de asociar determinadas actitudes con políticos en activo, aunque estas extrapolaciones de situaciones hipotéticas o simbólicas también invitan a los presentes a reflexionar y cuestionarse ciertos aspectos de la sociedad actual.

La comedia es el género central de Escándalo en Palacio y, al igual que el papel, lo aguanta todo. Como ya demostró en monólogos como Mi vida es una anécdota o Confidencial, Ruiz es un maestro en el humor ácido, corrosivo e inteligente y resulta ser la mejor llave para abrir puertas y bajar la guardia, o los pantalones, permitiendo que el espectador se sumerja en la historia y se abra a las reflexiones que se presentan. La magia de las cosas bien hechas radica en lograr ese efecto humorístico que propicia una conexión con el público mientras suelta alguna que otra carcajada. A esta comedia podemos acompañarla del adjetivo romántica, porque el amor, interesado o no, la conveniencia y la alta seducción juegan un papel importante. ¿O no se acuerdan de aquella frase de Groucho Marx de que “detrás de un gran hombre hay una gran mujer?

La dirección recae en los propios actores, Xoán C. Mejuto Iria Ares, capaces de poner todo lo desarrollado con anterioridad al servicio de la acción. Una acción a veces acompañada de un ritmo narrativo lento con una tensión dramática menguante; pues, desde mi opinión, algunas escenas podrían haberse acortado o simplificado y así conseguir un equilibrio adecuado entre el desarrollo de los personajes, el avance de la trama y la preservación de la intriga que caracteriza a la obra. Apreciaciones personales aparte, ambos muestran su habilidad para para guiar y potenciar las interpretaciones de ellos mismos, contribuir a que sus personajes cobren vida de manera convincente y se establezca una conexión con el público. Además, el propio Pedro Ruiz juega un papel muy relevante en el desarrollo de la acción con la ayuda de una pantalla. A ver si se iban a creer que se lo iba a perder.

El tándem gallego formado por Xoán C. Mejuto e Iria Ares no solo da vida a sus personajes, sino que ambos han ayudado a actualizar y modernizar un texto, interpretado con gran éxito por el propio Ruiz hace catorce años, consiguiendo, en sus propias palabras: «una versión más cercana, divertida y humana». Una muestra más de su humildad y generosidad. Epítetos no compartidos, o por lo menos no apreciables, en los protagonistas de este quilombo. Mejuto da vida a un presidente pagado de sí mismo, con una autocomplacencia a prueba de escándalos, o eso nos quiere hacer ver. La caracterización de su personaje por parte de este productor y actor de clásicos teatrales como Casa de Muñecas o Macbeth es notable consiguiendo transmitir arrogancia y autosuficiencia; una actitud desafiante con falta de remordimientos que a veces se asocia con ciertos líderes políticos en la vida real.

Por su parte, Iria Ares da vida a la primera dama, una mujer tan enérgica y pasional como ingenua e impulsiva. Sin lugar a duda, es el contrapeso del anterior y la combinación es sensacional y desternillante. Ares está espléndida manteniendo esa inocencia y, a su vez, aportando fortaleza y resolución. Quisiera resaltar de nuevo la excelente complicidad entre los actores, con un trabajo anterior conjunto en 1888. Señorita Julia, su notable entendimiento y la envidiable química transmitidas en escena. Complementan la acción Mónika Vergara como la desvergonzada e indolente periodista, José Aguilar como un oportunista jefe de imagen y Dani Lozano como la cara visible de un gabinete de prensa en crisis constante. 

La puesta de los elementos en escena es funcional y ayuda a las entradas y salida de los personajes además de recrear el interior del despacho del presidente. El uso de la pantalla como conexión con el exterior es sensacional al completar la acción y ayudar a oxigenar y dinamizar la representación, como también lo es el ingenioso y mordaz programa de mano en forma de revista del corazón. Por último, el diseño de iluminación es pertinente y los juegos de tonalidades sirven como termómetro de la acción representada. En definitiva, una combinación de una trama intrigante, personajes bien desarrollados, el abordaje crítico de los hilos de poder y la falta de ética periodística hacen de esta obra una experiencia teatral que, en su mayoría, cautiva y entretiene al espectador.

 

Una sátira política ácida, irreverente e intrigante de enfoque novedoso y provocativo con el talento y versatilidad de Pedro Ruiz y el buen hacer del reparto forman Escándalo en palacio

 

Idea original: Pedro Ruiz

Dramaturgia y dirección: Pedro Ruiz

Reparto: Xoán Carlos Mejuto e Iria Ares. Con la participación especial de Pedro Ruiz, Dani Lozano, Mónika Vergara y Jose Aguilar.

Producción: Estudo Momento

Co-Producción y Residencia Técnica: Concello de Ferrol

Dirección: Iria Ares y Xoán C. Mejuto

Escenografía: Xoán C. Mejuto

Atrezzo y Mobiliario: Illana

Iluminación: Antón Arias

Diseño de sonido: Alberto Beade

Vestuario: Félix Ramiro y Toni Francesc, Veneno en la Piel.

Jefa de Vestuario: Asun Arretxe

Caracterización: La Kasa del Maquillaje

Audiovisusales: Gutier Rolán

Cuadros: Vítor Mejuto

Voz Radiofónica: Jose Manuel Mira

Fotografía: Gabriel Brau

Diseño Gráfico: Bombo Estudio

Prensa y comunicación: 5Palabras

 

 

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