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El artista sudafricano Steven Cohen abre durante tres días en Teatros del Canal la instalación performance «Boudoir»

Imagen promocional de Boudoir

Imagen promocional de Boudoir

Boudoir, explica Cohen, “es una colección, en todos los sentidos de la palabra: un léxico, un salón, una exposición, una suma de elementos dispares que forman un todo autónomo, una empresa privada que acoge a extraños, una autobiografía también”.

En Boudoir, el artista recibe al público en su tocador. Si hasta ahora sus actuaciones han consistido en exponerse en el escenario y en espacios públicos, esta vez estará en un espacio a la vez íntimo y reservado.

El tocador es tradicionalmente una habitación, dentro de una casa burguesa, reservada para conversaciones femeninas, entre la sala de estar y el dormitorio, el reflejo invertido de la esfera predominantemente masculina de los espacios públicos y sociales.

En esta instalación cada elemento alberga fragmentos de memorias que provienen de una vida colectiva pasada (sociabilidades burguesas, artilugios y disfraces, reliquias de la religión y la guerra, trofeos que celebran el dominio del hombre sobre la naturaleza, sobre los animales o cuerpos y culturas lejanas…).

“El tocador contiene mobiliario que tiene su propia historia”, explica Cohen. En su mayor parte, antiguo, realizado a mano y que refleja su fascinación por el art nouveau. A través de estos objetos, que se convierten en híbridos al ser ensamblados con otros, “se reflejan preocupaciones éticas relacionadas con la vida contemporánea: el agotamiento de los recursos naturales y la fragilidad del equilibrio de la vida, la dominación de las especies, las cuestiones de clase y la injusticia social, la supremacía blanca y la discriminación racial, la persecución religiosa, la discriminación de género, la dominación cis y la masculinidad tóxica”. 

  

 

Steven Cohen yuxtapone en Boudoir este espacio íntimo con grabaciones de vídeo de acciones realizadas en el exterior en lugares simbólicos y conmemorativos.

“Las acciones en el espacio público -señala- me ponen en una situación de vulnerabilidad cuando nadie se lo espera. La acción (y las reacciones resultantes, especialmente por parte de los guardianes del orden y de las normas) provoca así reacciones involuntarias y no planificadas. Me pongo en un estado de fragilidad y esto pone a quienes me rodean en un estado similar, causando sentimientos de rechazo o cuidado”.

Steven Cohen nació en 1962 en Sudáfrica y vive en Francia. Intérprete, coreógrafo y artista visual, ha realizado intervenciones en espacios públicos, galerías de arte y teatros. Su obra saca a la luz lo que yace en los márgenes de la sociedad, empezando por su propia identidad como gay, judío, blanco y sudafricano.

Lejos del narcisismo, cuando expone en escena su cuerpo está exponiendo su propia historia. Con un maquillaje ultra sofisticado y un excéntrico vestuario, Cohen remite al mundo del lujo y la elegancia, a rituales arcaicos, de un pasado burgués o colonial y al de lo queer. Construye sobre sí mismo un collage que lo transforma en criaturas desconcertantes, cuya identidad es incierta, múltiple y fluida.

Ha expuesto y actuado dentro y fuera de Sudáfrica. El Museo de Johannesburgo prepara actualmente una retrospectiva de su obra.

 

 

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