Los yonkis del julio teatral almagreño nos conformamos ayer con la metadona del teatro en los barrios. Almaviva Teatro nos trajo Confesiones a Lope en la ermita de San Pedro. Yendo hacia allá, a mi hija y a mí nos cayeron tres gotas a cada uno. Fue una promesa incumplida, una vana ilusión, un frenesí de lluvia imaginada y olida, porque luego, ya en plena representación, el petricor se coló, sutil, por nuestras narices. No hay perfume que comparársele pueda. Supongo que es algo telúrico, genético, anuncio de comida y meses feraces, pura poesía, pues.
En San Pedro la gente estaba muy bien sentada, muy en silencio, muy concentrada en la obra, que no fue de lo mejor que hemos visto, ni mucho menos. La idea era juntar en el escenario a dos de las mujeres que más quisieron a Lope. O al menos a las que más quiso él. La una es una de los pocos hijos que le sobrevivió, sor Marcela, habida con Micaela de Luján. No sabemos cuántos hijos tuvo Lope, pero al menos diecisiete, una cifra fabulosa, como todas las suyas. La otra mujer de la obra es Marta de Nevares, su último refugio, cuando Lope ya era sacerdote, la mas trágica de sus pasiones por cómo terminó ella, ciega y loca. Lope podía ser muchas cosas, pero parece que era buen cuidador. No solo con Marta, también tenemos documentos que lo atestiguan con Juana de Guardo, la más prosaica de sus relaciones.
Dos actrices (Teresa Alonso y Olga Goded) hablaban sobre Lope y sobre ellas (Marta y sor Marcela), recitaban algunos textos del Fénix, como La viuda valenciana, y se reivindicaban, que no hay obra que se precie en los últimos años que no reivindique a la mujer, algunas con acierto, otras como pueden, sumándose a la ola. La escenografía, sábanas blancas colgadas a manera de columnas, dificultaba la visión si no era de frente y ya sabemos que en estas ocasiones el público se desparrama por donde puede, que esa es otra, en los barrios faltan sillas. La suplen los vecinos con las suyas, pero no todo el mundo vive cerca. Hubo, además, más errores de los necesarios en la ejecución y el texto no era lo claro, lo diáfano que hubiese sido deseable para el espacio en el que se llevaba a cabo la representación.
El martes, es decir, hoy, hay más teatro en los barrios, en San Ildefonso, que tiene un atardecer fabuloso, también con Lope, también con el toque femenino o feminista, también a las 21:00. Habrá que acercarse para comparar.