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Matilda, el musical: Un mágico hallazgo de habilidad, dedicación y excelencia en un espectáculo literario inolvidable

Imagen promocional de una escena del musical "Matilda"

Imagen promocional de una escena del musical "Matilda"

Hagamos un viaje al pasado y recordemos a Matilda Wormwood, una niña con un amor insaciable por la lectura y un intelecto fuera de lo común, pero lamentablemente incomprendida y menospreciada por sus propios padres. Esta premisa establece el tono para una historia que resalta la importancia de la educación, el apoyo emocional y el poder de la mente. La relación con su profesora, la señorita Honey, es un punto de luz en su vida, y juntas luchan contra la tiranía de la directora de la escuela, la señora Trunchbull, un personaje icónico que personifica la crueldad y el autoritarismo. La magia de este musical radica en la forma en que Matilda canaliza su frustración y enojo a través de sus poderes mentales, utilizando su don para hacer el bien y corregir las injusticias que encuentra en su camino.

 

Completo trabajo de adaptación y traducción junto a una dirección inteligente y novedosa

La habilidad del adaptador y director, David Serrano, apodado el Rey Midas, porque todo lo que toca lo convierte en oro, es digna de admiración al sorprendernos con esta producción musical cien por cien española, que como él mismo explica: “se han comprado los derechos de las canciones y texto, el resto es propio, desde el vestuario hasta la iluminación”. Su capacidad para tomar los elementos clave del libro original y la película de 1996, y luego infundirle un sello distintivo propio a esta producción, es lo que hace que ésta destaque, sea personal y única. El autor de éxitos musicales teatrales como “Hoy no me puedo levantar”, “Enamorados anónimos” o “Más de 100 mentiras” y su hermano Alejandro Serrano, como adaptador y traductor de las canciones, ponen todo su talento en una cuidada adaptación, manteniendo la esencia de la historia original mientras introducen modificaciones inteligentes y pertinentes para hacer que funcione en el contexto teatral y musical. La más evidente es introducir marionetas dotando al relato de una subtrama esencial para comprender el desenlace de la historia. Y hasta aquí puedo leer. Este equilibrio es difícil de lograr, pero Serrano y su equipo demuestran su maestría al hacerlo. No obstante, me hubiera gustado que los poderes telequinéticos de la protagonista estuvieran más presentes en vez de incluir tantas escenas musicales escolares.

La dirección también recae en David Serrano, un experimentado guionista y director cinematográfico que, con éxitos como «El otro lado de la cama» y «Días de fútbol», muestra su habilidad para contar historias de manera efectiva y cautivadora. Esta experiencia se traduce en una dirección teatral sensacional. Uno de los mayores logros de esta producción es la gestión de un reparto en el que más de la mitad son niños. Un desafío que Serrano y su equipo han abordado con éxito, creando un ambiente en el que los jóvenes talentos pueden brillar y dar vida a los personajes de manera excepcional y convincente. La creación de una escuela propia por parte de SOM Produce para preparar a estos intérpretes, como ya ocurrió con “Billy Elliot, el musical”, demuestra un compromiso serio con la calidad y la excelencia en esta producción. Después del éxito de la primera temporada, los directores de casting, Carmen Márquez, Carmelo Lorenzo y Blanca Azorín han demostrado, en la selección del elenco,  un aguda habilidad para identificar y reunir un elenco talentoso, enérgico y cohesionado.

Es importante destacar que, a pesar de que la temática del musical atrae especialmente a los más pequeños, el tono, la duración y el contenido están pensados para un público adulto, lo que subraya la versatilidad y el atractivo intergeneracional de la adaptación. Este enfoque permite que el musical de Matilda sea una experiencia teatral atractiva para personas de todas las edades, lo que es una nueva virtud digna de reconocimiento.

 

Talentoso elenco infantil de altísimo nivel actoral, musical e interpretativo

Es asombroso ver cómo el reparto infantil realiza un trabajo sobresaliente tanto en términos interpretativos como vocales. El hecho de que no se haya observado ni el más mínimo error en escena es un testimonio del esmero y la dedicación del elenco, respaldado por el trabajo de Verónica Ronda, la preparadora vocal. Este nivel de excelencia es fundamental para mantener la calidad y la inmersión en la historia en cada actuación. El hecho de que la protagonista sea interpretada por siete niñas distintas es un indicio del rigor y la profesionalidad de la producción. Cada una de ellas realiza un papel sensacional y, en este caso, Irene Gallego brilla con su correcta dicción y vocalización. Su habilidad para introducir al público en la narrativa y su expresividad, combinada con una dosis de inocencia en la interpretación de las canciones, son aspectos destacables. El tema central, «Cuando sea mayor», es, sin duda, un momento culminante en la actuación de Gallego, con agudos sensacionales, seguridad escénica y una fuerza emocional palpable en el estribillo. Este tema aborda temas de lucha contra las injusticias, superación y el deseo de «hacerlo bien”. Entre el elenco infantil también destacaría el papel de Lavender (Esther Gutiérrez), la mejor amiga de Matilda, por su carácter travieso y Bruce (Nicolás Camacho), por su bonhomía y papel estelar en un momento de la representación.

El reparto adulto, a diferencia de lo que suele ocurrir en otras producciones, cumple un papel crucial en la trama, brindando continuidad al relato y complementando el desarrollo de los personajes más jóvenes. El papel de Miss Agatha Trunchbull, la malvada directora escolar, es fundamental en la historia y, en este, pase Daniel Orgaz lo ejecuta con atino y destreza. Nutrir de rasgos masculinos a un personaje originalmente femenino es un desafío, pero el actor toledano logra encarnar al antagonista de la obra con actitudes malvadas convincentes, fuerza y con un toque de gracia. Esta caracterización es un testimonio del increíble trabajo realizado por Chema Noci en la caracterización y Antonio Belart en el vestuario, quienes han contribuido en gran medida a aumentar la credibilidad del papel en el escenario. El personaje de la señorita Honey, maestra de los niños, es interpretado de manera sensacional por Allende Blanco. Su interpretación dulce, amigable y tierna es una delicia para el público. El momento íntimo con Matilda, donde ambas crean un vínculo madre-hija, es una parte conmovedora de la historia y uno de las escenas más emotivas de la función.

La bibliotecaria que despierta la pasión de la pequeña por la lectura es una pieza esencial de la historia, permite una conexión más fuerte entre la trama central y la subtrama familiar y agrega una dimensión mágica y literaria al espectáculo. Natalie Pinot, como Miss Phelps, una actriz con más de veinte años de experiencia en las tablas, aporta un toque personal y conmovedor al personaje. Su habilidad para encarnar la incertidumbre y la pasión al escuchar las historias de la pequeña con la inocencia de una niña crea un ambiente verdaderamente mágico. El intercambio de roles entre Matilda y Miss Phelps, donde la bibliotecaria se convierte en una oyente ávida, es un momento cautivador que ilustra el poder de la literatura para conectar a las personas de todas las edades.

El papel de los padres de Matilda, interpretados por Raúl Jiménez y Mary Capel, agrega un elemento de humor y pantomima a la producción. Su expresividad y dominio de la pantomima son notables y provocan risas en el público. La dinámica de ruptura de la cuarta pared por parte de Jiménez aporta un toque adicional de diversión e interacción con la audiencia, lo que enriquece la experiencia teatral, sobre todo para los más pequeños.

 

Banda sonora pegadiza y electrizante acompañada de vistosas y potentes coreografías

La banda sonora y las canciones de un musical son indiscutiblemente el corazón de la producción, y en el caso de Matilda, el musical, la complejidad de la música y la ausencia de un hilo musical reconocible se convierten en un reto que ha sido superado brillantemente por el prestigioso compositor Gaby Goldman. Con su amplia experiencia y un catálogo de más de sesenta obras, ha demostrado su maestría al extraer lo mejor de la intrincada partitura de Tim Minchin. La creación de una banda sonora contagiosa y electrizante, con un leitmotiv reconocible, es un logro notable. La forma en que fusiona la tensión, la intriga y la incertidumbre con la serenidad bucólica propia de los narradores de cuentos es una hazaña musical extraordinaria. Este mérito es compartido por el maestro Enric García, al frente de la dirección de la orquesta, con una ejecución exquisita de la partitura en vivo.

La calidad de un musical se mide tanto por los números individuales como por los grupales y, en este caso, estamos ante una construcción sobresaliente. Los segundos, como «La canción del colegio» y «Somos rebeldes», destacan por su abundancia y calidad. La precisión en la interpretación y la potente puesta en escena son notables y contribuyen a la fuerza del espectáculo. El diseño de sonido a cargo de Gastón Briski y el trabajo de Javier Ortiz como jefe técnico son fundamentales para asegurar una calidad sonora excepcional. Además, las coreografías supervisadas por Toni Espinosa son impresionantes. Este maestro coreógrafo ha logrado la excelencia tanto en movimientos individuales como grupales; y los ejecutados en las alturas con un inmenso columpio son especialmente destacables. La complejidad y el hecho de que la mayoría de las coreografías sean interpretadas por el reparto infantil son logros notables.

 

Impactante y sorprendente escenografía con pertinente y acertada iluminación

La construcción técnica y escenográfica es verdaderamente increíble y merece un reconocimiento especial. Los diseños son cruciales para crear el mundo mágico y literario en el que se desarrolla la historia y contribuyen en gran medida al impacto visual y estético del espectáculo. Desde el momento en que el público entra al teatro y ve los más de 300 libros gigantes que rodean el escenario, se sumerge en la atmósfera de la historia. Estos elementos funcionan como un ciclorama semicircular, son una prolongación del escenario y establecen de inmediato el tono y la ambientación del musical. Esta es una elección escenográfica brillante que refuerza la importancia de la literatura en la vida de Matilda y añade una dimensión visual impresionante al espectáculo. La escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda, que incluye plataformas móviles diseñadas para momentos específicos de la acción, como las clases o la cabaña de la señorita Honey, es otro aspecto destacado. El amplio repertorio de este arquitecto en teatro clásico y contemporáneo le permite crear una escenografía que potencia el ambiente mágico y literario del musical. La capacidad de transformar el escenario para adaptarse a las diferentes escenas es esencial para mantener la fluidez de la narrativa y la inmersión del público en la historia.

La iluminación a cargo de Juan Gómez Cornejo y Carlos Torrijos es la última de las claves para conservar la atmósfera del espectáculo. Desde la penumbra más tenebrosa hasta la claridad más brillante, el diseño de luces contribuye a establecer el tono y la emoción de cada escena. La iluminación es una herramienta poderosa para destacar momentos clave y crear efectos visuales fabulosos. Como me ocurrió en la primera temporada, volví a fijarme en la palabra serendipia, serigrafiada en uno los libros; la cual sirve para definir este hallazgo musical valioso, donde el don accidental de la protagonista se transforma en trabajo, dedicación y excelencia de los ciento setenta integrantes de este maravilloso musical.

La combinación de un arduo trabajo de adaptación y traducción junto a una dirección inteligente y novedosa, un talentoso elenco con predominio infantil, una banda sonora electrizante, coreografías deslumbrantes y una escenografía impresionante hacen que Matilda, el musical sea un hallazgo teatral que despierta emociones y sorpresas en cada espectador

 

Libreto: Dennis Kelly

Canciones: Tim Minchin

Producción: SOM Produce

Adaptación y Dirección: David Serrano

Coreografías: Toni Espinosa

Iluminación: Juan Gómez Cornejo y Carlos Torrijos

Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda

Vestuario: Antoni Belart

Caracterización: Chema Noci

Sonido: Gastón Briski

Dirección Técnica: Guillermo Cuenca

Director Musical: Gaby Goldman

Director Musical elenco infantil: Enric García

Producción Artística: Carmen Márquez

Ayudante de Dirección: Olga Margallo

Coach Vocal: Verónica Ronda

Dirección de Casting: Carmen Márquez y Carmelo Lorenzo

Traducción y Adaptación de las canciones: Alejandro Serrano y David Serrano

Productores Ejecutivos: Marcos Cámara y Juan José Rivero

Productores: Pilar Gutiérrez, Marcos Cámara y Juan José Rivero

 

 

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