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Un amor particular: Amor, humor y música en el corazón de Madrid

Imagen de una escena del espectáculo

Imagen de una escena del espectáculo

En el Teatro La Latina se presenta esta comedia musical que explora cómo dos personas de mundos completamente opuestos pueden encontrarse y, de manera inesperada, conectar profundamente. A través del humor y la música, la obra muestra cómo las barreras sociales y personales se desvanecen cuando el amor surge, revelando que, a pesar de sus aparentes diferencias, los protagonistas comparten más de lo que jamás habrían imaginado.

La trama sitúa a sus protagonistas en un Madrid contemporáneo, como telón de fondo de los mundos dispares que habitan Valeria (Mara Jiménez) y Fonsi (Xavier Navarro). Ella, una actriz luchando contra la precariedad laboral, vive en Lavapiés, un barrio bohemio que evoca incertidumbre. Él, un empresario de éxito del barrio de Salamanca, enfrenta una crisis personal que desafía la perfección de su vida burguesa. La relación entre ambos, inicialmente centrada en las clases particulares, se convierte en el motor de una historia de autodescubrimiento y transformación personal.

El libreto a dos manos de Jumon Erra y Daniela Feixas, aunque sigue la estructura clásica de la comedia romántica, aporta una frescura particular como sello característico. A través de diálogos ágiles y situaciones cotidianas, el guion logra crear una atmósfera cercana, donde la humanidad de los personajes se convierte en el eje central. A pesar de su sencillez, el texto encuentra momentos de auténtica brillantez, tanto en su humor como en su trasfondo emocional, ofreciendo una mezcla equilibrada entre lo cómico y lo reflexivo. Esta combinación permite a la obra fluir con frescura, conectando con el público a un nivel más profundo.

Uno de los aciertos es el uso de la diferencia de clases no solo como un contraste superficial entre los personajes, sino como una lente a través de la cual se exploran las aspiraciones, frustraciones y los miedos de cada uno. Valeria lucha por salir de su precariedad y afirmarse en un mundo que parece estar en su contra, mientras Fonsi, atrapado en una vida de éxito que ya no le satisface, busca reconectar con una parte de sí mismo sepultada bajo las expectativas sociales.

La dirección recae en el propio Erra, cuya batuta permite que la interacción entre los personajes se desarrolle con naturalidad, creando momentos íntimos que contrastan con situaciones de alto voltaje cómico. La obra encuentra su equilibrio en este vaivén entre la comedia y el drama romántico, aunque como punto negativo, desde mi óptica, pierde algo de frescura y dinamismo a partir de su ruptura, momento en el que el tono cómico se diluye. La transición hacia un enfoque más serio y melancólico, aunque necesaria para el desarrollo de la trama, hace que el ritmo decaiga y la historia se alargue un poco en su tramo final. Este cambio de registro, rompe ligeramente con la energía predominante en la primera parte, afectando a la fluidez general de la obra. Un aspecto particularmente destacable de la dirección es la forma en que se coreografía la escena de sexo, un momento que combina humor, sensualidad y ritmo, con una acertada integración de la música en directo. Es una de las escenas más memorables de la obra, tanto por su audacia como por la inteligencia con la que se resuelve en términos escénicos. Mérito también atribuible al movimiento escénico de Gara Roda, con escenas paralelas a ambos laterales del proscenio donde los protagonistas están separados por una barrera invisible.

La actuación conjunta de Mara Jiménez y Xavier Navarro es uno de los puntos más destacados de la obra. La química entre ambos es palpable y su interacción en escena es genuina y auténtica, lo que permite al público sumergirse en la relación que van construyendo a lo largo de la historia. Juntos, logran transmitir tanto los momentos más ligeros y cómicos como los más íntimos y vulnerables, ofreciendo una interpretación equilibrada y convincente.

Mara Jiménez, conocida en redes sociales como “croquetamente”, brilla en su papel de Valeria, una actriz sin trabajo pero decidida y con las ideas claras. Esta polifacética influencer digital transmite a la perfección la garra y la independencia de su personaje, combinando su energía empoderada con una sutil vulnerabilidad emergente a medida que avanza la trama. Su capacidad para navegar entre la comedia y el drama es destacable, logrando momentos hilarantes en sus interacciones más cómicas, pero también provocando empatía en las escenas más emotivas. Además, su interacción con el público y la naturalidad de sus gestos dotan a su interpretación de un encanto especial. En el plano vocal me sorprendió muy positivamente su capacidad para clavar todas las notas con precisión, especialmente en los agudos. Jiménez interpreta cada tema con convicción y una seguridad admirable, sin titubeos, lo que le permite transmitir no solo la emoción de las canciones, sino también la fuerza interna de su personaje.

Por su parte, Xavier Navarro, en el papel de Fonsi, ofrece una interpretación igualmente sólida, construyendo gradualmente la transformación de su personaje. Este actor, curtido en musicales y con más de trece años de experiencia profesional en el sector del entretenimiento, inicia como un empresario rígido, serio, encorsetado en su traje y atrapado en su propia formalidad, pero conforme avanza la obra, consigue liberar progresivamente esa faceta cómica y más relajada que busca desesperadamente en su vida. Su torpeza inicial y las situaciones a las que se enfrenta en las clases con Valeria provocan algunos de los momentos más cómicos del musical, mientras que su evolución emocional añade una dimensión genuina a su personaje, con un notable manejo del humor físico y gestual. Sus mejores momentos coinciden, precisamente, con esta cara desenfada y con un dominio vocal sobresaliente.

La música, compuesta por Miquel Tejada, además de acompañar la acción, también forma parte integral de la narrativa. Los músicos y directores musicales en escena, Andrea Mir (pianista) y Albert Solà (guitarrista), no se limitan a interpretar las canciones, interactúan con los personajes, creando la sensación de un «vecindario musical» en el pequeño piso de Valeria. Esta decisión añade una capa de cercanía y complicidad entre los protagonistas y los músicos, dándole a la obra un aire de concierto íntimo reforzador del carácter personal de la historia. Las canciones, de estilo pop y ligeras, complementan muy bien la acción sin interrumpirla y logran expresar los sentimientos que los personajes no siempre pueden verbalizar. Sin embargo, lo más destacable es cómo cada tema está perfectamente integrado en el desarrollo emocional de la trama, construyendo un leitmotiv reconocible y sirviendo como un medio para que los personajes exterioricen sus transformaciones.

El pequeño apartamento de Valeria, diseñado por Joana Martí con predominancia del color amarillo, se convierte en el espacio central donde transcurre la acción. La elección de este color, conocido por su fama de «mala suerte» en el teatro, parece un guiño irónico a la precariedad que envuelve la vida de la protagonista. A nivel escenográfico, los elementos móviles del decorado cumplen con su función práctica, pero también añaden una dimensión poética, especialmente cuando, tras la ruptura, partes del piso «desaparecen», simbolizando las fracturas emocionales que ambos personajes experimentan.

Texto y letras: Jumon Erra y Daniela Feixas

Música:  Miquel Tejada

Dirección: Jumon Erra

Dirección musical: Albert Solà y Andrea Mir

Reparto: Mara Jiménez y Xavi Navarro

Músicos: Andrea Mir y Albert Solà

Escenografía y vestuario: Joana Martí

Iluminación: Paula Costas 

Sonido: Jordi Ballbé 

Movimiento escénico: Gara Roda

Dirección de producción: Maite Pijuan 

Producción ejecutiva: Àlvar Rovira 

Dirección técnica: Moi Cuenca 

Coordinación técnica: Jordi Farrás

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