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STOMP: El pim pam pum musical y cómico de la temporada

La palabra Stomp hace referencia a un tema musical, con ritmo rápido, cuyo compás se acentúa golpeando el suelo con el pie. De hecho, de ahí deriva el término Stomp off, que significa golpear el suelo antes de iniciar un tema, para dar el tempo adecuado. Este estilo fue muy popular en el Jazz tradicional y en la época del Swing. Ahora, al oír esta palabra solo me viene a la cabeza este legendario show inglés que ya ha sido disfrutado por más de 15 millones de espectadores a lo largo de todo el mundo desde su estreno en Nueva York en 1994.

La teoría es muy sencilla, cualquier elemento como cajas de cerillas, cubos de basura o un periódico son la base necesaria para convertir un simple ruido en una sucesión de sonidos con alturas y ritmo. La práctica, no lo es tanto, pues requiere de una coordinación musical sobresaliente, igual o mayor que cualquier orquesta, sumada a la artística, por los continuos movimientos sobre el escenario. Por todo ello, resulta lógico que este espectáculo haya recorrido más de 50 países durante casi 30 años y estado presente en los eventos culturales más importantes del planeta, como los Oscars, los premios Emmy e, incluso, la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012. Lo que empezó siendo un experimento se ha convertido en todo un fenómeno.

Este increíble y sorprendente espectáculo, diseñado y dirigido por artistas de diferentes culturas y nacionalidades, del que estoy seguro superará vuestras expectativas, no solo destaca por la ejecución de sonidos y ritmos con objetos, sino por el proceso de creación de los mismos. Una vez implementado, todo parece sencillo, pero detrás de cada número hay un arduo y profundo trabajo de construcción donde queda palmario el ingenio y la agudeza de todos los participantes. Igual que los improvisadores son malabaristas de las palabras, estos lo son del sonido. Por si no fuera suficiente, también encontramos un hilo narrativo del que subyace el carácter cómico de la representación a través de la mímica, lo que hace que el espectáculo sea aún más completo; perfecto para acudir con los más pequeños. Ahora bien, les recomiendo que no intenten hacerlo en sus casas, porque sus vecinos no se lo van a perdonar.

Resulta complicado destacar un momento exacto porque todos los instantes son sobresalientes; aunque el número donde los integrantes del grupo hacen sonidos con un mechero mientras generan escalas visuales con la llama en alto es indescriptible. Como igual de alucinante es hacer música con los restos sacados de una bolsa de basura, o los generados con las hojas de un periódico. Muchos de estos elementos parecen una extensión de sus extremidades, generando todo ello un resultado que trasciende de lo musical. De hecho, recomiendo cerrar un instante los ojos y sentir el ritmo en nuestro interior. Si creen que van a permanecer pasivos y ser meros espectadores, están equivocados, porque otra de las esencias es que el público en instantes señalados sea un miembro más del elenco. Y hasta aquí puedo leer.

Como antes he hecho referencia, este espectáculo no solo destaca por la sucesión de sonidos con elementos cotidianos, sino también por el proceso de diseño que tiene su derivada en la imponente puesta en escena y en coreografías y performances que exhalan fuerza, espíritu y vigor sin caer en ningún momento en entropía escénica. Además, se logra un aprovechamiento exquisito del espacio con juegos de alturas y de profundidades. Esa energía y puesta en escena se ve potenciada por un decorado que nos recuerda a una callejuela de cualquier barrio neoyorquino. De hecho, fue tanto el furor que causó que en 2019, tras la celebración de su 25 aniversario, la ciudad de Nueva York declaró el STOMP Day. Una efeméride que se conmemoró incluso con el Empire State Building teñido de rojo en su honor. Por último, tampoco podía faltar una iluminación cuidada, con preferencia por los obscuros y con un foco cenital para marcar a los protagonistas de cada número.

 

STOMP es un fenómeno musical innovador, sorprendente y adictivo donde percusión, humor y danza se fusionan para convertir sonidos de la nada en melodías

 

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