El teatro Bellas Artes recupera el aura de las obras clásicas a través de la historia donde el poder, el deseo y la opresión se entrelazan en un drama épico. Si desean conocer a este personaje enigmático, tienen hasta el 5 de mayo para sumergirse en esta experiencia teatral única.
Después del éxito en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, volvemos a viajar a los primeros años del siglo I de nuestra era, en un mundo dominado por la opresión romana. En este escenario turbulento conocemos a Salomé, una princesa que secretamente apoya a los rebeldes insurgentes del gobierno de Herodes. Su encuentro con Juan el Bautista, líder espiritual encarcelado y defensor de un «Tiempo Nuevo», despierta en ella un deseo ardiente y peligroso. Salomé se ve consumida por su amor no correspondido y se atreve a pedir la cabeza del Bautista a su padrastro, el Rey Herodes, instigada por su madre, Herodías, una mujer marcada por el abuso y la necesidad de libertad.
La adaptación de Magüi Mira del mito de Salomé es audaz y provocativa, ofreciendo una reinterpretación contemporánea que resuena con temas universales y relevantes para nuestra época. Basada en la tragedia de Oscar Wilde de 1891, esta directora y dramaturga –una de las más destacadas y prolíficas personalidades del teatro español de los últimos 40 años– infunde nueva vida a la historia clásica, explorando la complejidad de los personajes y la dinámica de poder de una manera fresca y estimulante. Aunque el libreto puede considerarse menos robusto en términos de carga dramática directa, Mira compensa con una rica gama de elementos simbólicos, como el viento o la sangre, que invitan al público a profundizar en el subtexto y a explorar capas más profundas de significado. Según su propia visión, esta adaptación busca no solo entretener, sino también conmover y motivar al público, convencida de que la ficción puede ser sanadora si nos lleva al goce.
Destacada por su enfoque en la complejidad de los personajes femeninos y ser referente de lucha y compromiso por la igualdad y dignidad de la mujer en el arte, esta versión ofrece una visión renovada y más empática de la historia, reivindicando el papel de las mujeres como agentes activos en la narrativa en un contexto histórico y literario donde su voz ha sido tradicionalmente menospreciada; por ello, retrata a Salomé y Herodías como individuos en busca de autonomía en un mundo opresivo. A su vez, conecta la historia antigua con problemáticas contemporáneas, como la lucha por la libertad y la paz, así como la corrupción en la sociedad actual. Al resaltar temas universales como el ansia de poder y la represión, la obra de Mira adquiere una relevancia que trasciende el contexto histórico específico, ofreciendo una reflexión profunda sobre la condición humana y los conflictos sociales atemporales.
En la dirección, Magüi Mira muestra su maestría al crear una propuesta visual impactante y artística que sumerge al espectador en un mundo carnal, visceral y emocionante. Por un lado, introduce elementos novedosos que dan un giro fresco al relato clásico. Por otro, el texto dramático se ajusta a los estándares modernos de duración, la acción se despliega en apenas noventa minutos sin escatimar en intensidad emocional. Además, incorpora la música original de Marc Álvarez, que añade una dimensión musical al drama, especialmente en el papel del profeta Juan Bautista, cuya interpretación combina diálogo hablado y cantado. Otra característica distintiva es la inclusión de movimientos escénicos coreografiados, desde los de Salomé por Cienfuegos Danza, hasta los de la de la guardia de Herodes por Pedro Almagro, que añaden una capa adicional de expresividad visual al espectáculo. A través de estos recursos, la también actriz –protagonista y directora de más de 70 producciones– explora el tema recurrente de la relación entre el amor y la muerte, así como la crítica al abuso de poder y la tiranía en la búsqueda de intereses personales.
El reparto se destaca por su habilidad para trabajar de manera conjunta en una concepción de teatro físico, creando una dinámica teatral coral, donde cada actor y actriz aporta su propio brillo y energía al conjunto. Es esta colaboración lo que realmente impulsa la narrativa hacia adelante y hace que la experiencia teatral sea potente y cautivadora. Todos los ojos se posan en el personaje de Salomé, interpretado por una grandísima Belén Rueda, quien vuelve al ruedo teatral después de dar vida a la heroica Penélope. Esta actriz, con infinidad de trabajos cinematográficos y un Goya en su haber, nos deleita con una destreza extraordinaria para transmitir la intensidad y profundidad del personaje. Su interpretación va más allá de los límites convencionales, ofreciendo una visión empática y compleja de este icónico personaje femenino, a la vez que pasional, adictiva y colérica. A través de gestos sutiles y una expresión penetrante, Rueda evoca la sensación de un espíritu que anhela escapar de las cadenas impuestas por el poder y la sociedad.
Luisa Martín y Juan Fernández ofrecen actuaciones igualmente destacadas en sus respectivos roles. La archiconocida actriz de series televisivas aporta una profundidad emocional a Herodías, retratándola como una mujer compleja atrapada en un mundo de intrigas y ambiciones desesperadas que desafía las normas sociales y reclama su derecho al amor y al placer, sin disculpas ni remordimientos. Su actuación revela las capas de dolor y resentimiento que yacen debajo de la fachada de poder y control. Por otro lado, el también actor de cine y televisión, con personajes teatrales de corte clásico, brinda una interpretación poderosa y carismática como el Rey Herodes, capturando la dualidad de su personaje como un gobernante tiránico y vulnerable. Su presencia en el escenario irradia, por un lado, autoridad y magnetismo y, por otro, evoca una sensación de estar hechizado, como si estuviera atrapado en un ciclo interminable de deseo y culpa. Mención especial para la cohorte acompasada, violenta y diabólica guardia real.
La actuación de Pablo Puyol como Juan el Bautista es poderosa. Este polifacético actor logra capturar la esencia del líder espiritual, un símbolo de resistencia y esperanza, inspirando fervor, carisma y convicción a aquellos que lo rodean con sus palabras de aliento y su firmeza ante la adversidad. Su papel se potencia gracias a los tres momentos cantados que nos regala durante la obra. Estas exhalaciones musicales añaden una dimensión emocional adicional al personaje, permitiéndonos adentrarnos aún más en su mundo interior. Por último, el personaje de Sirio, interpretado con maestría por Sergio Mur, se erige como una presencia escénica imponente. Este actor, con infinidad de apariciones televisivas, logra dotar a su papel de una profundidad y una intensidad que trascienden las palabras, transmitiendo una energía pura y transformadora que cautiva al espectador desde el primer instante. Su presencia escénica irradia una fuerza magnética que nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de la esperanza incluso en los momentos más oscuros de la historia humana.
La escenografía de Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán, originalmente concebida para el majestuoso escenario del teatro romano de Mérida, complementan la producción, logrando transmitir la sensación de opulencia y grandiosidad con una aparente simplicidad. Con su habilidad para jugar con luces y sombras, el diseño de iluminación de José Manuel Guerra logra resaltar los aspectos más dramáticos y emotivos de la historia, intensificando la tensión y el misterio en los momentos clave.
Texto y dirección: Magüi Mira
Reparto: Belén Rueda, Luisa Martín, Juan Fernández, Pablo Puyol, Sergio Mur, Antonio Sansano, Jorge Mayor, José Fernández y José de la Torre
Escenografía: Curt Allen Wilmer y Leticia Gañan (Estudio deDos AAEE)
Ayudante de escenografía: Laura Ordás
Iluminación: José Manuel Guerra
Vestuario: Helena Sanchis
Ayudante de vestuario: Raquel Linares
Composición musical: Marc Álvarez
Movimiento escénico de Salomé: Cienfuegos Danza
Movimiento escénico de la guardia de Herodes: Pedro Almagro
Diseño de maquillaje y peluquería: Roberto Siguero
Ayudante de dirección: Pedro Almagro