La artista dividió la pieza en dos actos, el primero, Artificio para atravesar la psicosis, tuvo lugar en la azotea del edificio que promueve el intercambio cultural, la participación ciudadana y acciones de voluntarios para viajeros alternativos. En este primer acto Repetto, la protagonista de esta historia, narra los 320 días vividos dentro de un pabellón psiquiátrico de una cárcel de máxima seguridad en Argentina. Una conferencia performática de un biodrama de ficción que la protagonista vivió en primera persona. El segundo acto, Los cuerpos dóciles, se trasladó al local a pie de calle, donde los espectadores llegaron guiados por la artista. En este segundo acto el público fue partícipe de una instalación sonora donde se escucharon las voces de los relatos de la psicosis tomados en la cárcel, a través de los cuales el espectador tuvo una íntima interrelación. “En esta performance “site specific” se invita al público a adentrarse en un universo de disciplinamiento y dominación para poder cuestionarlo no solo desde un lugar conceptual sino también desde una experiencia que atraviese sus cuerpos”. Nos explicó la artista en el coloquio posterior con el público. Asimismo, el segundo acto, contó con participación ciudadana; tres hombres voluntarios encarnaron las voces del preso de la cárcel de Ezeiza que se encontraba en la sala de aislamiento, conocida como SOEP o buzón. Para Repetto fue muy enriquecedor trabajar con personas no profesionales de las artes escénicas, la pieza cobró otra dimensión y adquirió más veracidad y pureza. “Aparecía algo de lo roto, de lo frágil”. Nos reveló en el coloquio.
El público pudo vivir una experiencia inmersiva, donde todos eran uno, enmascarados, sin saber quién era quién, sin ver del todo y con una sensación de encierro, se adentraron en el lado más oscuro de los pabellones psiquiátricos de las cárceles de máxima seguridad en Argentina.
A través de esta investigación escénica Amelia Repetto, actriz y psiquiatra, cuestiona las prácticas utilizadas en los pabellones psiquiátricos de las cárceles, expone la vulneración de los derechos humanos de los presos y la injusticia y estigma hacia los presos que padecen trastornos de salud mental. Al tener un diagnóstico de salud mental, los presos quedan detenidos de por vida. ¿Por qué los presos comunes tienen progresividad en la pena y no los presos diagnosticados con salud mental? “La salud mental está acompañada de estigma y peligrosidad, y la mayoría de gente peligrosa, la más peligrosa, no padecen trastornos de salud mental”. Explicó Repetto, tras su experiencia vivida en la cárcel, en el coloquio posterior en la azote de Atlas.