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Yo sí hablaré de ti: Un canto a la dignidad entre canciones, risas y lágrimas

Bajo el género de la tragicomedia musical, la obra nos invita a pasar al TABÚ, uno de los bares míticos del Madrid de los años 80/90 y pionero en programar el arte del transformismo y del drag. Tras la muerte de su padre, Dani hereda el local y decide ponerlo en venta. Pero antes quiere visitarlo por última vez. Al entrar se encuentra con Luna, una de las artistas más relevantes a la que le perdió la pista desde el cierre y por la que parece, no ha pasado el tiempo. Dani, además de alegrarse de su reencuentro con Luna y recordar viejos tiempos, se dará cuenta de lo importante de ese lugar para él, generándole dudas de si venderlo o no. Sin embargo, Luna quiere pasar página, no sin antes revelarle un trascendental y último secreto.

“Lo que no se nombra no existe”. Esta frase atribuida al filósofo George Steiner, a pesar de ser lingüísticamente errónea, es realmente válida. Aquello no mencionado, escondido o apartado es olvidado. Así han estado durante muchos años ocultas, historias de hombres y mujeres –personas en definitiva– que no se identifican con ningún género o deseaban hacerlo vistiéndose con la ropa asociada a uno de ellos. Existir, existían y existen. Algunos de ellos vivieron verdaderos calvarios por no ser comprendidos por una mentalidad enferma. No se me ocurre mejor manera de honrar y mantener viva su historia que mediante esta genialidad artística de la productora Qelart, liderada por Edgar Moreno y Anthony Senén. Ambos no solo abanderan la complejidad y riqueza de las experiencias de quienes exploran la expresión de género a través del travestismo, sino que también resaltan la importancia del respeto, tolerancia y dignidad inherente a todas las personas, independientemente de su identidad de género u orientación sexual. Y sí, es necesario resaltar estos valores, pues aun habiendo conseguido muchos avances como sociedad, dudo de si también se han consumado en el fuero de interno de los individuos de la que forman parte.

El encargado de materializar en un libreto este torrente de premisas, emociones y sentimientos es Benja de la Rosa, quien sabe estar a la altura con un trabajo excepcional. A través de una trama que revela verdades dolorosas, el texto se erige como una voz combativa, valiente y desafiante de la las normas sociales y exhorta al público a cuestionar la discriminación y los prejuicios arraigados. De la Rosa –autor y director de la serie Terror y Feria de AtresPlayer y de obras de teatro como Me quedé antigua entre otros proyectos en teatro y televisión– no tiene miedo de enfrentarse a las realidades incómodas de quienes han vivido en la marginación y el estigma debido a su identidad de género y orientación sexual. Además de este plano reivindicativo, la trama cuenta con giros dramáticos que agregan una capa adicional de intriga y suspenso, manteniendo a la audiencia en vilo y anticipando cada nuevo desarrollo. El suspenso se construye de manera magistral hasta llegar al clímax, momento culminante lleno de emoción y significado. Sin embargo, lo que hace que esta narrativa sea verdaderamente excepcional es su capacidad para equilibrar esta profundidad con momentos de entretenimiento, amenidad y diversión. A pesar de abordar temas serios y desafiantes, la obra logra mantener la atención del público con humor y encanto, resultando una experiencia teatral enriquecedora y accesible.

Presentar Yo sí hablaré de ti como una tragicomedia musical es, sin duda, acertado y significativo. Este género ofrece un enfoque único y poderoso para contar la historia de aquellos que, durante años, encontraron en la diversión, el cante, el baile y el folclore una forma de expresar su autenticidad y alegría, incluso si ocurría entre cuatro paredes. Rinde un emotivo homenaje a quienes fueron «los reyes y reinas de la diversión» en un contexto donde la sociedad no siempre fue comprensiva. Además, resalta la importancia de reconocer la valentía y la resiliencia de estas personas, que buscaron formas de ser auténticas y celebrar la vida incluso en circunstancias difíciles. Pero, como dice un fragmento del texto: “No me importan si no me aceptan, porque me acepto yo”.

Al frente de la dirección musical se encuentra Víctor Lucas, capaz de leer en su campo todo lo mencionado anteriormente. Las canciones no solo les permiten a los personajes ser ellos mismos, sino también sirven como una forma de liberación y de celebración de su identidad y autenticidad. La música se convierte en un medio para expresar sus emociones más profundas, añadiendo una capa adicional de conexiones emocionales con el público. Además, al servir como un termómetro de los estados de ánimo, las canciones permiten a la audiencia sumergirse aún más en las experiencias de los protagonistas y conectar con sus alegrías y luchas de una manera más íntima. El responsable de ejecutarlas es el pianista Piñaki El Cigarrita ‘con unos dedos que hacen milagros’ . A su vez, sus acordes son pegadizos y añaden un elemento de diversión y entretenimiento a la obra. “El bisturí es una religión….”.

La elección de Edgar Moreno como director es, sin duda, un acierto. Su formación en la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia queda reflejada en cada función, donde demuestra un dominio impresionante de la dirección teatral, transformado en un enfoque íntimo y personal. Moreno crea una conexión única entre los actores y el público, dando la impresión de que la obra está siendo interpretada exclusivamente para cada espectador. Esta cercanía y conexión emocional son elementos clave para transmitir de manera efectiva las reivindicaciones y simbolismos ya mencionados. El también cantante curtido en musicales invita a la audiencia sentirse parte de la experiencia teatral, agregando un nivel de autenticidad y carácter reflexivo a la representación. Ahora bien, si piensan que el papel de espectador es el de un ser silente y pasivo están equivocados, porque con maestría, Moreno introduce divertidos apartes donde los protagonistas conversan con los presentes y, además, invitan a seguir las letras de sus canciones. Toda una experiencia.

Los responsables de hacer visible lo antes expuesto son dos talentosos artistas, que dan absolutamente todo de sí. Por un lado, la carismática Estrella Xtravaganza, interpreta a Luna, un personaje moderno, fascinante, profundo y cuya historia merece ser conocida. En uno de sus papeles afirma que triunfar no tiene que ver con tener arte, pero en su caso, triunfa y tiene mucho arte. Esta actriz –finalista del talent show Drag Race España y una de las caras visibles del programa de A3 Player Premium Reinas al rescate– se presenta como una verdadera revelación en el escenario. Su talento y entrega son palpables, traducidos en una interpretación apasionada y auténtica con una habilidad suprema para transmitir emociones a través de las canciones y comunicar su historia mediante una gestualidad facial y corporal rica, sin caer en el histrionismo excesivo. La presencia en escena de Xtravaganza– participante en el décimo aniversario del exitoso musical La Llamada en el papel de Milagros junto a grandes nombres del teatro musical como Gerónimo Rauch– es, sin lugar a dudas, temperamental, potente y arrolladora hasta que por exigencias del libreto debe evaporarse y solo quedar su recuerdo. La habilidad para captar la atención del público y mantenerla a lo largo de la obra es un testimonio de su talento actoral. Al igual que su capacidad para encarnar a varios personajes, todos ellos marcados por un profundo sentimiento de soledad.

Sin despegarse, le acompaña Anthony Senén, actor y productor del espectáculo, en el papel de Dani. Este joven, ya no tan joven, será el encargado de ir sorteando los recuerdos del artista para conocer cómo fue realmente su historia. La interpretación de Senén –participante en diferentes producciones de teatro musical como Sherlock Holmes y el cuadro mágico o Aladín, un musical genial– es un ejemplo brillante de versatilidad y habilidad actoral. Su representación en el escenario emana frescura, elegancia y espontaneidad y añade un atractivo más a la función. Además, su capacidad para equilibrar momentos de reserva con momentos de intensa entrega es admirable y contribuye significativamente a la narrativa. Me fascina cómo este personaje se hace de rogar en algunas escenas, para luego entregarse por completo en el escenario. Dicha dualidad crea un vínculo especial entre su actuación y la audiencia, al permitirla conectar e identificarse con él de una manera íntima. Desde una mirada personal, también percibo este papel como el apoyo que todos deberíamos tener en nuestras vidas, como un catalizador para conocer esta historia y como un puente vital para transmitir el mensaje de la obra, enriqueciendo aún más la experiencia teatral. Porque esta historia seguramente sea solo un testimonio de los muchos que habrá.

El diseño escenográfico de David Pizarro y Roberto del Campo es pertinente y profundamente adecuado al abrirnos las puertas del local, con un pequeño escenario central acaparador de las miradas y con un aprovechamiento exquisito de todo el espacio escénico. Por su parte, la iluminación, de Rodrigo Ortega, es perfecta y, de nuevo, adecuada para el tono de la representación. Con buen criterio juega con destellos y apagones y con las intensidades en función de la escena, haciendo un buen uso de la luz cenital. Todos estos elementos hacen de Yo sí hablaré de ti una obra teatral que trasciende las tablas y se convierte en una voz valiosa para el colectivo LGBTIQ+ y para muchas historias olvidadas. Un faro de luz que ilumina el camino hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa. Su representación audaz y auténtica de temas relacionados con la identidad de género, la transexualidad, el travestismo y la diversidad sexual no solo reivindica las experiencias de aquellos que han vivido en la marginación, sino que también envía un mensaje imperativo a la sociedad de tolerancia y respeto.

Una obra audaz, empoderada y auténtica, de entretenimiento y de enorme significado y trascendencia social, gracias a un libreto sensacional, una dirección inteligente y una actuación magistral. Porque hoy toca. Hoy Yo sí hablaré de ti.

 

Autoría: Benja de la Rosa

Dirección e idea original: Edgar Moreno

Ayudante de Dirección: Mamen Mengó

Reparto: Anthony Senén y Estrella Xtravaganza

Dirección Musical y Compositor: Víctor Lucas

Diseño de luces: Rodrigo Ortega

Escenografía y Utilería: David Pizarro y Roberto del Campo

Vestuario: Antonio Velasco

Fotógrafo: Errebeene

Diseño gráfico y Regiduría: Alejandro Rubio

 

 

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