En la prolífica escena del humor en Madrid, «Pizpireto» de David Puerto se presenta como un soplo de aire fresco, una obra que equilibra de forma magistral el arte del monólogo clásico, la improvisación directa con el público (crowd work) y el dinamismo de la comedia musical. En este espectáculo, con una base de gamberrismo pero con una sorprendente elegancia, Puerto demuestra su capacidad para convertir lo cotidiano en una fuente inagotable de carcajadas. Desde el primer momento en que se sube al escenario del teatro EDP Gran Vía, captura la atención con su presencia vivaz y encantadoramente pícara. El título del show, «Pizpireto», no podría ser más adecuado, pues este término evoca justo lo que el público experimenta: una energía alegre, chispeante y, en muchos momentos, coqueta. El cómico extremeño juega con esta dualidad constantemente, pasando de un estilo humorístico travieso a otro más refinado con una fluidez que solo los grandes cómicos pueden dominar.
Una de las mayores virtudes de Puerto, con más de 300.000 seguidores en Instagram, es su habilidad para tomar anécdotas personales y darles un giro cómico universal, un recurso esencial en el stand-up. Las reflexiones sobre sus vivencias son el eje de este espectáculo, pero lejos de caer en la simple narración de sucesos, las convierte en un despliegue de aguda observación. Lo que podría ser una historia mundana sobre su infancia, relaciones sexuales o la vida diaria se transforma en un ejercicio de humor inteligente y desbordante, gracias a su ingenio y perfecta ejecución. Sin embargo, lo que verdaderamente eleva «Pizpireto» es la interacción constante y fluida con el público. El cómico ha perfeccionado el arte del crowd work, una técnica que requiere no solo rapidez mental, sino una sensibilidad especial para captar las vibraciones de la audiencia y convertirlas en material humorístico. En este aspecto, Puerto brilla. Como un profesor de instituto, escoge «víctimas» entre el público, con una naturalidad tan desarmante que los participantes, lejos de sentirse intimidados, se sumergen en el juego cómico.
La improvisación es el territorio donde David Puerto muestra su genialidad. Con tan solo una pregunta aparentemente simple sobre la profesión de los asistentes, es capaz de construir un diálogo humorístico cargado de imitaciones, exageraciones y giros inesperados. No se trata solo de seguir un esquema preestablecido, sino de navegar con soltura por los imprevistos, haciendo de cada noche una velada única. El talento para extraer «petróleo» de las respuestas más anodinas refleja una mente rápida, unida a una notable habilidad para mantener la conexión con la sala. A medida que el espectáculo avanza, los miembros del público se sienten cada vez más cómodos, propiciando interacciones que desencadenan momentos hilarantes. La risa no solo se produce por sus palabras o las carcajadas estridentes de los presentes, sino por la atmósfera creada, una complicidad entre cómico y espectadores que se alimenta mutuamente.
Como si el talento para el monólogo y la improvisación no fuera suficiente, el influencer digital también incorpora elementos de comedia musical. Aunque es un recurso menos central que el stand-up o la interacción con el público, utiliza la música en su número final para subrayar puntos clave del humor, demostrando que también domina la parodia y la ironía en este ámbito. El resultado es un espectáculo completo, donde cada elemento está perfectamente medido para mantener el interés del espectador en todo momento.
Quizá lo más destacado de «Pizpireto» es cómo David Puerto camina sobre una delgada línea entre lo gamberro y lo refinado. Su estilo irreverente roza el umbral hacia lo vulgar o forzado aunque no lo traspasa; por el contrario, siempre mantiene un cierto aire de elegancia, un toque sutil que lo distingue de otros cómicos de la escena. Este equilibrio es, sin duda, uno de los aspectos más difíciles de lograr en la comedia, y Puerto lo ejecuta con la facilidad de un veterano. Los guiños pícaros, las bromas traviesas, e incluso los momentos más atrevidos están envueltos en un halo de frescura y vivacidad que cautiva al público de todas las edades.
«Del Sótano al Teatro» es un sobrenombre perfecto para este especial, ya que simboliza su viaje desde los circuitos más underground de la comedia hasta los grandes escenarios. Y si bien el show en la Gran Vía de Madrid se presenta como una grabación especial, lo que lo hace verdaderamente especial es la sensación de estar viviendo un momento irrepetible, de formar parte de un espectáculo que solo funciona cuando el público es un cómplice activo. En definitiva, David Puerto ha conseguido orquestar un espectáculo que, lejos de conformarse con hacer reír, busca crear una experiencia de comunión humorística. Entre reflexiones afiladas, improvisaciones brillantes y momentos musicales, «Pizpireto» no solo arranca carcajadas, sino también deja la sensación de haber presenciado a un cómico en plena madurez creativa. Sin duda, este cómico ha llegado para quedarse, y su «Pizpireto» es prueba de que la comedia puede ser tan traviesa como elegante y tan gamberra como encantadora.