Clásico a la par que vanguardista, en la carrera del creador y socio de la SGAE desde 1976 hay discos fundamentales pero es ‘Omega’ (1996), adaptación de poemas de Lorca y temas de Leonard Cohen grabada junto a la banda Lagartija Nick, el que se considera imprescindible
Miembro de la SGAE desde marzo de 1976, donde tenía registradas 325 obras, el creador estaba casado con la bailaora Aurora Carbonell y tuvieron dos hijas y un hijo: Estrella, Soleá y José Enrique, Kiki, que han continuado los pasos artísticos de su padre. Nacido en el barrio del Albaicín de la capital granadina, el cantaor aprendió del arte de su madre y de artistas locales como Juanillo el Gitano, Cobitos o la familia Habichuela, y fue ampliando experiencias de mano de Aurelio Sellés, Pepe de la Matrona o Antonio Chacón.
Una veintena de discos de estudio, una docena de álbumes en directo y recopilatorios, y destacadas colaboraciones con Carlos Cano, Los Habichuela, Manolo Sanlúcar, Rafael Riqueni, Los Planetas, Óscar Herrero, Miguel Ochando, Omar Faruk Tekbilek, Chambao, Vicente Amigo, la Orquesta Chekara de Tetuán o el pianista Dorantes, entre otros muchos, son claro síntoma de lo prolífico de su obra y de su inquietud cultural e intelectual por profundizar en un arte del que se autoconsideraba “eterno aprendiz”.
En su carrera hay discos fundamentales como Cante flamenco (1967), Homenaje flamenco a Miguel Hernández (1971), Se hace camino al andar (1975), Homenaje a D. Antonio Chacón (1977), Despegando (1977), Cruz y Luna (1983), Sacromonte (1982), Esencias flamencas (1988), Morente sueña la Alhambra (2005), Pablo de Málaga (2008) y Llanto (2010). Sin embargo, como apunta el experto Balbino Gutiérrez en la biografía artística ‘Enrique Morente. La voz libre’, reeditada y ampliada por la Fundación SGAE en 2018, “es imposible elegir solo uno de su carrera porque fue un artista con una dualidad clásico-vanguardista. Sin embargo, si hay que escoger, ese sería Omega«, reconoce el autor. Lanzado al mercado en 1996, este trabajo marcó un antes y un después en la carrera del genio.
En colaboración con los granadinos Lagartija Nick, el cantaor se rodeó de numerosos artistas del flamenco (Vicente Amigo, Tomatito, Estrella Morente, Isidro Muñoz o Cañizares), para adaptar poemas de Federico García Lorca y temas del cantautor canadiense Leonard Cohen. Veinticuatro años después “sigue siendo un disco que no deja de sorprender, admirado por su factura técnica y su concepto, por todo lo que se ha vertido en él y su capacidad creativa y musical”, concluía Balbino en la presentación del volumen.
Irreverente y renovador
A pesar de que el cantaor no se consideraba maestro en el flamenco, “solo discípulo, porque realmente no hay una técnica ni una forma para enseñar, sino buena pedagogía”, según expertos y fieles seguidores como Gutiérrez, Morente era “rebelde y tuvo la osadía de mover el flamenco, de no ser un artista conformista y adaptarlo siempre a su sentimiento”, lo que le provocó conflictos “con los que creen que el flamenco debe ser una repetición de los cánones estrictos”.
Para el coordinador de Flamenco de Fundación SGAE, Juan Carmona, Morente es un gran referente, que “selló el alma a los cantaores y músicos flamencos” con su “genialidad, sensibilidad, arte inigualable, su cante salido de una fuente de sabiduría, en continua revolución y evolución, con la pureza en las entrañas”. Por su parte, “su osadía no gustaba a algunos, pero al final venció y convenció”, llegó a señalar el biógrafo Balbino, quien consideraba la publicación de su obra una “necesidad por culminar una trayectoria musical y cerrar un ciclo que acabó de manera traumática”.
Su cante y su figura despertaron también pasiones en el mundo del cine, por lo que le hicieron partícipe de largometrajes de directores como Carlos Saura -‘Flamenco’ (1995) o ‘Iberia’ (2005)-, o protagonista de los trabajos audiovisuales de José Sánchez-Montes -‘Enrique sueña La Alhambra’ (2006)-, así como del documental homónimo de Emilio Ruiz Barrachina (2011).
A título póstumo, su legado le ha valido distinciones honoríficas como la de Caballero Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo, Caballero de la Legión de Honor de la República de Francia, Medalla de Andalucía, o Socio de Honor del Ateneo de su ciudad natal. Asimismo, en 2014 la Fundación SGAE le rindió también un especial tributo con la exposición ‘Enrique, donde mana la fuente’, amplia selección de retratos inéditos del periodista y fotógrafo Manuel Montaño, donde se reflejaba la intensa ida y la inagotable labor creativa del artista.
Tras su fallecimiento el 13 de diciembre de 2010, su capilla ardiente fue instalada en el Palacio de Longoria, sede de la SGAE en Madrid, y en el Teatro Isabel la Católica, donde fueron a despedirle más de cinco mil granadinos. Con motivo de esta efeméride, estos días se suceden multitud de homenajes al artista andaluz como el Congreso internacional ‘Memoria y heterodoxia en el flamenco’ de la Universidad de Granada o el ciclo Flamenco y Cultura de la Diputación bajo el título ‘Los universos de Morente’.
La Sociedad General de Autores y Editores hace memoria ahora de la innovadora obra de este autor, cuando se cumplen diez años de su ausencia, pero cuyo legado continúa tan presente y revolucionario como en sus mejores momentos.