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Here comes your man: Reflexiones sobre la violencia del pasado y la fragilidad de la masculinidad

Una de las escenas de 'Here comes your man'

Una de las escenas de 'Here comes your man'

En un mundo donde el silencio puede ser tan letal como la violencia, el teatro emerge como un espacio para reflexionar sobre el impacto del bullying y las constricciones de la masculinidad. «Here Comes Your Man», una propuesta que explora las heridas abiertas del acoso escolar y la homofobia, finaliza su temporada con una vuelta para el próximo año, buscando no solo narrar una historia, sino sacudir conciencias. Una obra que es un llamado urgente a mirar de frente esas realidades que preferimos ignorar y a reflexionar sobre las dinámicas de poder y vulnerabilidad entre los hombres.

Un grupo de antiguos alumnos de una escuela religiosa se reúne en un pequeño hotel en las afueras de la ciudad para celebrar la jubilación de su antiguo tutor. Sin embargo, el encuentro está lejos de ser un simple acto nostálgico. Las obras en el edificio obligan a Morales (Marc Ribera) y Torres (Sergi Cervera), dos excompañeros de clase, a compartir habitación, una proximidad que saca a la superficie recuerdos y tensiones enterradas desde hace años.  Morales, marcado por un pasado lleno de burlas y abusos por ser sensible y afeminado, enfrenta su tormentosa memoria escolar. Torres, por su parte, recuerda aquellos años como una época dorada, marcada por el éxito académico y los sueños de convertirse en futbolista. Pero entre ambos se interpone la figura de González, el compañero idealizado por Torres como líder y amigo inseparable, pero que para Morales fue el «bully» implacable que le destrozó la infancia. Con conversaciones aderezadas con alcohol, el pasado cobra vida y los roles de víctima, testigo y verdugo se redefinen, enredándose en un laberinto de culpas, justificaciones y secretos. Lo que parecía ser una reunión trivial se convierte en una catarsis sobre las heridas del acoso, las máscaras de la masculinidad y la fragilidad de las memorias compartidas.

Antes de entrar a valorar la representación quiero aplaudir la decisión de Tarambana Espectáculos por incluir en su programación una obra tan valiente como esta. En un panorama teatral donde no siempre se abordan con profundidad las consecuencias del acoso escolar y la homofobia, esta apuesta es un claro ejemplo de su compromiso con un teatro socialmente relevante. Gracias a su visión, el escenario se convierte en un espacio necesario para dialogar sobre temas incómodos, pero imprescindibles, que aún buscan su lugar en las conversaciones colectivas.

El libreto de Jordi Cadellans es una pieza brillante que combina profundidad temática y un impecable desarrollo técnico. A primera vista, podría parecer que la obra se limita a narrar las consecuencias de los temas antes mencionados, ya de por sí poderosos y necesarios en el teatro contemporáneo. Sin embargo, Cadellans logra ir mucho más allá, construyendo una narrativa que además de exponer estas realidades, las explora desde un prisma psicológico y emocional profundamente humano. Desde un punto de vista técnico, el guion es un ejercicio de precisión y tensión. Los diálogos son afilados y cargados de matices, capaces de mantener al espectador al filo de la butaca. Cada palabra parece calculada para desentrañar emociones contenidas, establecer giros inesperados o construir silencios tan poderosos como el propio texto. La estructura narrativa adopta las características de un thriller emocional, donde el miedo, el deseo y el resentimiento se entrelazan en una espiral asfixiante que envuelve tanto a los personajes como al público.

Pero lo que realmente eleva este libreto es su capacidad para hablar de una realidad cruda y dolorosamente contemporánea sin recurrir a artificios ni complacencias. A través de un lenguaje directo y honesto, el texto presenta las experiencias de sus personajes de manera descarnada, despojándolas de cualquier capa de idealización. El resultado es un retrato profundamente humano, que informa, denuncia y desafía al espectador.

La dirección a cargo de Jordi Cadellans y Raül Tortosa, es un ejercicio magistral de sensibilidad y precisión. Ambos entienden a la perfección la intensidad emocional del libreto y la traducen en una puesta en escena que captura cada matiz, cada pausa y cada enfrentamiento con una maestría que atrapa al respetable desde el primer instante. La obra se desarrolla como un duelo psicológico implacable, casi como una partida de ajedrez en la que cada movimiento de los personajes —ya sea verbal o físico— tiene el peso de una estrategia cuidadosamente calculada. Este enfoque se ve amplificado por un diseño escenográfico e iluminación impecable, a cargo de Ricard Martí y Sergi Cervera, quienes logran un espacio teatral tan funcional como simbólico. Elementos como el espejo, cargado de significado, no solo multiplican las dimensiones visuales de la obra, las reflejan, de manera literal y metafórica, las complejidades de los personajes: su imagen pública frente a su verdad interna. La iluminación, por su parte, subraya los cambios emocionales y de tensión, sumergiendo al espectador en atmósferas densas, a veces asfixiantes, y reforzando la naturaleza psicológica del enfrentamiento.

El reparto logra un trabajo conjunto de altísima calidad, configurando un tándem que sostiene la tensión y el dinamismo de la obra de principio a fin. Su interacción fluye con naturalidad, pero también con una intensidad reflejo del peso emocional de la historia. Cada línea, mirada y movimiento contribuyen a construir un juego de poder y vulnerabilidad sensacionales.

Marc Ribera como Morales construye un personaje desgarrador, lleno de matices y contradicciones. Su interpretación transmite la vulnerabilidad de alguien que carga con las cicatrices del pasado, pero también la rabia y la valentía de enfrentarse a sus demonios. Cada gesto, cada pausa y cada quiebre en su voz reflejan una humanidad que conmueve y duele a partes iguales. Logra que el público empatice profundamente con su sufrimiento y entienda la complejidad de su lucha interna, haciendo de Morales un personaje inolvidable. Por su parte, Sergi Cervera realiza una labor igualmente destacada, aportando a su personaje una dualidad fascinante. Su interpretación captura tanto la nostalgia de quien idealiza el pasado como la incomodidad de enfrentarse a verdades que prefiere ignorar. Su capacidad para expresar tanto la seguridad externa como las grietas internas del personaje añade profundidad al duelo psicológico que sostiene con Morales. En sus manos, Torres no es solo un testigo de la historia, sino un participante activo en la compleja red de emociones y tensiones tejidas en la obra.

Autor: Jordi Cadellans

Dirección: Jordi Cadellans y Raül Tortosa

Reparto: Sergi Cervera y Marc Ribera

Asesoramiento literario: Muriel Villanueva

Diseño de escenografía e iluminación: Ricard Martí y Sergi Cervera

Vestuario: Tarambana Espectáculos

Iluminación y espacio sonoro: Betho Carvajal y Sara Esquivel

Composición musical: Momo Cortés

Diseño gráfico y diseño cartel: David G. Bonacho y Óscar Jarque

Fotografía: Antonio Garci

Producción Ejecutiva: Nacho Bonacho

Distribución: IB Management & events

Prensa: Lemon Press

Una producción de Tarambana Espectáculos

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