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Jardines: Entrevistas breves en jardines inesperados: La improvisación teatral que florece en tiempo real

Imagen de una escena de la obra

Imagen de una escena de la obra

En la íntima y a la vez majestuosa sala Cándido Lara del Teatro Lara, «Jardines: Entrevistas breves en jardines inesperados» despliega una construcción teatral única que desafía las convenciones del arte escénico. Fusionando el rigor del teatro contemporáneo con la frescura de la improvisación, esta obra transforma cada función en una experiencia irrepetible.

La propuesta, dirigida con precisión y valentía conceptual, parte de una premisa simple pero profundamente inquietante: cinco personajes interpelan al público con preguntas incisivas que desnudan la cotidianidad, los miedos y las expectativas. ¿Qué define nuestra relación con los demás? ¿Cómo gestionamos la ansiedad que se oculta tras las pantallas de nuestros dispositivos? ¿Es nuestro presente un refugio o una cárcel? Estas cuestiones, lejos de ser retóricas, convierten al público en un espejo colectivo donde las respuestas desencadenan el germen creativo de las escenas improvisadas.

El corazón de la obra reside en la improvisación, pero no se trata de la improvisación que espera un chiste rápido o una carcajada fugaz. Este es un ejercicio de reflexión dramatúrgica en vivo. Las respuestas del público no solo inspiran a los actores; las construyen, despojándolas de artificio para ofrecer momentos de gran autenticidad. Cada pieza improvisada nace de la conexión directa entre escenario y platea, generando una sensación de efímera unicidad: cada representación es irrepetible. Este enfoque híbrido, entre la improvisación clásica y una estética contemporánea, puede desconcertar a quienes busquen la estructura convencional de un espectáculo de impro. Aquí no hay personajes extravagantes ni tramas hilarantes, sino fragmentos de vida que se moldean frente a nuestros ojos. La obra se presenta como un diálogo, no como un discurso.

La sobriedad de la puesta en escena contrasta de forma intencionada con la efervescencia del contenido. Un espacio escénico minimalista, casi vacío, cede el protagonismo absoluto a los actores, quienes sostienen el peso de la obra con un virtuosismo admirable. El único adorno son algunas flores que evocan una atmósfera orgánica y simbólica y dialogan de manera directa con el título de la obra. No se trata solo de un jardín literal, sino de una metáfora visual que refleja el concepto central de «meterse en jardines»: adentrarse en terrenos complejos, íntimos y a menudo inexplorados. 

El elenco de Impromadrid Teatro, conformado por algunos de los mejores improvisadores del panorama actual, demuestra un dominio técnico y emocional sobresaliente, moviéndose con agilidad entre tonos de humor sutil, abstracción y, en ocasiones, una emotividad que cala profundamente. La dirección subraya con acierto esta simplicidad: el foco no está en los ornamentos ni en las florituras, sino en las palabras, las miradas y la conexión inmediata con el público. La proximidad que se genera trasciende la cuarta pared, convirtiendo a cada espectador en un participante tácito. Ese microcosmos cuidadosamente construido en el escenario, con sus flores y silencios, encuentra un contraste vibrante en los acordes y canciones de un enérgico guitarrista que acompaña la obra. Cada nota es un latido que rompe la quietud o la subraya, quién sabe, creando un vaivén constante entre lo delicado y lo enérgico. Así, este elemento sonoro no solo altera el entorno, sino que lo potencia, convirtiendo cada momento en una experiencia sensorial completa donde las palabras, las imágenes y los acordes dialogan en perfecta armonía.

Una de las preguntas que lanza la obra resuena incluso después del aplauso final: ¿Debe el teatro cambiar nuestra perspectiva del tiempo, o basta con que no sea aburrido? En este caso, «Jardines» logra ambas cosas. Su capacidad para sostener nuestra atención, provocarnos e invitarnos a mirarnos desde otra óptica transforma el espacio teatral en un lugar de encuentro con lo esencial: el amor, el miedo, el presente. Sin embargo, este carácter reflexivo y pausado puede no ser para todos. Es una obra que exige al espectador disposición, apertura y una pizca de valentía para enfrentarse a las preguntas que rara vez nos hacemos. No es un espectáculo para escapar, sino para habitar el momento, en toda su incómoda belleza.

Reparto: Ignacio López B., Ignacio Soriano, Ana Morgade, Paloma Córdoba, Borja Cortés y Víctor Monigote

Dirección técnica: Daniel Espinosa

Diseño de sonido: Luis de Pablo

Diseño de iluminación: Daniel Espinosa

Producción: Impromadrid Teatro

Distribución: Susana Rubio Nuevos Planes Distribución

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