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Madres imperfectas: Humor, música y verdades sin filtros sobre la maternidad

Imagen promocional de 'Madres Imperfectas'

Imagen promocional de 'Madres Imperfectas'

La maternidad, ese mito moderno plagado de expectativas, sacrificios y desengaños, encuentra en Teatros Luchana un espejo deformante, honesto y desternillante. Esta comedia, un caleidoscopio de monólogos, sketches y números musicales, dinamita con frescura e irreverencia los ideales de la «madre perfecta». Lo hace con una puesta en escena que, como la propia maternidad, es un caos organizado: dulce y picante, tierna y desvergonzada, hilarante y profundamente humana.

La comedia sobresale por su capacidad de abordar temas delicados—como el sentimiento de culpa, el agotamiento físico y emocional o las expectativas sociales—sin caer en sermones o dramatismos. El texto pone en jaque la imagen idealizada de la maternidad y reivindica la imperfección como un acto de resistencia. Las madres que no saben hacer croquetas, que se duermen en las esquinas o que se pierden en manuales de crianza aparecen aquí como heroínas de su propia historia, imperfectas y valientes.

Desde el primer instante, la obra establece un ritmo frenético que no da tregua al espectador. Los monólogos, punto fuerte de la propuesta, alternan entre confesiones íntimas y parodias desbordantes que exponen, sin filtros, las contradicciones de la maternidad moderna. Los sketches, por su parte, funcionan como pequeñas viñetas que satirizan situaciones cotidianas: desde las madres obsesionadas con la perfección según Instagram hasta las que intentan reconciliar sus sueños personales con las demandas interminables de la vida familiar. Aunque algunos momentos caen en clichés algo predecibles, con el paso de los minutos logran redimirse con giros inesperados y una autoparodia que evita caer en la autocompasión.

La piedra angular es, sin duda, el dúo formado por Susana Hernáiz y Mónica Caballero, quienes se apropian del escenario con una energía arrolladora y un talento multidimensional que no deja indiferente a nadie. Juntas forman un tándem cómico y profundo, transitando por un carrusel de emociones, desde la risa más explosiva hasta momentos de inesperada ternura. No solo cantan y bailan con destreza, sino que lo hacen integrando estos elementos de forma orgánica en la narrativa, logrando que cada número musical o coreografía sea una extensión natural del texto y la acción. Además, ríen y lloran con una intensidad que además de convencer conecta al público con el corazón palpitante de la obra.

El dúo también brilla por su espontaneidad. Hernáiz y Caballero no se limitan a seguir un guion; parece que interactúan directamente con los presentes, capturando y devolviendo cada reacción como si se tratara de una conversación viva. Esa cercanía permite, sobre todo a las madres, verse reflejadas en sus historias y ser cómplices de las bromas, las ironías y las confesiones más absurdas. Por otro lado, es justo destacar su habilidad para abrazar el histrionismo sin caer en el exceso. Su exageración, lejos de alienar, se convierte en un recurso cómico que potencia las situaciones, acentuando el absurdo inherente a muchas de las expectativas y realidades de la maternidad. Esa teatralidad exacerbada, en manos menos hábiles, podría resultar caricaturesca, pero en este caso es un elemento que suma ritmo y frescura a la obra. Su actuación me recordó el espíritu de Las Leandras con su carisma desbordante y conexión directa con el público. Como las célebres vedettes, dominan la escena con humor, picardía y un histrionismo entrañable que transforma lo cotidiano en un espectáculo vibrante.

Otro de los aciertos de “Madres Imperfectas” es la inclusión de la música impregnada de un ambiente de cabaret que evoca la elegancia decadente y la irreverencia de este género, pero con la frescura de un enfoque contemporáneo. Los números, lejos de limitarse al estilo clásico del cabaret, exploran una variedad de ritmos y estilos que enriquecen la narrativa y mantienen al público sorprendido. Desde melodías pícaras con letras mordaces hasta guiños a géneros más modernos, la música actúa como un hilo conductor que da cohesión y dinamismo a la obra. En el centro de este universo sonoro está Víctor Ramos, pianista y actor, cuya presencia es clave para potenciar la atmósfera íntima y vibrante del espectáculo. Su destreza musical aporta profundidad a cada pieza con un acompañamiento entre lo melódico y lo teatral. Ramos no solo encarna la figura del músico de cabaret, sino que, con naturalidad y carisma, se convierte también en un personaje más, haciendo las veces de padre y aportando un contrapunto necesario al alboroto protagonizado por las madres.

En definitiva, “Madres Imperfectas” es una celebración de la imperfección, una catarsis cómica que invita a las madres—y a quienes conviven con ellas—a reírse de las tragedias cotidianas de la crianza. Su mezcla de humor ácido, ternura y autocrítica la convierte en una experiencia teatral fresca y necesaria en tiempos donde el ideal de perfección agobia más que inspira. Imperfecta, como sus protagonistas, pero auténtica y memorable, es una obra que merece ser disfrutada por cualquiera dispuesto a derribar mitos y aplaudir el caos de la vida.

Reparto: Susana Hernáiz, Mónica Caballero y Víctor Ramos

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