Pepe Torres, Manuela Ríos, Pedro María Peña, Rafael Rodríguez, Manuel Tañé, Juanfra Carrasco y José Lérida actuarán en el espacio escénico de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico
El martes 1 de diciembre a las 16:00 horas, el Teatro Central de Sevilla acogerá una performance-espectáculo en la que un grupo de oficiantes, trasladarán al público a lo que hoy en día es una fiesta flamenca. Para ello se ha reunido a un excepcional elenco artístico compuesto por jóvenes y veteranos del actual flamenco contemporáneo entre los que estarán Pepe Torres, Manuela Ríos, Pedro María Peña, Rafael Rodríguez, Manuel Tañé, Juanfra Carrasco y José Lérida.
Todo empieza en una fiesta en Triana, el ‘Planeta’ y su guitarra amparan al ‘Fillo’ ante los ojos de medio arrabal. Cantan, beben y tocan las cuerdas de la vihuela como si la noche no fuera a encontrar nunca su fin. Serafín Estébanez Calderón que lo está viendo todo, arde en deseos de contarlo. La tinta corre por las páginas de sus ‘Escenas Andaluzas’. Las palabras flamenco y fiesta aparecen juntas. Desde este momento se puede hablar de simbiosis. Y hasta hoy.
El aprendizaje y transmisión del flamenco ha estado fuertemente vinculado al ámbito doméstico. Casas, patios de vecinos y corrales fueron durante años su espacio de desarrollo. Por aquel entonces, el flamenco cumplía una función social básica: servir como diversión y liberación personal de sus oficiantes. Desde las proto-juergas narradas por los viajeros románticos, las fiestas en reservados, cuartos, tablaos y casetas de feria, hasta las zambombas, romerías y ritos de paso –pedimentos, bodas y bautizos- han sido varios y muy diferentes los ámbitos que el arte jondo ha utilizado como vehículo de expresión en su vertiente de uso. A lo largo de la historia, existen numerosos relatos que hablan de un tipo de reunión, fiesta o juerga, al que comúnmente se conoce por el nombre de fiesta de cabales en clara referencia al grupo de persona que tiene acceso a ellas. Para la jerga flamenca, cabal será todo aquel aficionado al que públicamente se le reconoce un cierto grado de conocimiento del flamenco, aparte de una determinada estética y comportamiento.
En definitiva, las fiestas son modelos de la sociedad: representaciones simbólicas de las relaciones sociales, pero a la vez son un modelo para expresar, sin temor a represalias, la sociedad que se desea. De ahí que el tiempo de fiesta sea un ‘tiempo fuera del tiempo’, o una especie de paréntesis dentro de lo que hemos dado en llamar vida cotidiana. Por eso no hay que olvidar que desde aquella fiesta del Planeta y El Fillo han pasado dos siglos. Doscientos años. La máquina del tiempo muestra que aunque los hábitos cambian y las personas pasan, el flamenco de fiesta se reinterpreta en las manos de las nuevas generaciones. Eso sí, como en tantas otras cosas, cualquier tiempo pasado no fue mejor. Sólo distinto.
El cartel de este año para el Teatro Central, previsto del 25 de febrero al 19 de mayo, fue interrumpido por la crisis sanitaria, y ahora se han recuperado las actuaciones canceladas que se celebrarán entre el 20 de octubre y el 14 de diciembre. La próxima será la de Belén López que cierra el ciclo en Sevilla el 9 de diciembre.