Piconera Producciones nos presenta a cinco mujeres atrapadas en la sala de espera de un colegio. Este confinamiento desencadena una terapia de límites insospechados, revelando tanto las sombras como las luces de la maternidad. La obra ofrece una mirada humorística y perspicaz a esta experiencia compartida, explorando los desafíos y las alegrías que acompañan a esta etapa de la vida, todo mientras las protagonistas permanecen encerradas en un escenario tan inusual como revelador.
Elena Díaz Barrigón elabora un libreto completo y detallado que captura con precisión todas las complejidades de ser madre. A través de diálogos ingeniosos y situaciones cómicas, la obra (que bien podría ser el planteamiento de una película de miedo) logra articular de manera efectiva los diversos matices de la maternidad, explorando a fondo tanto el deseo de ser madre como la elección consciente de no serlo. La autora despliega una narrativa que va más allá de las risas superficiales, adentrándose en las capas más profundas de la experiencia maternal, proporcionando a las actrices un terreno fértil para explorar la riqueza emocional que implica este rol. Además, detrás de la cortina de humor y comedia, el texto de Díaz Barrigón también destaca por su poso profundo sobre el cuidado de los hijos. La obra arroja luz sobre la responsabilidad y los desafíos emocionales que conlleva ser madre, brindando a la audiencia una mirada reflexiva sobre cómo esta decisión se traduce en un acto de amor y compromiso inquebrantable.
A su vez, la también escritora y directora de Me lo dijeron mil veces incorpora hábilmente un mensaje reivindicativo que resuena en la actualidad, destacando la persistente desigualdad en las tareas domésticas y cómo esta inequidad afecta a las mujeres en sus carreras profesionales. La obra se convierte, así, en una plataforma para la autoafirmación y el empoderamiento, destacando la importancia de vivir de acuerdo con las elecciones personales y desafiando cualquier estigma asociado con ellas. Lo que eleva aún más la experiencia teatral es la introducción de momentos surrealistas que desafían la linealidad de la representación. Estos episodios inesperados añaden un toque distintivo a la obra, llevan al público a un viaje emocional inesperado que rompe con las convenciones teatrales tradicionales, y no solo aportan frescura y originalidad, sino que también profundizan en las emociones y la psicología de los personajes, creando capas adicionales de significado.
La dirección también recae en Elena Díaz Barrigón siendo una extensión magistral del ingenioso libreto y manteniendo una coherencia que enriquece la experiencia teatral. En los setenta y cinco minutos de duración consigue guiar a las actrices hacia una representación natural y auténtica. Cada miembro del elenco se sumerge en su papel con una convicción que trasciende lo escénico, permitiendo que el público conecte de manera profunda con las distintas idiosincrasias y experiencias de los personajes. Este planteamiento coincide a la perfección con la definición que hace de su propia obra: “Es una apertura en canal, un grito abierto, una diana al centro de la educación. Escribí ‘Madres’ cuando mi hijo tenía dos años, rodeada de las voces de todas las mujeres que me crucé por el camino tan solas y tan unidas entre ellas, sin saberlo”.
Otra de las virtudes de la representación es la actuación coral, donde cada actriz se convierte en una pieza esencial que contribuye a la creación de un mosaico diverso de modelos familiares y expresiones de la maternidad. La habilidad del elenco para tejer estas diversidades en una representación armoniosa subraya la versatilidad y la destreza actoral de cada integrante. Elena Díaz Barrigón lidera la travesía como la madre ejecutiva directiva, enfrentándose al estrés de la vida moderna como si fuera una superheroína corporativa. Entre informes y pañales, su actuación nos muestra cómo el multitasking extremo le pasa factura, y no solo en su correo electrónico. Athenea Mata, la madre mística obsesionada con la educación consciente, parece más preocupada por que sus hijos conozcan las propiedades místicas de las piedras que por si recuerdan llevar el bocadillo al recreo. Su personaje nos sumerge en el mundo esotérico de la relajación y los amuletos de la buena suerte.
Marta Eguía se zambulle en el papel de la madre primeriza, enfrentando sus miedos e inseguridades, aunque después de este encierro, tal vez el bebé salga del útero con un pasaporte y una maleta. Mónica González personifica a la madre tradicional, ama de casa y chapada a la antigua, que con su toque de zafiedad y pragmatismo hace reír a carcajadas. La experiencia del encierro podría transformarla de manera sorprendente; quién sabe, tal vez se convierta en la Jorge Verstrynge de las madres tradicionales. Por último, Mechi Olivero, la periodista freelance con su visión crítica y alternativa, no solo nos hace cuestionar todo, sino que parece estar más preocupada por su próxima exclusiva que por el menú de la cena y está dispuesta a convertir cualquier experiencia cotidiana en el próximo titular explosivo.
«¿Quién mantiene este sistema en silencio, invisible y dejándose la piel?» Esta pregunta, recogida en el programa de mano, está latente durante toda la representación e invita a una profunda reflexión sobre la labor no reconocida de las madres en la construcción y sostenimiento de las estructuras familiares y sociales. Este cuestionamiento nos insta a considerar la importancia de visibilizar y valorar el trabajo maternal, así como a cuestionar las estructuras que perpetúan la invisibilidad de estas contribuciones. Reconocer y apreciar la dedicación de las madres es esencial para desmontar sistemas que, a veces, dan por sentado el esfuerzo silencioso que estas mujeres realizan diariamente. La maternidad, con su carga invisible y a menudo subestimada, merece ser reconocida y honrada en su plenitud, y no se me ocurre mejor manera que a través de esta representación teatral.
Madres es un ingenioso arsenal de risas para revelar, con agudeza y humor, las complejidades de la maternidad y celebrar la fuerza y el ingenio femenino ofreciendo una sobresaliente actuación, homenaje a las mujeres que hacen magia con amor y carcajadas
Libreto: Elena Díaz Barrigón
Dirección: Elena Díaz Barrigón
Reparto: Athenea Mata, Marta Eguía, Mónica González, Mechi Oliverio y Elena Díaz
Ayudantía de dirección: Alba Dunas y Lucas de Vicente
Diseño gráfico: María la Cartelera
Producción: La Piconera