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Imbécil (midiendo las palabras): Álex O’Dogherty rompe límites, palabras y carcajadas

Imagen de la representación

Imagen de la representación

Después de cuatro temporadas de éxito, Alex O’Dogherty no desfallece y continúa un año más haciendo humor con las palabras. Podrán preguntarse ¿con qué va a hacer humor si no es con las palabras? Pues a diferencia de otros espectáculos, en este nos adentramos en el mundo del significado y la interpretación de estas, cómo aquello que decimos tiene un impacto en los demás, así como en la autocontención, no decir todo aquello que pensamos. En definitiva, es un auténtico homenaje al léxico castellano, una celebración de la riqueza y diversidad del lenguaje que nos rodea. Este espectáculo no solo nos sumerge en las palabras de toda la vida, las arraigadas en la tradición de los pueblos, sino que también abraza la frescura de las expresiones de los jóvenes. Es una exploración apasionada de cómo las palabras tienen el poder de evocar emociones, generar risas y crear conexiones.

Como monologuista curtido en el humor, destila inteligencia y agudeza en cada chiste, convirtiendo incluso los temas más triviales en momentos de comedia sofisticada. Podemos definirle como un auténtico maestro de las palabras y un hábil malabarista de las expresiones. Su destreza con el lenguaje va más allá de la simple comedia; se convierte en un arte en el que las palabras se transforman en juguetes hábilmente manejados para provocar risas y reflexiones. La habilidad de O’Dogherty para jugar con las palabras no solo se manifiesta en la comicidad de sus chistes, sino también en la forma en que aborda temas más profundos. Su capacidad para tejer un tapiz lingüístico complejo, lleno de matices y giros ingeniosos, revela una maestría en el arte de la comunicación cómica.

Muchos se estarán preguntando el porqué de este título. Sin querer destripar nada, “Imbécil” tiene sus raíces en in baculo (sin bastón), denotando fragilidad, debilidad y vulnerabilidad, significados que nada tienen que ver con él mismo; pero es un perfecto ejemplo para ver la evolución de los términos y de cómo han evolucionado los insultos. Reconozcámoslo, las denominadas palabras malsonantes tienen una sonoridad única, y no insultamos igual ahora que hace siglos. Para hacerlo bien y que surja efecto, debe tener ese toque clásico, como un buen vino malsonante que invita al regocijo. Por eso, el también actor de infinidad de series televisivas nos invita a viajar al pasado con divertidas dinámicas para conocer algunas perlas en desuso para descalificar al enemigo.

Otra de las esencias de este monólogo, ya marca de la casa, es el uso de un loop station, un dispositivo que permite la grabación y repetición de elementos sonoros, generando bases, ritmos y leitmotives. En esencia, Álex se erige como la reencarnación del hombre orquesta, capaz tanto de narrar un chiste como de improvisar una composición musical en tiempo real, adquiriendo un estatus singular como un intérprete completo. Para los que no lo sepan, en el terreno musical se ha desarrollado tanto como autor (componiendo varias bandas sonoras para teatro y cine) como intérprete, siendo vocalista y trompeta de la “Banda de La María» durante catorce años y La Bizarrería, su actual banda desde hace doce años, con la que ya ha grabado tres discos. En definitiva, su capacidad para fusionar el humor con la musicalidad lo posiciona como uno de los comediantes más holísticos y versátiles en la escena actual de nuestro país.

Además del significado e interpretación de las palabras, en IDIOTA también sobrevuela el eterno debate sobre los límites del humor. Álex O’Dogherty nos ilumina con su perspicaz verdad: «El humor no tiene límites, los tenemos nosotros». Reconoce que existen temas sensibles, pero propone la solución de «jodernos». Es decir, enfrentarnos a nuestras propias incomodidades y aceptar que el humor, por su propia naturaleza, a veces tocará fibras sensibles. Esta visión es una llamada a la tolerancia y a reconocer la diversidad de perspectivas. Si bien el humor puede ser subjetivo y personal, la respuesta no debe ser la censura, sino la elección individual de no exponerse a aquello que nos causa molestia. La clave, según él, está en la capacidad de reírnos de nosotros mismos y, cuando algo no nos agrada, simplemente cambiar de rumbo en lugar de exigir la “cabeza” del comediante.

Otro sello del espectáculo es la relación de O’Dogherty con los espectadores. Con su experiencia como maestro de ceremonias en producciones como «The Hole» y «The Hole 2» demuestra ser un conductor consumado. Este enfoque participativo no solo rompe las barreras entre el artista y la audiencia, sino que también crea una conexión única y memorable en cada representación, un ambiente de camaradería que transforma la experiencia teatral en algo más que una simple observación. Y hasta aquí puedo leer.

 

Álex O’Dogherty no solo destila humor, ¡sino que lo destroza, lo deconstruye y lo sirve con su toque único! Un espectáculo para redefinir los ilimitados límites del humor, donde las palabras bailan, la risa es la banda sonora y descubrimos que ser un ‘Imbécil’ puede ser la forma más inteligente de enfrentar la vida

 

 

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