Masescena

Laponia: Verdades y mentiras en familia

Cristina Clemente y Marc Angelet, autores de la representación, nos invitan a adelantarnos al periodo navideño y viajar junto a Mónica (Amparo Larrañaga), Ramón (Iñaki Miramón) y su hijo de cinco años, Martin, a Finlandia, para pasar la Navidad con la hermana de Mónica, Nuria (Cristina Clemente), su compañero finés (Juli Fàbregas) y la hija de los dos, Aina, de cuatro años. El motivo principal del viaje es que el pequeño Martín pueda ver al Papá Noel de verdad. Todo parece idílico pero deja de serlo cuando Aina explica a Martín que el señor vestido de rojo, en realidad, no existe; es un personaje que se inventaron los adultos hace tiempo para coaccionar a los niños a cambio de regalos. Esta confesión será la excusa perfecta para debatir sobre dos modelos de sociedad, la española y la finlandesa, maneras opuestas de educar a los hijos y secretos del pasado que hasta entonces eran desconocidos.

En un ejercicio de ingenuidad y simpleza podríamos pensar que estamos ante una comedia de corte ligero sobre la existencia o no de seres navideños que dan pie a compartir dramas personales. Sin ser erróneo lo anterior, estamos ante mucho más. Clemente y Angelet crean un libreto compacto, inteligente, profundo y atemporal con categoría de comedia. En un primer plano, la magia, las tradiciones y los valores familiares son el centro del texto y donde comienza a tejerse la trama de la obra. Con el paso de los minutos, con una facilidad pasmosa, los dramaturgos van planteando debates de mayor calado que se tornan en dilemas éticos centrados en el concepto de verdad y mentira. ¿La verdad es tan buena como dicen y la mentira tan mala? Como afirmaba, la mayor grandeza del texto es la sencillez y claridad con la que se tratan temas tan complejos. Otro de los asuntos centrales son las cosmovisiones antitéticas de los protagonistas ejemplificadas en la educación: la cultura occidental, más concretamente la española, basada en la tradición y la nórdica, con el modelo finlandés basado en la verdad. Estas sirven para dibujar una caricatura estanca de las sociedades que con el paso de los minutos veremos que pueden desdibujarse.

En lo relativo a la gramática textual, el libreto destaca por la abundancia de juegos de palabras, comparaciones ingeniosas, frases con doble sentidos y oraciones libres de interpretación. Esta riqueza de figuras literarias es uno de los focos principales del humor de la representación. Un humor que podemos tildar de inteligente, sin que signifique, per se, de alto grado de intelectualidad. Dicho de otro modo, el texto de Clemente y Angelet calibra a la perfección el lenguaje directo, corrosivo y sin filtros con otro más evasivo y abierto a leer entre líneas. La buena conjunción de ambos crea un marco propicio para el humor donde las risas son constantes. En definitiva, hacía tiempo que no visionaba una obra con un libreto tan perfecto, desde una óptica literaria y teatral. 

La dirección recae en Tamzin Townsend, directora de origen inglés con fuertes vínculos laborales en España. Su trabajo es exquisito y consigue proyectar sobre el escenario toda la carga temática y literaria antes comentada. El principal adjetivo para definir este trabajo es rapidez. Una trama con tantas ramificaciones requiere de agilidad y simpleza visual para que la acción no duerma en el sueño de los justos y vaya perdiendo interés, situaciones que de ningún modo ocurren. 

La puesta en escena me recordó al de un torneo de oratoria por equipos donde los participantes se agrupan en una sala y exponen sus postulados. Los dos matrimonios se colocan en lados opuestos del escenario, aunque la magia (tema también tratado en la representación) de la conversación permita que las posturas iniciales puedan desvanecerse y, con ellas, los juegos de colocación sobre las tablas. El tempo de la representación es rápido y la duración perfecta.  Tuve la sensación de una parálisis temporal, al estar tan metido en la trama y disfrutar tanto de su contenido. La única duda que me asalta es si el espectador podrá extraer todo el contenido, dada esa agilidad; de ahí que sea una obra para ver en más de una ocasión.

Los encargados de pasar de las musas al teatro son dos actores y actrices de reconocido prestigio con un alto nivel interpretativo. Resulta pertinente destacar la categoría teatral del subtexto, entendido como todo aquello por debajo del personaje teatral, al significado profundo y que da sentido al papel interpretado y que, en definitiva, responde al “por qué”. Dicho de forma más clara, el reparto entiende y comprende sus respectivos papeles, logra comunicarlos y, entre ellos, se forma una conexión sensacional; permitiendo conectar aún más con los presentes y fortalecer el clima de comedia familiar.

 

LAPONIA 026

 

Como si de un ser omnipotente se tratara, Mónica, interpretada por Amparo Larrañaga, representa a una mujer casada y de barrio con un lenguaje muy claro y directo. Su sinceridad abrumadora y su defensa a ultranza de las tradiciones españolas le harán ser el centro de atención e incomodar a más de un personaje. Esta actriz –con toda una vida dedicada al mundo de la interpretación, abarcando todas las disciplinas, especialmente teatro y televisión– es un nombre propio de la escena española y verla sobre los escenarios todo un lujo. Como nos tiene acostumbrados, es un torbellino escénico con una fortaleza arrolladora. En esta ocasión, borda la expresividad chulesca y castiza de su personaje y transforma sus frases cargadas de dardos, su excesiva franqueza y su dureza en el habla en un humor ácido, corrosivo y directo que arranca la carcajada del espectador. Casi sin despegarse, Iñaki Miramón da vida a Ramón, conserje de escuela de tradiciones muy arraigadas. Su personaje me resultó el más desconcertante durante la mayor parte de la función. Su rol es el de asentir, y rara vez rebatir, a su mujer, Mónica, hasta conducirnos a una catarsis inesperada. Esta actitud arbitral y un tanto reprimida es interpretada con maestría por este archiconocido actor bilbaíno, con innumerables papeles en la pequeña y gran pantalla. De su actuación destacaría su carácter pausado y conciliador mantenidos en el tiempo, aunque le hagan saltar como a un muelle.

La visión nórdica es sostenida por el matrimonio formado por Nuria y Olavi. La actriz Mar Abascal da vida a una mujer adaptada a Finlandia cuya forma de vida ha interiorizado. Lejos, o quizá no tanto, quedó su pasado en España. Esta actriz, de amplia formación en teatro musical con sonadas apariciones en series televisivas, da luz tanto a su personaje como a la obra en su conjunto. Su carácter despreocupado y actitud alocada son interpretados con gracia, salero y donaire desatando la risa del público. Además, nos regala momentos sensacionales y cómplices junto a Larrañaga, en el papel de hermanas. A su lado, está Olavi, un finlandés moderno de corte intelectual, defensor de la cultura nórdica y amante de la polémica. Es uno de los personajes con más juego y las disputas con su cuñada de los momentos estelares de la representación. La actitud analítica, cercana a lo repelente, es interpretada con solvencia por Fàbregas, veterano actor con una fértil trayectoria tanto en televisión como en cine y teatro, capaz de mantener la compostura y aportar el registro dramático.

La construcción escenográfica, diseñada por Anna Tusell y Asier Sancho recre a la perfección una casa de madera de estilo finlandés con un ventanal donde los personajes enterrarán su hacha de guerra y verán auroras boreales. Además, continúa con el diálogo visual y conceptual tanto del libreto como de la dirección, posibilitando los movimientos del reparto. El diseño de iluminación también es exquisito y familiar. Porque esta representación, no es más que un ejemplo de que todo queda en familia.

Una obra inteligente, profunda y atemporal envuelta en una comedia ágil y corrosiva en Laponia.

 

Dirección: Tamzin Townsend

Autores: Cristina Clemente Y Marc Angelet

Producción: Carlos Larrañaga

Ayte. Producción: Beatriz Díaz

Ayte. Dirección: Chema Rodríguez

Diseño escenografía: Anna Tusell y Asier Sancho

Diseño iluminación: José Manuel Guerra

Diseño vestuario: Gabriela Salaverri

Jefe técnico: David González

Diseño gráfico: Hawork Studio

Ilustración: 2JGRAPHIC.COM

Fotografía: Jean Pierre Ledos

Construcción escenografía: Mambo Decorados

 

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