La obra parte del mito de Don Juan, que actúa como detonante para iniciar el relato. A través de números musicales y un monólogo, el público revisará la historia invisible de España, escuchará la voz de las personas perdedoras, víctimas de esa lucha fratricida que decidirá la expulsión de los judíos o los moriscos de nuestro país, y situará los orígenes del patriarcado». ¿Soy un hombre? ¿O solo parezco un hombre? ¿Soy blanco? ¿O solo parezco blanco? ¿Soy europeo? ¿O solo parezco europeo?”, se pregunta el creador.
Macho grita revisa la Reconquista, la expulsión de los judíos o la llegada a América. Constituye un “intento de entender cómo se construye el sistema de poder jerárquico que nos gobierna, cómo se construye lo Macho -entendido como voluntad de dominio-, en este territorio llamado España”, explica San Juan. Y añade que «Don Juan es un paradigma de lo macho, de la voluntad de dominio, del afán depredador que hoy nos arrastra a un lento pero seguro suicidio colectivo».
La victoria militar castellana en 1492 culmina la colonización del territorio hispánico y comienza en América el mismo proceso. La modernidad comienza con el desgarro de la comunidad plural que habitaba este territorio en un «nosotros», los buenos, y unos «otros», los malos, condenados todos por los siglos de los siglos. La esquizofrénica experiencia de ser uno de los nuestros.
En su parte musical, junto con Alberto San Juan está su banda de siempre, la que también lo acompaña en Lorca en Nueva York: Claudio de Casas, Miguel Malla, Gabriel Marijuán y Pablo Navarro.