Llega a Madrid el nuevo proyecto de María Berasarte: “La tierra y el camino” (Lurra Eta Bidea)

En Lurra Eta Bidea el público asistirá a una experiencia musical en la que los sonidos innovadores y la herencia musical más recóndita se dan la mano. Estos son los lenguajes musicales que María Berasarte emplea para recorrerse a sí misma en el que es sin duda su proyecto más personal y experimental hasta la fecha. Un viaje en el que la cantante explora el origen vocal vasco más ancestral junto a David Azurza (contratenor especializado en música contemporánea que ha formado parte de la gira mundial de Israel Galván y Akram Khan company), continuando hacia Portugal con la tradición más lejana del canto de las Adufeiras de Monsanto, hasta el propio Fado de Lisboa, con vuelta al País Vasco con cantos populares en un contexto musical sin precedentes.

El proyecto podría resumirse en una frase: “La búsqueda de un nuevo sonido para la tradición”. Cuenta para ello con las guitarras de Ángel Unzu y la batería y percusiones de Igor Telletxea, ambos músicos referentes de gran experiencia en la música vasca, el rock y el jazz. Lurra Eta Bidea es la inquietud de una mujer que ha desarrollado su carrera a partir de la música ibérica, pero siempre cuidando sus raíces vascas. Este es un viaje de ida y vuelta. Partiendo del clásico, María Berasarte llegó al fado y al flamenco, a la música celta, a la sefardí y se acerca a otros géneros sin perder su origen.

María ha colaborado con artistas de la talla de Jordi Savall, Ara Malikian, Paco de Lucía o Carlos Do Carmo, entre otros, y ha actuado en espacios y festivales internacionales como el Festival Internacional de Sibiu, en el Hong Kong Arts Festival o el Palais des Beaux-Arts de Bruselas o Mawazine, entre otros.

En palabras de la propia María: “Mi propuesta es un viaje. Un viaje por las músicas de mi vida: la de Portugal, las músicas ibéricas, las de raíces, la tradicional… es un homenaje, una oda a la tierra, que es de donde venimos”.

La cantante acepta convencida el sobrenombre ideado por la crítica que la califica como «la voz desnuda». Una voz libre de artificio, clara y transparente. Desnuda quizá también porque en la búsqueda de su propio ser musical, María ha ido descubriéndose a sí misma, «quitándome capas, siguiendo mi instinto para hacer cosas muy personales». No siempre ha sido un camino recto hacia una meta visible, sino casi un recorrido para «acertar conmigo misma».

Voz desnuda. Repertorio extremo

Cuatro discos, un repertorio extremo, decenas de escenarios de todo el mundo, y la complicidad de músicos de primer nivel de varios países con los que ha trabajado no alivian a María Berasarte (San Sebastián, 1978) de la necesidad de continuar buscando nuevos caminos musicales. Con el estreno de Lurra Eta Bidea, María Berasarte sigue decidida a descubrir al público -y descubrirse a sí misma- su íntima esencia como artista, más allá de estilos o canciones concretas.

María Berasarte, la menor de tres hermanos, de madre gallega y padre vasco y sin antecedentes familiares musicales, hizo saber a su entorno desde muy niña que la música era lo suyo: «Yo nací así. Desde pequeñita me he comunicado con la música, a través de la música y de la danza. Para mí era un lenguaje muy natural y no podía evitar pasar mil horas al día escuchando cantando, bailando, haciendo coreografías, inventándome cosas”. Tras su formación en solfeo y canto en San Sebastián, a los 17 años entró en la Escuela Superior de Canto de la calle San Bernardo en Madrid. Su paso por la escuela apuntaló su formación en clásico y su técnica, pero no oficializó su carrera como profesional porque eso ya venía de antes. «Yo siempre fui profesional de la música, aunque suene un poco raro. No decidí en cierto momento que me ganaría la vida con esto, sino que ya estaba ahí antes, Y cuando está, naces con ello y mueres con ello.»

Desde sus primeras actuaciones en su ciudad natal, María encontró en el fado «un punto de equilibrio donde volcar mis emociones, donde llorar bonito». Se fue metiendo poco a poco, discretamente, en su repertorio y llegó hasta su primer disco Todas las horas son viejas, (Universal Music Spain, 2008), «el mejor álbum de fado grabado por una voz extranjera», según la crítica portuguesa. El mismísimo Carlos do Carmo, leyenda viva del fado y acreedor de un  Grammy a toda su carrera, la invitó a cantar en su 45 aniversario junto a Mariza y Carminho, entre otras figuras. Aguaenlaboca, (Accords Croisés/Harmonia Mundi, 2014) continuó la senda del fado cruzándose con el flamenco o con sus raíces vascas. Después llegó Súbita (Karonte, 2015), su tercer disco y primero producido y dirigido por ella misma. Un disco que le resulta “esencial, punto de encuentro de todos los caminos que he ido recorriendo».

Caminos donde se ha cruzado con grandes artistas: Niño Josele, Jordi Savall, Ara Malikian, Carlos Núñez, entre otros grandes. Con su último disco, Delirio, junto a Pepe Rivero, María expresa su amor por el clásico, su pasión por el jazz y el arraigo por sus raíces vascas y españolas.

Y aun más, «sus raíces ibéricas», como ella misma dice. Es el sello de María Berasarte que se expresa no solo en el disco sino también en escena, según cuenta María. «Como artista pienso mucho en lo que estoy diciendo, con total respeto al autor, y trato de cantar canciones donde haya interpretación no solamente vocal sino que haya una presencia, una persona, un cuerpo. También algo que me define es que me gusta arriesgar, salir al escenario y jugar con la fragilidad, con el peligro, humanizar las canciones y hacerlas terrenales y propias».

Una manera de hacer que puede calificarse como elegante, minimalista, atenta al detalle, libre para escoger formas y repertorios, sofisticado y un punto experimental. Una concepción de la música y la escena con la que la artista quiere «seguir sorprendiendo al público. Generar su curiosidad y que me descubra como soy. Para bien o para mal me siento diferente a todos. Soy María Berasarte».

www.mariaberasarte.com