Con el inicio de año –aunque ya nos hayamos “comido” un mes sin prácticamente enterarnos–son muchas las propuestas cómicas de la cartelera teatral. Las hay de todos los temas, géneros y versiones y, como en los bufés de los hoteles, en la variedad está el gusto. Lo que diferencia a unos de otros es la especialización y, por descontado, quién sea el monologuista en escena. Créanme que el show protagonizado por el actor y cómico pontevedrés es único y saldrán del patio de butacas con una sonrisa y sin ningún mareo.
David Amor vuelve a subirse a los escenarios, tras sus éxitos en Pasa a tomar un café, Lechazo á feira y A mariscada dos idiotas, con compañeros de profesión de reconocido prestigio, pero esta vez sin nadie más sobre el escenario. Solo él –que con su altura, tamaño de manos y un particular y sensacional humor, tampoco le hace falta nadie más– y el público. En lo relativo a la temática, el participante en la sexta edición de Tu cara me suena, apuesta por un campo muy particular: el mundo de la aviación en general y, de los aeropuertos en particular. Quién no ha pasado por un escáner y se ha sentido el terrorista más buscado del mundo, quién no se ha deshidratado en un aeropuerto o quién no se ha preguntado por qué demonios el comandante nos informa de la temperatura exterior o de la altura del avión como si alguien le hubiera preguntado. Con este hilo conductor, Amor –tras un sobresaliente introito mímico-musical– va dando paso, por medio de digresiones, a otros asuntos cotidianos y es capaz de mostrar su genial vis cómica y facilidad para conectar con el público y articular, de esta forma, un espectáculo de lo más divertido; aunque en los últimos compases de la actuación perdiera algo de “altura”, que nada le impidió un aterrizaje final sin apenas turbulencias.
¿Os imagináis a un gallego que no hable de Galicia? Como si allí sucedieran cosas que en el resto de España no sucedieran… bueno, algunas sí. Dicho de otro modo, el monologuista curtido en El Club de la Comedia, nos relata tradiciones gallegas, habla del camino de Santiago, ¡cómo no!, y nos da las claves de negociación en la compra de fincas rústicas; y todo esto incluido en el precio de la entrada. Algunas de las vivencias narradas en este monólogo dicen ser verídicas, aunque sinceramente da igual; porque es tal la pasión, vitalidad, deseo y carga de verdad que imprime en el espectáculo que sean o no verdad uno se las cree. Esta facilidad de transmitir y congeniar con el espectador no todos los profesionales del humor la tienen, pero él sí es uno de ellos.
La televisión como uno de los electrodomésticos que nos acompañan día a día, obviando el lavavajillas y frigorífico, tampoco podía faltar en este monólogo. Sin necesidad de tocar el mando ni cambiar de canal, el actor de exitosas series (Gym Tony, Aquí Paz y después Gloria o 45 revoluciones) resume los programas televisivos extranjeros que causan furor y que, aunque nos cueste reconocerlo, también nosotros vemos. En este sentido, y extrapolando la temática, una de las virtudes de Love está en el aire, y del humor en general, es la facilidad para tratar temas incómodos o democratizar verdades y vivencias que todos hemos experimentado alguna vez. O es que acaso nadie por error ha metido en su maleta productos de higiene de los hoteles…
No queda muy altruista decirlo, pero el show también nace de la obligación de crear un espectáculo nuevo tras ganar el premio del público del Festival Internacional de Teatro de Villanueva de la Serena. Bromas aparte, David Amor nos regala 80 minutos de diversión y carcajadas y nos demuestra que “Love está en el aire”.
David Amor nos invita a subirnos al avión del humor en una comedia de altura sobre aeropuertos, sucesos cotidianos, programas televisivos con un destino: Love está en el aire