Este concierto fue el séptimo que organizan conjuntamente el Festival de Música El Greco en Toledo y el Teatro Real
Sergio Alapont dirigió a la Orquesta Titular del Teatro Real, junto a la soprano María Espada y el contratenor Christopher Lowrey
El Teatro Real ha llevado a la catedral de Toledo en las anteriores ediciones: Un réquiem alemán de Brahms, los Réquiem de Verdi y de Mozart, la Novena Sinfonía de Beethoven, la Segunda Sinfonía de Mahler y el Stabat Mater de Rossini
Entre las más de 200 versiones musicales conocidas del Stabat Mater -himno de origen medieval que evoca el sufrimiento de la virgen María durante la crucifixión de Jesús- las partituras de Pergolesi y Rossini son sin duda las más interpretadas en la actualidad.
Después de haber llevado la obra de Rossini a la Catedral de Toledo el pasado año, el Teatro Real presentó ayer domingo la célebre partitura de Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736) compuesta pocos meses antes de su prematura muerte, a los 26 años, y estrenada póstumamente.
La enorme popularidad de la obra, escrita originalmente para dos voces solistas (soprano y alto), cuerdas y bajo continuo, ha propiciado un sin número de versiones y orquestaciones a lo largo de más de dos siglos, incluyendo interpretaciones con coro o grandes orquestas.
Pergolesi utiliza con libertad el texto en latín del Stabat Mater, compuesto por diez estrofas de 6 versos, dividiendo la partitura en 12 piezas -solos y dúos-, titulados, como es habitual en la música sacra, con el primer verso del texto latino.
La obra, heredera de la tradición operística napolitana, articula números de teatralidad casi romántica, con otros de carácter intimista y reflexivo, atrapando al oyente con melodías muy seductoras, modulaciones sorprendentes y una dramaturgia musical brillante, cuya mimesis con cada uno de nosotros acerca lo divino a lo humano.
El programa se completa con la breve sinfonía Al Santo Sepolcro, de Antonio Vivaldi (1678-1741) -contemporáneo de Pergolesi- escrita, como el Stabat Mater, para los oficios de Semana Santa y posiblemente destinado al Ospedale della Pietà, hospicio femenino veneciano célebre por las interpretaciones de sus internas (instrumentistas y cantantes) en un tiempo en que las actuaciones públicas eran solamente masculinas. Aunque sea una pieza instrumental, la obra evoca también la agonía de Cristo, con inquietantes y tristes modulaciones que la emparentan con la obra maestra de Pergolesi, que Bellini describió como ‘sublime poema de dolor’.