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PaGAGnini: Un des-concierto mágico de música y humor

La genialidad de Yllana brilla una vez más (da igual cuando lo leas) y vuelve a demostrar su excepcional habilidad para reinventarse y sorprender al público con propuestas innovadoras. La compañía, reconocida por su creatividad sin límites, demuestra un agudo olfato para adentraste en terrenos inexplorados, y en esta ocasión, ha decidido sumergirse en el lenguaje universal de la música. Su apuesta por la fusión entre el virtuosismo clásico y la extravagancia cómica redefine los límites del entretenimiento teatral. Con su inconfundible estilo humorístico y la capacidad de provocar carcajadas sin esfuerzo, ha creado un espectáculo que trasciende las fronteras del género, invitando a la audiencia a disfrutar de una experiencia única donde la música clásica se encuentra con la irreverencia del humor gestual.

Por si la firma de Yllana no fuera suficiente, este espectáculo cuenta con el sello de Ara Malikian, probablemente uno de los mejores violinistas del mundo. Reconocido internacionalmente por su habilidad técnica excepcional, el virtuoso violinista libanés-español no solo domina las complejidades de la música clásica, sino que también posee una versatilidad única que le permite explorar y fusionar diversos estilos musicales. En este brillante encuentro, la maestría musical de Malikian se entrelaza de manera armoniosa con la irreverencia y la creatividad cómica de Yllana. Es un matrimonio artístico, resultado de dos fuerzas creativas extraordinarias, que trasciende las barreras del entretenimiento convencional, ofreciendo al público una experiencia única e inigualable, donde cada nota musical se convierte en una carcajada, y cada broma es un acorde en la sinfonía del espectáculo.

PaGAGnini no es solo un recital, es una experiencia rompedora entre el escenario y la audiencia. Con un cuarteto de cuerdas que despliega su destreza musical, la trama se entreteje a través de situaciones cómicas sin necesidad de palabras explicativas. El choque entre la autoridad purista del violinista con la rebeldía y las ganas de diversión del resto desatan carcajadas y asombro, en igual medida, en cada rincón del teatro. La elección de incorporar la música clásica, con su elegancia y complejidad intrínseca, como hilo conductor de la narrativa demuestra la maestría y versatilidad de los intérpretes. Desde las sonatas más conocidas hasta las sinfonías más épicas, cada nota se convierte en una herramienta para tejer esta ingeniosa historia. Ara Malikian, en el rol destacado en la dirección musical, demuestra, junto a Eduardo Ortega, Gartxot Ortiz y Thomas Potiron en la creación, una vez más su maestría al seleccionar temas icónicos y fácilmente reconocibles. La elección de estas composiciones célebres pasa a ser un elemento central para cautivar a la audiencia y crear una experiencia en la que la familiaridad de las melodías clásicas se entrelaza con la frescura de la reinterpretación.

El elenco, formado por tres violinistas y un violonchelista, se erige como un ejemplo excepcional de doble dualidad, al fusionar a la perfección las dos almas del espectáculo, la interpretación musical y la cómica. La sincronización impecable entre Eduardo Ortega, Thomas Potiron, Fernando Clemente y Gueorgui Fournadjiev revela una técnica musical admirable, sumada a una conexión auténtica con la audiencia. La interacción entre ellos fluye de manera natural, estableciendo un vínculo que va más allá de las notas musicales y se traduce en una experiencia compartida. La energía desbordante y la expresividad de los artistas son notables, no contentos con tocar sus instrumentos, no dudan en saltar, bailar, moverse por el escenario, crear coreografías integradas en la actuación y desafiar la percepción convencional de la música tradicional. La versatilidad instrumental es otro atributo de la actuación. La capacidad de los músicos para transformar violines y violonchelos en guitarras o instrumentos de percusión no solo despoja a la música clásica de su solemnidad, sino que también demuestra una innovación musical audaz. La obra transgrede las fronteras estilísticas, llevando al público a un viaje desde el Renacimiento vienés hasta el rock-pop inglés.

La ingeniosa puesta en escena llena de sorpresas, meticulosamente diseñada por David Ottone y Juan Francisco Ramos, funciona como un componente esencial que realza la propuesta general. Cada movimiento contribuye a crear un espectáculo visualmente cautivador, que captura la esencia del humor y la música en armonía, y supone el mejor homenaje a Niccolò Paganini, uno de los arquetipos del virtuosismo del violín y máximos representantes del movimiento instrumental del Romanticismo. A su vez, el vestuario, siempre elegante en frac, añade un toque de teatralidad al concierto.

Como es habitual en sus producciones, el público se convierte en cómplice de este despliegue humorístico desde el inicio y participa activamente en el juego de transgresiones y bromas constantes. La interacción con dos espectadores en una pieza especial, única en composición, es un punto culminante de hilaridad que demuestra la capacidad de Yllana para involucrar a la audiencia. La iluminación, astutamente diseñada, acompaña la propuesta, guiando la atención hacia momentos clave y recreando ambientes, desde la sobriedad de un recital hasta el desenfreno de una discoteca. En definitiva, PaGAGnini es un espectáculo extraordinario que combina magistralmente la música clásica con el humor y desafía las normas del teatro musical. Con una originalidad deslumbrante, una participación activa del público y una ejecución impecable, esta obra cautiva y sorprende a espectadores de todas las edades, dejando una impresión duradera y un recuerdo imborrable.

 

PaGAGnini es un baile armonioso entre las cuerdas del virtuosismo y las notas de humor, que seduce y enamora al espectador con su sinfonía de originalidad y creatividad

 

Idea original: Yllana, Ara Malikian

Creación y dirección: Yllana

Dirección artística: David Ottone, Juan Francisco Ramos

Director musical: Ara Malikian

Ayudante dirección: Ramón Sáez

Creación musical: Ara Malikian, Eduardo Ortega, Gartxot Ortiz, Thomas Potiron

Intérpretes: Eduardo Ortega, Thomas Potiron Fernando Clemente, Gueorgui Fournadjiev Cover: Isaac M. Pulet

Espacio escénico: Ana Garay

Diseño de iluminación: Diego Domínguez / Juanjo Llorens

Diseño de sonido: Luis López de Segovia / Jorge Moreno «Milky»

Luthier: Fernando Muñoz

Coreografía: Carlos Chamorro

Coreografía Castañuelas: Cristina de Vega

 

 

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