Si buscan una experiencia que trascienda los límites del flamenco tradicional, están ante un espectáculo muy recomendable. Esta obra te sumerge en el universo profundo y desgarrador de Federico García Lorca, combinando la fuerza visceral del Cante Jondo con una puesta en escena moderna y simbólica. Con una dirección artística y musical impecable y la presencia de grandes figuras como Carmen Linares, Pasión Vega y Eduardo Guerrero, «JONDO» le llevará a un viaje emocional y estético.
La dramaturgia de «JONDO» se construye sobre una base tan sólida como delicada: la intersección entre la obra literaria de Federico García Lorca y el universo del flamenco, dos mundos con una esencia profundamente enraizada en la cultura y el alma andaluza. La elección de cinco personajes lorquianos—Rosita, Don Perlimplín, Mariana, Adela y el Director—no es solo un homenaje al poeta granadino, sino una exploración profunda de los sentimientos más obscuros y universales encarnados por estos: el desamor, la soledad, la pérdida y la lucha interna. Como bien señala Triana Lorite, al frente de la dramaturgia y de la dirección artística en gira, esta decisión no es casual y responde a un compromiso profundo con el legado de Lorca y su defensa del Cante Jondo, esa «densidad extraña de lo cotidiano» que permite hacer poesía. Hubiera sido interesante, como elemento didáctico, acercar y clarificar al público los personajes evocados en cada actuación proporcionando un contexto más accesible para quienes no estén familiarizados con la obra. Un recurso eficaz podría haber sido la videoescena, donde se proyectaran versos clave de cada protagonista al inicio de cada cuadro, creando un puente directo entre su poesía y la interpretación flamenca.
La dramaturgia es impactante por su capacidad para unir el lenguaje poético de Lorca con la expresión visceral del flamenco, creando un diálogo entre la palabra y el movimiento, entre el texto y la emoción. Lorca, con su profundo amor por el Cante Jondo, ya había reconocido en este arte una fuerza primigenia, capaz de expresar lo inefable, lo que se esconde en las profundidades del alma humana. En «JONDO», esta intuición lorquiana se lleva al escenario de manera magistral: cada paso de baile, cada acorde de guitarra, y cada nota de cante se convierte en una extensión del universo literario, dando vida a sus personajes en un contexto flamenco que resalta la densidad emocional de sus historias.
El inteligente cruce entre Lorca y el flamenco en esta obra rinde homenaje a las raíces culturales de Andalucía y subraya la universalidad de los temas tratados por el poeta. Al conectar los sentimientos más profundos de sus personajes con los palos del flamenco—siguiriyas, soleares, peteneras, entre otros—, «JONDO» logra que el dolor, la pasión y la angustia de estos resuenen con una autenticidad y una fuerza casi atávica. Esta unión, como bien expresa Sharon Fridman, responsable de la dirección, nos invita a un viaje reflexivo que vuelve a las raíces más hondas del ser humano, utilizando el flamenco no solo como un medio de expresión, sino como una herramienta de investigación que ilumina los rincones más oscuros del alma.
En esta propuesta de SEDA, Eduardo Guerrero, reconocido como uno de los bailaores más versátiles y talentosos de su generación, se desdobla de su faceta de bailarín principal al ser también el creador de las coreografías flamencas que articulan la esencia de esta obra. Su interpretación es una muestra magistral de su capacidad para canalizar la complejidad emocional de los personajes lorquianos a través del movimiento. Guerrero, cuya trayectoria profesional está adornada con numerosos premios y reconocimientos que avalan su talento y su constante innovación, ha logrado construir un puente entre la tradición y la modernidad, llevando el flamenco a nuevas alturas sin perder la autenticidad. Su enfoque coreográfico no solo homenajea la estructura tradicional de este género, sino que la reinventa, provocando una experiencia sensorial que resuena tanto en el espectador conocedor como en el neófito. Esta capacidad para unir lo ancestral con lo contemporáneo, para expresar con el cuerpo lo que Lorca plasmó con palabras, convierte a Eduardo Guerrero en una figura central e imprescindible dentro de este montaje.
El cuerpo de baile juega un papel fundamental en la creación de la atmósfera de cada cuadro escénico. Estos bailarines, con su precisión técnica y su profunda conexión con la emoción que subyace en el flamenco, se convierten en los hilos conductores de la narrativa visual y emocional de la obra. Las seis mujeres, con su elegancia y fuerza, representan la dualidad entre la fragilidad y la resiliencia, capturando la esencia de los personajes femeninos de Lorca. Los dos hombres, por su parte, aportan una energía visceral que equilibra y contrasta, simbolizando la tensión y la lucha interna de los personajes masculinos. Juntos, el cuerpo de baile se mueve como un ente colectivo, sincronizado y poderoso, como bien podemos observar en la performance de caballos, que traduce el dolor, el desamor y la pasión en un lenguaje corporal que trasciende las palabras, elevando la obra a un nivel de intensidad emocional que sólo el flamenco puede alcanzar.
La dirección musical de Pino Losada es un pilar fundamental que sostiene y enriquece la propuesta escénica, fusionando la tradición del flamenco con una sofisticación contemporánea. Losada, reconocido por su maestría en la guitarra flamenca, proporciona el acompañamiento instrumental esencial, cuya batuta añade una profundidad emocional que eleva la narración de cada cuadro. Su habilidad para tejer complejas texturas sonoras y adaptar la guitarra a las exigencias dramáticas de la obra permiten al flamenco expresar con una claridad y una intensidad renovadas. Mención especial para los músicos Jorge Moreno, trombón, y Antonio Carmona, batería. El primero introduce un timbre profundo y resonante que aporta una nueva capa de profundidad emocional y complejidad al paisaje sonoro del espectáculo. El segundo sostiene la estructura rítmica e impulsa la intensidad emocional, generando una sensación de urgencia y pasión. Ana Salazar, en su papel de arreglista vocal y cantaora, ofrece una dimensión adicional a la pieza con su poderosa voz y su capacidad para interpretar el Cante Jondo. Sus arreglos vocales, además de respetar las formas tradicionales, introducen elementos innovadores para enriquecer la experiencia auditiva.
El cantaor Manu Soto aporta una intensidad que complementa perfectamente la visión de Losada y Salazar. Su voz, cargada de emoción y matices, refuerza la autenticidad del Cante Jondo, elevando cada interpretación a un nivel de profundidad emocional que se alinea con la complejidad de los personajes. Soto, con su presencia vocal inconfundible, contribuye a la atmósfera dramática de la obra, anclando la tradición flamenca en el presente con una interpretación tanto poderosa como evocadora. La participación de Carmen Pacheco, conocida artísticamente como Carmen Linares, es un auténtico privilegio. Con una carrera entregada al flamenco, la Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022 aporta a la obra una maestría vocal que trasciende generaciones. Su voz, una de las más veneradas en el Cante Jondo, imbuye a la obra con una autenticidad y una profundidad inigualables mientras la proyecta hacia nuevas audiencias.
En conclusión, «JONDO» es una obra que honra el legado de Federico García Lorca y el Cante Jondo, y lo reinventa para una audiencia contemporánea con una maestría que desafía y enriquece las expectativas del flamenco. Con una dirección artística y técnica impecable, una colaboración musical, entre tradición e innovación, y una coreografía que fusiona lo ancestral con lo moderno, esta pieza se erige como un hito en el panorama del flamenco y el teatro.
Dirección, creación de coreografías contemporáneas: Sharon Fridman
Idea original, dramaturgia y dirección artística en gira: Triana Lorite
Bailarín principal y creación de coreografías flamencas: Eduardo Guerrero
Dirección musical y guitarra: Pino Losada
Arreglos cocales y cantaora: Ana Salazar
Cantaor: Manu Soto
Músicos: Jorge Moreno – Trombón y Antonio Carmona – Batería
Cuerpo de baile: Mónica Prado, Clara Checa, Elsa Ribas, Irene Flores, Lorena Moreno, Alicia Segura, Nino González, Alejandro Fernández
Espacio sonoro: Calde Ramírez
Asistentes-repetidores de danza: Sara Jiménez, Melania Olgina y Arthur Bernard
Dirección técnica: Manuel Ibáñez de Saavedra
Atrezzo: Santiago Jiménez y Fabian Huertes
Diseño gráfico: J. Lorite
Producción y regiduría: Cristina Charro
Cía. Sharon Fridman: Lola Ortiz de Lanzagorta
Productor: Lope García – Seda